Por Ali López
Mis sentimientos entorno a éste film mexicano son contradictorios, y eso, no es más que el resultado del film mismo. “Regina” (Javier Ávila, México 2013) termina de manera brutal, con secuencias, escenas e imágenes que se quedan impregnadas en la retina con una fuerza envolvente. Son tan impactantes que nos hace olvidar la media hora de película donde no pasó absolutamente nada. La palabra que, a mi parecer, describiría la cinta, sería pretensión.
Una historia que bien pudo ser un excelente cortometraje, se alarga a lo más para poder ser exhibida como largometraje. Se siente una falta de ritmo. Una cosa es el “estilo europeo” con la extensas tomas silentes, y otra alargar una historia para ganar minutos al tiempo. Cuando Antonio, (Jesús Márquez) el padre de Regina (Miriam García), nos muestra su condición patética, tiene en el público un efecto inmediato. Pero la toma es tan larga, que el chiste se vuelve malo. Eso mismo pasa con los rasgos de locura de Cecilia (Gisela Blanco), la madre, que en momentos llega a transmitir su inmenso desasosiego. Pero al mismo tiempo, cuando hay escenas con ese personaje que no hacen más que comer minutos, el personaje pierde credibilidad y empatía. Por ejemplo, durante una larga toma, Cecilia nos canta una tonada macabra, pero los segundos pasan, y la tonada comienza a perder ese tono tétrico para volverse sólo un pasaje musical flojo. La atormentada situación de Regina sufre las mismas consecuencias.
La brutalidad aparece, y eso es de aplaudirse. Pone en contexto la cinta, y la inserta en el género; pues el terror no sólo son personajes maniacos, y ambientes sucios y extraños, se necesita un trasfondo que provoque la explosión del miedo. Los personajes por si solos funcionan, su psique y su contexto pueden inspirar repulsión, temor, y una angustia muy concreta, pero aunque el fin justifique los medios, ésta vez, creo, el medio falla. Diez minutos iniciales buenos, diez minutos finales contundentes, y en medio, minutos y minutos sin mucho que contarnos. Tal vez una reedición, o una reconceptualización de la cinta traiga un mejor resultado. Porque vale la pena ver la película, vale mucho la pena, pero Regina pudo haber sido una cinta perfecta, y se queda sólo en la recomendación dominguera.