Por Lorena Loeza
Las historias de superación frente a la adversidad siempre representan un gran atractivo para construir narraciones cinematográficas. Las vidas de quienes se esfuerzan para lograr sus sueños, son inspiradoras para miles de personas, que ven en estas experiencias la posibilidad de avanzar con éxito ante los obstáculos más complejos que enfrentan en sus propias vidas.
También se inscriben generalmente dentro del género del melodrama, y no hay que olvidar que se trata de uno de los formatos favoritos del público no sólo en México, sino en todo el mundo. Por tanto, no es de extrañar que una cinta de esta categoría como “Radical” (Christopher Zalla, México, 2023) se gane el interés y la aprobación del público.
Y de hecho, “Radical” lo logró en la pasada edición del Festival de Sundance, donde ganó una presea como la favorita del público fuera de competencia. Un gran honor para una cinta que tiene como protagonista a una niña mexicana, que logra la mejor calificación en la prueba ENLACE (una evaluación estandarizada del aprovechamiento escolar) a nivel nacional, a pesar de vivir en medio de una desoladora precaridad.
Sin duda, nadie podría negar que es necesario que estas historias se cuenten, se hagan famosas, inspiren a otros niños y niñas de México y el mundo. Y este noble propósito parece ser el principal motivo para producir esta película.
Dirigida por el estadounidense Christopher Zalla (“Padre Nuestro”, 2007), de la mano de Eugenio Derbez, quien produce y protagoniza la cinta, la historia de Paloma se nos presenta como la de tantas niñas y niños que parecen no tener futuro. Y quizás el principal problema del guion es justamente mover el lente de la historia de Paloma, hacia la de Sergio, su profesor, personaje interpretado por Derbez.
El profesor que se construye como personaje principal de la cinta, parece inspirado en otras películas donde un maestro con iniciativa, es capaz de motivar a sus alumnos y alumnas. Una fórmula que no es en modo alguno novedosa: la hemos visto desde Cantinflas hasta Robin Williams, por lo menos. Y aquí la vemos de nuevo, aunque en realidad, con muy poca originalidad. Con decirles que hasta se sube al escritorio, al mejor estilo de “La Sociedad de los Poetas Muertos” (1989). Y eso por decir lo menos.
El personaje del profesor, se inspira en modelos que privilegien la experiencia del aprendizaje, un método similar al Montessori, al parecer. Pero eso tampoco se explica en “Radical” como muchos otros cabos sueltos que al final hacen a la película efectiva en sus motivaciones y emoción, pero carente de un buen oficio cinematográfico.
Por otra parte, si bien la construcción de personajes se centró sólo en uno, es importante decir que eso no es obstáculo para hacer una crítica del sistema educativo, que margina a las y los marginados y que les contempla muy poco en sus estrategias. La verdad es que sí existen esos niños y niñas que trabajan, son explotados y víctimas de la violencia. Y eso, aunque se trata de manera tangencial en la cinta, se agradece que no se obviara por completo.
No dudo que “Radical” lleva mucha gente al cine, porque estas historias de triunfo siempre son bienvenidas. Pero quizás por la alta exposición que sugiere, hubiéramos esperado un poco más. Al final hizo falta arriesgarse y sobre todo, construir mejor a la protagonista antes que al maestro, aunque se trate del gancho que va a funcionar en taquilla. Y es aquí donde es de lamentarse que se apostara a lo seguro, sin mirar un poco más allá.