Por Manuel Cruz
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Acapulco. El ‘proceso creativo’ es una pesadilla viviente. Una relación de perversa simbiosis entre un demonio jalándole el pelo a quien habita en la superficie. La diferencia entre el artista y la persona es real, su expresión opera en la locura. Y en “Tercera Llamada”, la locura domina a Isa (Karina Gidi), una ambiciosa directora de teatro cuyo último proyecto es montar “Calígula”. La idea de hacer una comparación con el fascismo italiano (como se ve al inicio de la cinta) sale por la ventana en favor de algo más simple, pero cambios así de drásticos no ocurren sin factura: la productora de la obra, que aparenta a prima distante de Laura Bozzo, deja a Isa sin dinero, y el sector diva en el equipo de actores comienza a hartarse. La diseñadora de vestuario tranquiliza su frustración tirándose a un musculoso miembro del staff, y el encargado de mencionar las llamadas es un marihuano perseguido por un grupo de emos. Encima de todo, la obra debe abrir un festival internacional de teatro, patrocinado por un par de respetables franceses.

Cuando el actor protagónico renuncia, harto de las repentinos cambios que hace su directora, Isa encuentra a Julia (Irene Azuela) hija de una actriz legendaria, en un intento final por lograr la obra. Nada más importa; ni su frustrado marido con intenciones de ser padre, o su asistente (Mariana Treviño), una actriz de musical que intenta controlar el caos. Esta interrogante, si Isa logrará o no montar “Calígula”, le sirve al director Francisco Franco y su co-guionista María Renée Prudencio para examinar que sucede al hacer una fantasía organizada como el teatro, y las posibilidades de supervivencia en un mar de prejuicios y egos. Tanto Calígula, como Isa y Julia destruyen todo, ¿pero en busca de qué? La cinta no se preocupa en encontrar una respuesta unilateral al impulso creativo y su forma (hay miles ya) sino en mostrar la transición, con un tono acertado: a la hora de crear, hay lágrimas y risas, usualmente de la mano.
 
Hasta ahora la selección del Festival Internacional de Cine Acapulco (FICA) ha presentado cintas con un objetivo relativamente claro (“Shhh” y sus intentos de narrativa sofisticada, “Acapulco: La vida va” como un retorno al cine nacional de los 50’s y la ingeniosa idea de “My First Movie”), pero todas se desmoronan en la ejecución. No “Tercera llamada”. Franco y su reparto deciden que se trata de la risa, y el efecto se percibe desde el inicio de la cinta. El diálogo entre los actores es neurótico y agudo, usualmente referencial al estereotipo que interpretan (Rebecca Jones es la actriz que se pelea con todos, y cerca del final, Silvia Pinal encarna a la representante sindical de los actores, con un chihuaha en la mano y mentando madres cada vez que puede, oficialmente tirándome de la silla en ataques de risa).
 
Vale la pena mencionar a Irene Azuela y Karina Gidi fuera del excelente reparto que las acompaña. Pese a todas las risas sus personajes no son fáciles, como tampoco es la creación. Es un manejo tonal que cambia la atmósfera cuando es necesario sin olvidar el sentimiento que predomina sobre la cinta (cosa que otras películas del festival no lograron hacer). Se puede hacer una comedia con momentos dramáticos (como ocurre en el cine de Alexander Payne). Pero sobretodo, se puede hacer una película entretenida y reveladora al mismo tiempo, para doblarse en carcajadas y reflexionar después. Se puede hacer mucho, y yo insisto en que empieza al escribir.

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Por S TP