Por Miguel Ravelo
Luego del éxito de “Wicked” (Jon M. Chu, 2024), película musical que alcanzara multitud de nominaciones incluyendo las de mejor actriz, mejor actriz de reparto y mejor película tanto en los Golden Globes como en los premios Oscar, se estrena “Wicked: Por siempre”, continuando la historia de las brujas del maravilloso mundo de Oz.
Dirigida por Jon M. Chu, “Wicked: Por siempre” (2025), es el segundo acto de “Wicked”, que adaptaba a la gran pantalla el musical de Broadway, autoría de Stephen Schwartz y Winnie Holzman. A su vez, dicho musical es adaptación de la novela “Wicked: Memorias de una bruja mala”, publicada en 1995 por Gregory Maguire, cuya inspiración surgió de las tierras y personajes de la novela original de L. Frank Baum, “El maravilloso mago de Oz” (1900), y del clásico cinematográfico protagonizado por Judy Garland y dirigido por Victor Fleming en 1939, “El mago de Oz”.
Si bien la historia original y sus primeras adaptaciones contaban las aventuras de la pequeña Dorothy y sus entrañables amigos recorriendo el mágico mundo de Oz, Maguire decidió cambiar la perspectiva y preguntarse si la malvada bruja del oeste era en realidad la espantosa villana de piel verde y risa macabra que aterró a los espectadores de su tiempo. Uno de los planteamientos de la novela fue que, a veces, los héroes y los villanos no son los que las versiones oficiales nos cuentan; que detrás de ellos hay muchos intereses que se quieren proteger, no importando la alteración de la realidad. Con la anterior idea, Maguire abrió un mundo de posibilidades a explorar dentro de las historias clásicas. ¿Es el Mago de Oz tan maravilloso como dicen? ¿La malvada bruja del oeste y la bruja buena de Oz son enemigas a muerte?
Tras un año de espera, Elphaba (Cynthia Erivo), Glinda (Ariana Grande) y el mundo de Oz vuelven a las salas cinematográficas para entregarnos la conclusión de la historia. El director Jon M. Chu se desenvuelve con la confianza en que este segundo acto viene con el no poco valioso empuje de la primera parte; además, los personajes están más que afianzados en el corazón del público. Toca ver lo que Chu consigue ahora, considerando que ya no cuenta con una secuencia musical de la espectacularidad de “Defying Gravity” para cerrar la historia por todo lo alto, y proponiendo dos nuevos números musicales: “No Place Like Home” y “The Girl in the Bubble”, canciones escritas exclusivamente para esta nueva entrega, y que existen para cumplir la cuota de nuevas canciones que puedan competir al premio de Mejor Canción Original.
Tras el enfrentamiento final y su posterior escape, Elphaba vive en el exilio y tiene fugaces apariciones que aterrorizan a la población de Oz, quienes no alcanzan a ver sus verdaderas intenciones: librar a la población de los engaños del Mago (Jeff Goldblum), y ayudar a los animales, a quienes se les ha prohibido hablar y tener una personalidad; lejos de ser los profesores y eruditos que convivían con el resto de los habitantes de Oz, ahora son cazados y tratados como bestias salvajes, obligados a trabajar en un absurdo proyecto: el famoso camino amarillo que conectará la tierra de los Munchkins con la Ciudad Esmeralda, hogar del Mago y capital de Oz.
La situación entre Glinda y Elphaba tampoco es la mejor. Habiéndose despedido como amigas, cada vez surgen más fricciones entre ambas. Glinda quiere a Elphaba, pero no puede desaprovechar el empuje que está teniendo entre los sectores poderosos de Oz. Por su parte, Elphaba prefiere quedar como una villana antes que permitir injusticias y crueldad. Por si esto fuera poco, Fyero (Jonathan Bailey), el capitán de las tropas de Oz, está comprometido con Glinda, cuando su corazón en realidad pertenece a Elphaba.
Desde la entrega anterior quedó claro que, más allá del atractivo de la historia o las virtudes de su dirección, el poder de Wicked recaía en sus protagonistas, y tanto Cynthia Erivo como Ariana Grande demostraron tener el talento y carisma para sostener el relato y conectar con el público. Sin embargo, si en la primera película Ariana Grande casi le robaba el show a Erivo, ahora su personaje se siente un tanto desconectado; se sigue notando el esfuerzo y talento de la actriz, pero ahora la historia, las canciones, motivaciones y momentos cumbre de “Por siempre” recaen en Elphaba, y Erivo no desaprovecha la oportunidad. Su encarnación de la bruja mala del oeste se convierte rápidamente en lo más destacable de esta entrega, mientras el resto de los elementos se notan menos sólidos conforme la película avanza.
Desde su adaptación en Broadway, “Wicked” se dejaba ver como una historia un tanto anticlimática, problema que persiste en “Wicked: Por siempre”. Aunque tiene algunos números musicales destacables (“As Long As You´re Mine” y “No Good Deed”, por ejemplo, ambos a cargo de Erivo), este apartado se nota menos sólido que en la anterior entrega. Las canciones llegan a sentirse un tanto forzadas, situación a la que no ayudan los nuevos temas musicales, que no funcionan ni como canciones originales ni como demostración de las habilidades de Chu en la dirección. Las dos piezas terminan sintiéndose forzadas, visualmente planas e innecesarias, además de representar un lastre importante dentro de la narrativa.
