Por Hugo Lara
En este año plagado de secuelas, precuelas, spin-offs, reboots y demás manifestaciones del agotamiento creativo de Hollywood, llegó el turno para estrenarse en cines de “Terminator Génesis” (Terminator Genisys, 2015), la quinta entrega sobre el androide que hiciera famoso al actor Arnold Schwarzenegger de la mano del director James Cameron, cuya primera película, “Terminator”, fue lanzada en 1984.
Lo que se nos presenta es una nueva combinación de posibilidades siempre sobre la misma idea: la guerra del futuro entre la humanidad y las máquinas, así como los viajes en el tiempo en busca de modificar la historia. Esta vez la responsabilidad de dirigir ha recaído en Alan Taylor, eficiente director al que se le identifica por su labor en “Thor: El mundo oscuro” (2013), pero al que también debe asociársele con una película más modesta pero divertida e imaginativa, “Mi Napoleón” (The Emperor’s New Clothes”, 2001)
A diferencia del primer “Terminator”, este “Terminator Génesis” comienza en el entorno de la guerra del futuro entre hombres y máquinas. John Connor (Jason Clarke), líder de la resistencia humana, envía a 1984 a Kyle Reese (Jai Courtney), su hombre de mayor confianza, para salvar a su madre Sarah (Emilia Clarke) de la amenaza de un terminator modelo T-800 quien pretende exterminarla. Reese llega a Los Ángeles de 1984 y, para su sorpresa, es rescatado por Sarah y Pops, otro terminator T-800 más viejo que fue enviado desde que era niña para entrenarla y protegerla. Tras eliminar al otro T-800 y escapar de un terminator T-1000, los tres echan a andar un plan para viajar al futuro, a 2017, con el fin de sabotear el lanzamiento de un programa informático que desatará la gran guerra de las máquinas. Una vez allí, se enfrentarán a un terminator mucho más avanzado y peligroso que todos.
Hay poca originalidad en el filme, en una trama rebuscada con viajes en el tiempo y la presencia de todos los modelos de terminator, incluidos los T-800 y los T-1000. Cabe mencionar que se hace presente, brevemente, un Schwarzenegger rejuvenecido para encarnar a un T-800, gracias a los estupendos efectos digitales. Sin embargo, el robot protagonista es el viejo Pops, un Schwarzenegger contemporáneo que da vida a un robot con humor sarcástico y que repite cada vez que sale a cuento: “Viejo, pero no obsoleto”, como gran frase de esta entrega, intentando ponerse a la altura de las ya legendarias “I’ll be back” y “Hasta la vista, baby”, de cintas anteriores.
El tal Pops se desempeña como un padre para Sarah, lo que desata una divertida rivalidad suegro-yerno con Reese. En virtud a estos gestos, a la idea de que no se toman demasiado en serio, Schwarzenegger y el director salvan la película. Con el apoyo del guión de Laeta Kalogridis y Patrick Lussier, el filme propone una historia emotiva entre Sarah y Pops, un vínculo sentimental que se inicia en los años setenta y que, a pesar de que el segundo es una máquina, logra establecer un vínculo emocional con su protegida, a quien cuida como una hija. Hay que mencionar que Emilia Clarke no desentona en el papel de Sarah Connor.
Sin embargo, abajo de esa capa y la producción espectacular, no hay más que se pueda salvar. “Terminator Génesis” no aporta gran cosa a la saga ni a la historia original, pero es posible entretenerse con el viejo Schwarzenegger y las bromas sobre su edad. Es toda una ironía: así como él, la ocurrente idea que dio origen a Terminator, ha terminado por volverse vieja y agotada, repitiéndose y autoplagiándose. ¿Cuánto más nos espera de esto?