Por Ali López
La idea de realizar una cinta con diferentes historias, pero enlazadas en un tema, regularmente es la idea de presentar a diversos directores, guionistas y actores, así como estilos, géneros, y formas de hacer cine. Ejemplo recientes son las cintas “Paris je t’aime” (Francia, Liechtenstein, Suiza, Alemania-2006) o “Abc’s of the Dead” (USA, Nueva Zelanda-2012) y sus respectivas secuelas; así como los clásicos Ro.Go.Pa.G. (Italia, Francia-1963) o “Boccaccio ’70” (Italia, Francia-1962) y los grandes directores que forman parte de sus filas. En “Relatos Salvajes” (España, Argentina-2014) se apuesta por éste tipo de cinta, el de las historias cortas, pero bajo la visión de un mismo director y guionista: Damián Szifrón.
“Relatos salvajes” hace una comparación entre la sociedad humana y el salvajismo natural, mostrándonos hermosas imágenes de los animales salvajes en su entorno, y sacando, con sus pequeñas historias, lo peor del lado humano. Las seis historias que conforman el film, sacan a flote lo que la vida moderna nos ha otorgado: violencia, estrés, falta de humanismo, corrupción, y una psicología social cada vez más torcida. Los automóviles, las redes sociales, el dinero, los teléfonos móviles, y demás aditamentos de nuestra vida cotidiana, son la parte sustancial de las tramas, pues la importancia que les hemos dotado, ha corrompido nuestro lado humano. La venganza, es otro tema recurrente en la mayoría de los cortometrajes que construyen “Relatos Salvajes”. Los personajes son presionados a tal extremo, que los llevan a sacar lo peor (o mejor) de si mismos. La traición es otra de las emociones presentes, así como el entre dicho moral de la clase alta, y la aparente falta de subversión de la clase baja, (que lo permite todo, hasta que de plano no aguanta).
El salvajismo es placentero, las historias son cada vez de mayor complejidad, pero a la vez son más animales (o menos humanas) y van poco a poco volviéndose intrigantes. No te permiten siquiera pestañear, te van envolviendo en su maraña de salvajismo; haciendo cuestionarte acerca de la vida moderna y el aspecto humano. Cada una de las pequeñas historias, por fantásticas que parezcan algunas, están bien justificadas y bien manejadas. Con personajes fidedignos que no desmerecen nunca, actuaciones notables, y diálogos con toque social, filosófico, ético, pero que no se pierden en lo barroco o churrigueresco. Si se quiere hablar de la vida común y corriente se debe hacer de manera simple, eso lo entiende perfecto Szifrón, y es por que sus historias empiezan en la simple anécdota, se enmarañan y disparatan, y terminan otra vez en la historia cotidiana, como quien te cuenta su día. La dirección no decae, se mantiene en tono, diferencia bastante bien en cada relato salvaje, respetando su propia esencia. El problema, por que si lo hay, es que al ser un cúmulo de diversas historias, que jamás se enlazan en la trama, y éste collage de tramas son obra y causa del mismo director y guionista, comienzan a volverse un poco opacas. No aburren, ni cansan, tampoco se vuelven calcas, pero no se ve alguna diferenciación, siguen teniendo el mismo estilo, la misma forma narrativa, y el humor negro comienza a volverse grisáceo. Es por eso que las historias múltiples se cuentan con diferentes directos, pues la gamma de estilos es parte del encanto, aquí la mano de Szifrón está en todos lados, y aunque disfrutable toda la cinta, se preferiría que se cambiara un poco de gamma.
“Relatos Salvajes” es una buena apuesta, que con el paso del tiempo se irá perfeccionando, por lo mientras se ha puesto la vara muy en alto. Basta con salir a la calle y ver el salvajismo natural de los seres humanos, pero si aún no está convencido de que lo que digo es cierto, acérquese a la oscuridad de una sala cine, y vea la cinta, verá que la realidad supera a la ficción, pero la ficción nos hace más placentero reírnos de nosotros mismos (o del primo de un amigo).