Por Lorena Loeza

La importancia que damos al “que dirán” y el peso que tienen esas otras miradas en nuestras vidas, termina por ser un abultado lastre del que es difícil deshacerse. En el caso de las mujeres, los múltiples arquetipos de esposa, madre e hija perfecta moldean nuestras vidas, en ocasiones, casi hasta la locura.

Si para las personas la mirada pública –en general– es objeto de angustia, en las mujeres cobra una proporción mayor. Es casi imposible escapar del escrutinio público. Y es de esas formas de pretender mantener el control y no enloquecer, de lo que, a muy grandes rasgos, trata “Swallow” (2019), del director Carlo Mirabella Davis, que este fin de semana llega a las salas mexicanas.

Quizá el público recuerde e identifique de primera instancia ese toque siniestro para abordar temas femeninos que habíamos visto en “Voraz” (2016) y posteriormente en “Titane” (2021) de Julia Ducorneau, cuya influencia para esta historia, pareciera más que evidente.

Sin embargo, en este caso no se trata de una mirada femenina. Mirabella Davis nos adentra a ese mundo de autoexigencia y ansiedad tomando como guía del trayecto a una impresionante Halley Bennet, que nos lleva por la alucinante travesía de las mujeres obsesionadas con ser perfectas.

“Swallow”, la cinta de Mirabella, gira alrededor de Hunter (Bennet) una chica que parece haber conseguido lo que la mayoría de las personas cree que una mujer joven necesita: un apuesto y adinerado esposo, una lujosa casa y una familia política refinada. Para completar el cuadro, la encontramos justo cuando su marido acaba de tomar control de la empresa familiar y ella se da cuenta que está embarazada.

Pero pronto nos enteramos de que esa fachada de ensueño es falsa: el marido en realidad es abusivo y controlador, la casa es una lujosa prisión y la familia política no es una familia verdadera para ella en realidad.

Presa de la angustia y la desilusión, Hunter empieza a desarrollar un extraño desorden alimenticio. A escondidas comienza a comer objetos, artefactos que no comestibles. Es entonces cuando la película se transforma en un alucinante thriller psicológico que le valió gran cantidad de críticas favorables en la pasada edición 2019 del Festival de Sitges, dedicado al cine fantástico.

Oscura y sorprendente es más que una película acerca de un tema, extraño, digamos. Al final, nos coloca frente a una cruda crítica de la sociedad actual en medio de metáforas muy interesantes, expresadas en ocasiones en los objetos que Hunter trata de engullir: de hielo a tachuelas, en realidad vemos como ella trata de lidiar con la frialdad de su nueva familia, las heridas actuales y pasadas, o el deseo de escapar.

Una reflexión que, si bien no es novedosa, sí es diferente por la forma en que está planteada. Ideada básicamente para sacudir y sorprender, la verdad es que logra ambas cosas en apenas hora y media de duración, el tiempo justo en que el cine abre una ventana de pausa en nuestras vidas, para reconocer nuestros propios dramas contados por otras personas.