Por Matías Mora Montero
Paul Verhoeven es un realizador cinematográfico fascinante. Su filmografía parece desatarse en dos ramas: por un lado, en su cine encontramos obras llenas de misterio, con elementos fuertemente provocadores y eróticos, sin dejar de lado un increíble y muy peculiar sentido del humor, que se nos transmite tanto en el guión como en la dirección. Algunos ejemplos serían la fabulosa “Showgirls” de 1995, o la que me pareció la película más graciosa y a la vez una propuesta muy radical, que nos entregó el año pasado, “Benedetta”.
Por otro lado, dentro de la filmografía del propio Verhoeven encontramos clásicos de ciencia ficción, películas pertenecientes al cine comercial que han dejado su marca a través de la historia, gracias a icónicos conceptos como aquel que nos presenta en “Robocop”, su obra de 1987, donde tras ser fatalmente herido en combate, un policía es sometido a un procedimiento que lo transforma en un cyborg listo para regresar a las calles y cumplir su deber policíaco.
Por más contrastantes que parezcan estas dos ramas de cine, Verhoeven logra mantener un sentido de sátira en ambas, una consistencia donde el mensaje es claro. Nos grita su discurso, un riesgo en el cine, pero a diferencia de películas como “Don’t Look Up” de Adam McKay y “Everything Everywhere All At Once” de los Daniels, películas que a mi parecen igual gritan su discurso a la audiencia, “Robocop” parece hacerlo de una manera no sólo más inteligente, sino a la par con el resto de las obras de Verhoeven que he visto. Parece ser una necesidad que le queda como anillo al dedo a la película, permitiendo así que en ningún momento se sienta forzada. Más bien, se muestra apoyada gracias al fenomenal ritmo que tiene. Fluye de tal manera, que todo espectador puede estar seguro de estar amarrado a ese asiento sin distracción alguna. La trama engancha y nunca suelta, sus giros, humor y personajes la vuelven una experiencia muy placentera, en la cual se esconde no tan sutilmente un mensaje político verdaderamente contundente. Verhoeven bucea en la profundidad para destripar el sistema americano, llegando a la raíz de la que nacen muchos de los problemas sociales a los cuales nos vemos cotidianamente enfrentados.
La alianza entre el gobierno y las grandes corporaciones, fenómeno por el cual la primera identidad se vuelve sumisa a la otra, mediante contratos y negociaciones que permiten la impunidad de las empresas y que estas tengan un control abrumador sobre el pueblo, en este caso, a través del manejo de la seguridad del mismo, es decir, de la policía.
La historia de “Robocop” es, hasta cierto punto, una gran y por supuesto lamentable tragedia. Un hombre cuya honesta búsqueda por la justicia lo pone en manos de una corporación, cuyos intereses privados, si bien salvan su vida, le provocan un proceso de deshumanización brutal, borrando su memoria y convirtiéndolo en un arma, o el término que ellos prefieren usar, un “producto”, el cual por supuesto nombran Robocop. Su objetivo parece ser precisamente el llevar a la justicia a aquellos criminales que acechan la vida de los habitantes del Viejo Detroit, aunque se nos da a conocer que esto es tan sólo para llegar al verdadero objetivo, que es el permitir la construcción de una nueva ciudad, donde los intereses corporativos predominan.
La ley es ciega, Robocop deambula por las calles, salvaguardando y protegiendo, sin conocimiento de aquello que motivó su creación en primer lugar. A la vez, se le ha privado del conocimiento de quién está bajo toda esa chunche tecnológica, recuerdos de su nombre, su familia, su aparente muerte, se han desvanecido de su mente, o al menos eso creen aquellos que lo crearon. La trama se va desenvolviendo a partir de esta crisis de identidad, donde Verhoeven disecta qué significa ser un policía en un sistema que tiene otros planes para tu servicio, un sistema que no te puede observar más allá de un informe y te vuelve inhumano.
Me es imposible no regresar a otra de mis películas favoritas del año pasado: “Una película de policías” de Alonso Ruizpalacios, una mezcla muy ingeniosa entre documental y ficción, donde la realidad del ser policía en México se nos da a conocer y donde entendemos que aquel coraje que como ciudadanos les tenemos proviene de un problema que va más allá, es decir, proviene de un sistema putrefacto, podrido y corrupto, donde el facismo ha caído en manos de empresas, donde las necesidades ponen en riesgo a la moral. “Robocop” nos ilustra este mismo sistema y sus consecuencias, el crimen y las empresas son uno, poder poner la ley y el orden a justa medida requiere ser puesto en contra de todo aquello a lo que fuimos programados. En una de las escenas más trágicas de presenciar del filme, un gran grupo de policías ataca a Robocop tras este enterarse de una conspiración a la que estos policías aún son ciegos a su existencia y, por ello, reciben órdenes de destruir a Robocop. No quiero revelar el resultado de semejante situación, en caso de que no hayan visto la película, pues de nuevo, se desenvuelve con bastantes giros que se nos entregan de una manera tan orgánica que, al llegar a su fin, la película verdaderamente se siente como una obra muy completa, que logró alcanzar y superar todo su potencial.
Y es que, aparte de ser una película narrativamente muy completa, políticamente muy radical y estéticamente lograda de manera excelente, emocionalmente es muy fuerte. Aún con todas las escenas de acción, las cuales se manejan con un sentido dinámico, el cual todo el cine de acción de nuestros tiempos debería admirar, o con toda la sangre que brota de una variedad de personajes y el humor tan adecuadamente puesto en pantalla, no deja de ser la historia de un hombre que, tras perder su humanidad y vivir una crisis de identidad, brota y de ahí nace una búsqueda para poder recuperar siquiera una fracción de su alma, de su formación, no como un policía, sino como un ser humano. Se trata de un proceso indudablemente difícil de presenciar. Emocionalmente es muy complejo y encaja a la perfección con todos los elementos ya discutidos del discurso de la película. Una obra sumamente emocionante de admirar, la cual deja mucho para reflexionar y, por ello y por mucho más, se establece con todo derecho como uno de los grandes clásicos del cine.
“Robocop” se encuentra dentro de los reestrenos de clásicos de ciencia ficción de Cinemex y también en varios servicios de streaming o de renta y compra de películas digitales, como Apple o Amazon Prime Video.