Por Hugo Lara
Nacido en Belfast, Irlanda del Norte en 1962, Kenneth Branagh se ha venido desempeñando como director y actor de una compañía de teatro en Londres. A los 27 años, Branagh, en un hecho poco común por su edad, publicó su autbiografía; y se alistaba para iniciar en 1990 su carrera dentro del cine. Para hacer su debut como realizador, Branagh escogió un proyecto difícil aunque bien estudiado por él: “Enrique V”, la obra clásica de Shakespeare que había sido llevada ya a la pantalla por el célebre Laurence Olivier en 1945. Pero Branagh salió muy bien librado del compromiso: su “Enrique V” posee la fuerza dramática como obra cinematográfica, y conserva al mismo tiempo, el vigor inherente de la teatralidad de Shakeaspere. Tras su afortunado inicio en el cine, el actor-realizador causó que los productores de Hollywood se interesaran rápidamente en su oficio. Así le llegóo a las manos el guión de Scott Frank. “Volver a morir” (“Dead Again”, 1991), un proyecto que implicaba nuevos retos para el irlandés: por un lado, “Volver a morir” es un “thriller” que requiere mucho más aplicación cinematográfica; por otro lado, los recovecos del guión le exigieron un complejo trabajo actoral (Branagh, al igual que Emma Thompson, su esposa en la vida real, interpreta a dos personajes).
En 1948 ocurre el oscuro asesinato de Margaret Strauss (la Thompson), victimada violentamente con unas tijeras en su propia recámara, y sin que su esposo, el músico Roman Strauss (Branagh), ni la ama de llaves ni el hijo de esta se percataran del crimen. Las primeras pesquizas policiacas llevan a conjeturar que el homicidio se debió a un robo, pues ha desaparecido una preciosa joya de la víctima. Pero Gray Baker (Andy García), un cínico periodista que cortejaba a Margaret, es quien conduce a la policía hacia el supuesto culpable: Roman, quien, según las investigaciones, la mató por celos. Roman es condenado a muerte, pero antes de ser ejecutado tiene una última entrevista con Baker. Ahí, Roman al oído le confiesa a Baker su último secreto.
Cuarenta y tres años después, el detective Mike Church (Branagh nuevamente) es llamado del orfanato donde se crió para ayudarles a resolver un insólito problema: una joven mujer (la Thompson) ha caído en sus manos; no habla y perdió la memoria; pero en cambio tiene terribles pesadillas que la atormentan constantemente. Church acepta a regañanadientes hacerse cargo de ella para buscarle su identidad y encontrar a su familia. Tras el aparente fracaso del anuncio en el periódico, se aparece de pronto Madson (Derek Jacobi), un anticuario que convence a Church de buscar la memoria de la mujer a través de la hipnoterapia, especialidad la cual domina. Así, Madson hipnotisa a Grace (es el nombre que Church le pone a la amnésica mujer), quien, para sorpresa de Church, no relata su vida inmediata, sino la vida de los Strauss con una exactitud asumbrosa. A pesar de la desconfianza y de su esceptisismo inicial, Church es sugestionado por un psiquiatra retirado (Robin Williams) acerca de la posibilidad de que exista la reencarnación, y de que la vida se repita cíclicamente. Esta idea se refuerza cuando Grace reconoce a Church dentro de uno de sus transes. El desconcierto aumenta cuando Church se deja hipnotizar y descubre que también posee una vida anterior. Al final todo se aclara.
Las dos historias que se unen a través de la vieja creencia de la reencarnación, y en la narración no están estructuradas de una manera lineal. Aquí el montaje, a cargo de Peter Berger, y la musicalización espléndidamente lograda por Patrick Doyle, corren un papel fundamental: el desarrollo dramático va dando la pauta para que se reconstruya el pasado a partir de la búsqueda de la memoria de Grace. A modos de flashbacks, el relato de Roman y Margaret es en blanco y negro. El blanco y negro y los contrastes en el relato de Roman y Margaret, se complementan con el otro relato de la historia, el de Church y Grace.
La historia de amor es el pretexto, es el acto inconcluso que exige su continuación; por ello, el fatídico final del romance entre los Strauss sigue vigente a través de la reencarnación y el destino, eventos superiores que irrumpen en la simple noción racional de Church o de Grace y que provocan su encuentro. Esta situación insólita evoca inevitablemente al cine negro: el detective, un sujeto sarcástico al que se le conmueve, en cuyas manos cae una mujer desamparada; la forma en que se teje la narración redunda en varios elementos, como el arma homicida (las tijeras), los tintes hitchcockianos de la amnésica; y la enredada trama repleta de personajes ambigüos, misteriosos y exóticos que se mueven entorno a los protagonistas, a los que de una u otra manera los afectan, los confunden y/o los iluminan, por ejemplo Madson, el anticuario hipnotista que en la memoria de otros busca muebles de valor; o el psiquiatra retirado (Robbin Williams) que le da consulta a Church entre las reses destazadas de un supermercado.
Los constantes giros de tuerca de “Volver a morir” están trabajados por la serie de conceptos que se manjean: la reencarnación, el destino y la alteración del mismo; la historia de amor, es evidentemente fundamental para la interacción de todos los elementos. Con un estilo narrativo inteligente y con un suspenso bien sostenido, “Volver a morir” consigue inquietar y perturbar, con el estilo mesurado de Branagh quien resuelve hábilmente la intrincada historia.

