Por José de Jesús Chávez Martínez
Cuando uno espera algo diferente en los catálogos de las plataformas, es necesario buscar propuestas interesantes con lupa porque no abundan precisamente. Eso hace que la indagación se vuelva difícil pero gratificante, como cuando se halla una joya. “Sueño de trenes” exactamente es eso: una joyita a la que conviene ponerle atención.
Basado en una novela corta del laureado escritor Denis Johnson, el filme aborda la vida de Robert Grainier (un brillante Joel Edgerton) al lado de su esposa Gladys (Felicity Jones) en la localidad campirana Bonnes Ferry, Idaho, en tiempos apenas posteriores a la Primera Guerra Mundial. Ambos construyen una cabaña a orillas del río Moyie y procrean una niña. Robert debe encontrar una forma de mantenerlas y consigue un trabajo en la construcción de vías para el ferrocarril Spokane International. En sus primeros días de trabajo atestigua un hecho brutal que lo atormentará por siempre en sus pesadillas: un compañero de labores chino es detenido sin justificación alguna por trabajadores blancos y es arrojado desde un puente.
Más tarde, Robert emprende trabajos temporales en la industria maderera, lo que lo obliga a separarse de Gladys y Kate por largos periodos. Igualmente vive emociones fuertes con sus compañeros leñadores con quienes entabla relaciones entrañables, en especial con Arn Peeples (el siempre eficiente William H. Macy). Pero esas emociones no van acompañadas de frivolidad, son intensas, son auténticamente afectuosas, son positivamente fuertes, hay muerte y hay un mañana poco promisorio debido a la resaca bélica que golpea la economía estadounidense.
La tragedia llega y Robert queda solo, su mujer y su hija desaparecen. Triste, reconstruye su cabaña arruinada, su amigo indígena Ignatius Jack (Nathaniel Arcand) le ayuda en la recuperación de la fuerza física y emocional haciéndole compañía. Robert intenta regresar a la tala de árboles, pero no logra adaptarse a las nuevas herramientas de corte, específicamente a la famosa motosierra. Después, se dedica a transportan personas en el bosque lo que le permite conocer a Claire Thompson, trabajadora del Servicio Forestal quien también le brinda aliento. La liberación espiritual tardará en llegar sin que el devenir del mundo circundante de Robert lo espere.
Esta cinta explora con aparente sencillez la muy modesta vida de Robert, en un lugar alejado y en tiempos en los que no había más que trabajar duro y sacrificar lo esencial: la familia, las comodidades, la estadía en casa, la paz, la tranquilidad, la calma… la simplicidad de la historia contrasta y a la vez se complementa con la complejidad estética de las imágenes. La composición visual abunda en encuadres perfectos, en la acción desprovista de la banalidad (esa del cine comercial) utilizando planos generales en momentos vitales e intensos de la narración. En otros casos los elementos incluidos en el cuadro aparecen en lugares, si no muy novedosos, sí posicionados fuera de lo clásico, así como lo hacen el mexicano Carlos Reygadas, el polaco Pawel Pawlikowski o el legendario Terrence Malick.
Es llanamente poesía visual que seduce, acompañada de una iluminación con luz natural que transporta a la época referida en el film, con claroscuros y resplandores cuando la narración lo amerita. Se ve la ensoñación de la lucha por la vida, del vivir por algo elemental que no pocas veces ofrece la industrialización y que a la gente de a pie nos cuesta mucho entender: por qué las cosas llegaron a tal extremo, a una situación económico/hegemónica que genera desasosiego, con un elemento expresivo personificado por su compañero de trabajo de origen chino, una figura que perdurará en sus mente, en sus sueños.
Vemos a Robert, por ejemplo, trasportarse en tren a los bosques lejanos y nos sentimos aprisionados con él en ese vagón de carga gracias al marco que establece la toma con la compuerta del carro y los paisajes de fondo que la cámara va captando. El bello paisaje contrasta con el sentimiento apesarado de nuestro protagonista. No importa si vas al paraíso cuando vas a trabajar ahí, y peor aún, si hay muchos kilómetros de por medio.
Clint Bentley es un joven director y guionista que poco a poco pero firmemente va asentándose como un autor sobrio en esta su segunda película dirigida (la primera fue “Jockey”, de 2021), apoyado en la producción por Edgerton, y que ya antes tuvo un guion nominado por la Academia de Hollywood por “Sing Sing” (Greg Kwedar, 2023). Su trayectoria es incipiente pero muy prometedora y muy probablemente “Sueños de trenes” tendrá mas nominaciones y premios. Vale mucho la pena verla en Netflix.
Título original: Train Dreams. País: Estados Unidos. Dirección: Clint Bentley. Guion: Clint Bentley, Greg Kwedar; basado en la novela homónima de Denis Johnson. Producción: Marisa McMahon, Teddy Schwarzman, Will Janowitz, Ashley Schlaifer, Michael Heimler. Fotografía: Adolpho Veloso. Edición: Parker Laramie. Música: Bryce Dessner. Compañías productoras: Black Bear, Kamala Films. Distribución: Netflix. Intérpretes: Joel Edgerton, Felicity Jones, Clifton Collins Jr., Kerry Condon, William H. Macy, Nathaniel Arcand, Paul Schneider, John Diehl, Will Patton.

