Por Manuel Cruz

“Ninfomanía Vol 1” (Nymphomaniac Vol 1, Lars Von Trier, 2013) es una advertencia. No es casualidad que la cinta esté rodeada de censura y escándalo, cómo si el mundo entero quedará frente a la re-encarnación moderna de “Garganta Profunda” (Deep Throat, Jerry Gerard, 1972), y ello fuera un cataclismo mundial. Pero su poder va más allá de la imagen explícita (sin embargo, conviene mencionar que el poco versado en las artes pornográficas y/o suscrito a religiones culpígenas se va a llevar una sorpresa).

Frente a siglos de cine, ¿es tan extraordinario encontrar una película que dé voz a la mujer? No un discurso para cambiar la moral y política de su audiencia, una simple historia. Tras hacer comentarios inoportunos sobre el nazismo entre otras aventuras iconoclastas, Lars Von Trier lo cree, y su intento no está alejado de una pequeña revolución.

Joe (Charlotte Gainsbourg) yace herida en la calle cuando es rescatada por Seligman (Stellan Skarsgård), un pescador lleno de metáforas y conocimientos musicales. Tras advertir que es una mala persona, comienza a relatar la historia de su juventud (interpretada por Stacey Martin) su padre (Christian Slater) la quería mucho, pertenecía a una clase social para nada despreciable, su progreso en la vida iba viento en popa. ¿Porqué entonces – preguntarían los moralistas desesperados – esta niña chupó, besó y se cogió a todos los que pudo, incluyendo a un actor que ya no es famoso y toma citas del gran Éric Cantona sin avisar? (Shia LaBeouf) Las aventuras sexuales de Joe son un sencillo recuerdo a la civilización moderna sobre su instinto y deseo más básico en acción. Con distintos niveles de creatividad, todos hemos hecho lo mismo que Joe, pero vaya shock que aparezca en un cine. La verdad existe desde Hitchcock: Es más emocionante ver lo que no debe ser visto.

¿En dónde se diferencia Von Trier? Puede alegarse que la ocasional presencia genital es notable – aunque en Europa la sexualidad en el cine apareció desde muy temprano – , pero el fantasma incómodo aquí es la aparente inocencia de Joe y Stacey Martin, por momentos semejante a Sue Lyon y Lolita (Stanley Kubrick, 1962) en medio de actos que media sociedad occidental considera impuros, sucios y garantía de un pase directo al infierno. Es más notable ver semejantes declaraciones y morirse de la risa, cuando la ex-mujer de uno de los amantes de Joe (una desesperada Uma Thurman) muestra a sus hijos pequeños el lugar donde habita “la nueva puta de su padre”, intentando hacerles entender el horror que verán en sus futuras vidas. Los niños se callan y la observan, sin entender nada. Y quizás nosotros tampoco entendemos tras descubrir que la línea moral es un invento personal, más que un canon inamovible. Funcionó así para muchos provocadores en la historia del arte, y ahora le sirve a Von Trier.

Sin embargo, la liberación sexual no es el desafío más grande. No sería descabellado sospechar que, si “Ninfomanía” hubiera tenido un protagonista masculino, el escándalo existiría, pero mezclado con orgullo en alguna esquina del globo. Si bien la mujer se ha liberado de muchísimas injusticias y prejuicios con los años, gran parte de la cultura aún funciona bajo una perspectiva machista, que en algún nivel da terreno a la existencia de figuras como Don Draper, James Bond, Rambo y asociados, sin muchos ataques de nervios en el camino. Es válido que los hombres se acuesten con todas las mujeres que les de la gana, de ello se trata la – introducir sinónimo cliché de macho aquí – ¿Pero que una mujer deseé, hable y goce? No, eso es imposible. O al menos eso se piensa. Y ay de aquel que se atreva a contradecir esa creencia destructora, que ya ha gastado gran parte de la historia mundial, y debería estar en vela de un necesario retiro

Ahí esta Lars Von Trier, Charlotte y Stacey Martin con esta película (y su próxima secuela), advirtiendo a todos que el deseo femenino sí existe, y en algún sentido recordando a esa canción de James Brown: Es un mundo de hombres… pero no sería nada sin una mujer.

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