En cuanto a la dirección, el trabajo de Jon M. Chu no propone algo distinto a lo que ofreció en la primera entrega; el director decide no cambiar lo que ya demostró ser funcional, pero el problema es que el material no resulta lo suficientemente sólido como para sostenerse con facilidad. La mancuerna con Alice Brooks, directora de fotografía, entrega momentos vistosos, pero de una marcada artificialidad visual. Este maravilloso mundo de Oz está lejos de sentirse vivo, y cuando llegan a conseguirse momentos musicales que podrían ser espectaculares, las canciones o su interpretación están lejos de ser destacables. ¿Y qué ocurre cuando algo no funciona en “Wicked: Por siempre”? Recurrir a la indestructible Elphaba. Siempre que el asunto comienza a sentirse frágil, se recurre a algún número musical en el que ella esté involucrada, o a las no pocas, pero siempre espectaculares, secuencias de Elphaba volando por Oz, dando piruetas por los aires junto a su ejército de monos voladores.
En el apartado actoral la tendencia se confirma: esta vuelta a Oz merece ser vista para apreciar el trabajo de Erivo y, en menor medida, el de Grande, ambas ya con su nominación al Globo de Oro como mejor actriz y mejor actriz de reparto, respectivamente. Pero el resto del elenco atraviesan la aventura sin pena ni gloria. Esto le pesa especialmente a la película en los personajes del Mago (Jeff Goldblum) y en Madame Morrible (Michelle Yeoh), desprovistos por completo ya no solo del atractivo que sus personajes tenían en la entrega anterior, sino de la presencia y carisma que tanto Goldblum como Yeoh desbordan en cada uno de sus trabajos. Ambos se sienten un tanto perdidos, sin saber qué hacer o por qué lo están haciendo, y la historia revela pronto su fragilidad en el importante elemento antagónico. Si los villanos resultan débiles, ¿qué tan interesante puede ser el viaje de las heroínas?
Un elemento a destacar es que esta segunda entrega tiene momentos considerablemente más trágicos y oscuros que la previa. Narrativamente funcionan y consiguen sacar a la película del modo automático y seguro en el que parece avanzar, dándole matices a personajes a los que les faltó un mejor desarrollo. Inclusive temas como el racismo, la segregación, el rechazo y la marginación que sufren los habitantes de Oz, quedan apenas delineados, sin profundizar jamás en ellos cuando la aceptación tanto propia como hacia aquello a lo que se le ve como diferente, es el eje de la historia.
Otro elemento interesante, pero que pudo integrarse de mejor manera, es el necesario cruce narrativo con el material de origen; no debemos olvidar que estamos en la Tierra de Oz y que las aventuras de Dorothy y su búsqueda por el camino a casa suceden en este mundo (aunque los tiempos en los que tendría que ocurrir para encontrarse con esta historia no encajan del todo ni resultan muy lógicos). La historia de Elphaba y Glinda tiene un encuentro crucial con la de Dorothy, y aunque se disfrutan la conexión y los paralelos, descubriendo el origen de varios personajes clásicos, estos pudieron ser mucho mejor integrados dentro del musical, y sobre todo, mejor dirigidos por Chu.
En general la cinta resulta un ejercicio disparejo. Logra entretener y emocionar en alguna secuencia, sobre todo si se conocen el musical y sus canciones, pero resulta imposible encontrar el encanto que tenía la entrega de 2024. Será interesante ver su recepción y comportamiento en la temporada de premios, pero la tendencia hasta el momento es que sus protagonistas serán reconocidas con la nominación, pero la película será pasada por alto.
Lo que no habrá aquí serán pérdidas económicas. Desde el día de su estreno, “Wicked: Por siempre”, dejó claro que no sería ni de lejos un fracaso de taquilla. Tan solo en su primer fin de semana, la cinta consiguió una recaudación mundial de 393.2 millones de dólares, superando toda expectativa y convirtiéndola en la adaptación de un musical de Broadway más taquillera en la historia. Esto casi puede asegurar que no será la última vez que veamos las aventuras de este mágico mundo en pantalla. El material está listo, esperando sobre la mesa: Maguire tiene ya publicadas tres novelas más a las que llama “Los años malvados”: “Hijo de bruja” (2025), “Un león entre hombres” (2008) y “Fuera de Oz” (2011), además de una nueva trilogía que es secuela directa de “Wicked”, y dos precuelas: “Elphie: una infancia malvada” (2025) y “Galinda: una infancia encantada”, a publicarse en 2026. Entre todas las mencionadas y el resto de novelas del autor sobre la versión alterna de las historias clásicas, esto promete no solamente mucho dinero en el banco para los involucrados, sino una agotante e imparable avalancha de nuevas adaptaciones.

