Por Edurne Sarriegui
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“T2: Trainspotting”, secuela del film británico “Trainspotting” (1996), retoma más de veinte años después las vidas de sus protagonistas. El realizador Daniel Boyle regresa para llevar a la pantalla la novela “Porno” del escritor Irvine Welsh, segunda parte de la que originó la primera película. El guión está adaptado nuevamente por John Hodge. De este modo, el clásico británico consigue su secuela, cosa que pareciera casi una obligación para todas aquellas películas que en algún momento hayan alcanzado el éxito.
Boyle consiguió reunir para esta nueva edición al elenco original y así Ewan McGregor, Ewen Bremner, Jonny Lee Miller y Robert Carlyle vuelven a interpretar a Mark Renton, Spud, Sick Boy y Begbie. Veinte años después de traicionar a sus amigos, Renton vuelve a Edimburgo buscando a sus viejos compañeros, tal vez por remordimiento, por el deseo de volver a casa al sentirse vulnerable o quizás por simple añoranza.
El tiempo no ha sido benévolo con ninguno de los cuatro. A pesar de pertenecer a una generación diezmada por la heroína, consiguieron sobrevivir aunque no saben qué hacer con su vida. La droga y la violencia dejaron huellas en todos ellos y lo más lamentable es que nunca aprendieron a establecer vínculos saludables con otras personas. El desapego y la falta de empatía prevalecen en sus relaciones afectivas.
No hubiera sido una mala película…. si no hubiera existido la primera
“T2: Trainspotting” es un monumento a la nostalgia. Constantemente vuelve sobre la primera película reiterando escenas, discursos y banda sonora además de flashbacks de la misma y de la infancia de sus protagonistas. Utiliza el mismo tipo de humor negro y hace una crítica social ácida. No hubiera sido una mala película…. si no hubiera existido la primera. Si bien cuenta con sus propios méritos es inevitable la comparación y ahí pierde ampliamente. Sin la innovación estética ni la transgresión de tratar un tema candente de manera descarnada -que hicieron de la primera versión un clásico- a esta segunda parte solo le queda reflejar la triste vida de unos cuarentones marcados por la crisis existencial de la mediana edad, incapaces de encontrarles un sentido a los jirones de vida que les dejaron la droga y la marginalidad.
Sin el brillo de lo que tiene luz propia, “T2: Trainspotting” parece estar hecha a medida de fanáticos, nostálgicos o cultores de “Trainspotting”, que ven en esta nueva entrega la posibilidad de reencontrarse con los antihéroes y sobrevivientes del pasado. O también puede hacer las delicias de aquellos que gustan de las historias con epílogo y se quedaron en aquella primera ocasión con las ganas de saber a dónde iba a parar todo aquello. Que también hay espectadores para eso…