*Presentación del libro “Pancho Villa en el Cine”. 20 julio 2023
Por Carlos Díaz-Barriga
Francisco Villa de siempre ha polarizado a la sociedad mexicana. Vivo o muerto.
Se narra que cuando se estrenó en México ‘Viva Villa’, en 1932, un grupo de inconformes lanzó cuetes que lesionaron a tres mujeres… la función tuvo que ser suspendida un rato en lo que les daban los primeros auxilios y las retiraban para su atención. Hoy que somos un país doctorado en permanente polarización social, cabe la posibilidad de que podamos tolerar este encuentro. Ojalá.
La cultura popular de una u otra manera logró rescatar a un Villa defenestrado por sus enemigos políticos o por sí mismo. Desde el principio de los tiempos villistas ya sonaba entre ‘juanes’ y ‘adelitas’, por ejemplo la canción de ‘Las tres pelonas’ … “estaban las tres pelonas / sentadas en una silla / y una a otra la decía / que viva Francisco Villa”. O igual los corridos con la historia de sus caballos… como ‘El grano de oro’ o ‘Siete Leeeeguas’ el caballo… que Viiillaaaa más estimaaaaabaaaa.
Tres presidentes los han devuelto al pedestal. Díaz Ordaz (1967), cuando hizo poner su nombre con letras de oro en la Cámara de Diputados y le otorga la calidad de prócer de la Patria; Echeverría (1976) cuando hizo trasladar sus restos de los restos -sin cabeza- al Monumento a la Revolución… y López Obrador cuando ha hecho membrete toda la papelería oficial con el rostro del caudillo al hacer de oficialmente de este 2023 ‘el año de Francisco Villa’. Búsquense temas como la de Amparo Ochoa en ‘El corrido de Pancho Villa’ o aquella de ‘Viva mi General’ que compuso Eulalio González “Piporro” (Aunque tu pueblo jamás olvidó / rendirte memoria / hubo el recelo de darte el honor… /… laureles y gloria) y que grabó a dueto con Óscar Chávez. O igual los temas alusivos de Víctor Jara… de Bob Dylan o de nuestro Jaime López con su tema ‘Doroteo’ y de diversos grupos de rock o heavy metal setenteros.
Villa es personaje urbanísticamente incómodo a la fecha. No tanto en su región natural… (Chihuahua, Durango, Zacatecas), pero sí en la capital de la República. Donde hoy en día -salvo la estatua ecuestre del Parque de los Venados y que al principio estaba en la Glorieta del Riviera- no hay una avenida principal… céntrica, de relevancia, … ningún otro monumento significativo ni una estación del Metro, que lleve su nombre; ya no digamos una alcaldía. Eso se reservó para sus enemigos y vencedores: Venustiano Carranza o Álvaro Obregón. La más cercana referencia a Doroteo Arango, es la avenida División del Norte y su correspondiente estación del Metro.
Este mismo argumento -y reclamo- de la falta de calles, letras de oro o monumentos al Centauro fue el que usó el célebre director cinematográfico Ismael Rodríguez, para presentar en 1957 (año en que perdió a Pedro Infante, su propio héroe de mil batallas) su trilogía villista con Pedro Armendáriz como protagonista icónico: ‘Así era Pancho Villa’, ‘Pancho Villa y La Valentina’ (1958) y ‘Cuando ¡Viva Villa! es la muerte’ (1958).
Villa, figura de análisis radicales… de blancos y negros, sin la menor cabida a los grises, alcanzó lo que siempre quiso alcanzar. La perpetuidad de su mito. Criminal o revolucionario, bandido o luchador, soñador o ambicioso, cruel o justiciero, villano o héroe, movido por el odio propio o por la necesidad de ayudar a los pobres, visceral o estratega… todo indica, que era todo. Un personaje, así, de película.
Villa siempre supo lo que quería para los demás, pero también supo lo que quería para él: algo más que una estatua, un corrido, una película, una monografía de antes en las papelerías o una liga de hoy en Wikipedia. Por ejemplo, este libro… porque si el cine sigue siendo hoy por hoy el puente a la permanencia, aquí se constata que no ha habido un personaje de nuestra historia patria (… de cuando la hubo) presente en tal cantidad de cintas nacionales o internacionales.
Villa descubrió en el incipiente cine el arma más poderosa de propaganda y/o financiamiento. Testimonios o documentos incorporados en este libro, dan cuenta, por ejemplo, del contrato que firmó Villa con Hollywood para aceptar que lo filmaran a cambio del 20% de regalías para su causa… lo mismo que los acuerdos con los cineastas estadounidenses para modificar la hora de las batallas, a manera de ‘tener buena luz para grabar’.
En un gesto que hoy no puede tomarse sino con humor negro… la hora de los fusilamientos era formalmente a las 5 de la mañana; pues los sentenciados al paredón, ganaron entonces dos horas de vida, para que con la iluminación del sol, se pudieran filmar los ajusticiamientos o las quemas de cadáveres a las orillas de los vagones del tren. Para la industria eso era dinero. Y para Villa, propaganda y un mensaje de poder a sus adversarios. Igual que hoy lo hacen gobiernos en guerra o cárteles del crimen organizado valiéndose de las redes sociales para su retransmisión en medios convencionales.
El libro “Pancho Villa en el cine” es un paseo por ese cine con Villa o sobre Villa o a propósito de Villa… que transitó del Villa villano al Villa villista… de lo documental a lo propagandístico, sobre todo en ese período de fundación y transformación del Partido Nacional Revolucionario (1929) al Partido Mexicano Revolucionario (1938) al Partido Revolucionario Institucional (1946)… donde el Centauro del Norte era revolucionariamente útil.
Ya luego -como lo describe a todo detalle en este libro el maestro Eduardo de la Vega Alfaro-, a la distorsión, al pretexto para el melodrama cursi, a la pachanga, al relajo… para llegar a la década de los 70 con lo que hacían recuperando la seriedad en el cine Leduc o Cazals, entre otros… o con el más serio humor en la televisión los Polivoces en el personaje del ‘Agallón Mafafas’, parodia de Armendáriz en su interpretación de Villa… en o la década de los 90 con la académica ópera prima de Ivan Lipkies llevando a Alonso Echánove como uno de los mejores intérpretes del caudillo… o con el valioso trabajo de Gustavo Rocha buscando y encontrando algo de ‘Los rollos perdidos de Villa’… o en los dos miles, en que se retoma un ejercicio de mayor escudriñamiento del personaje.
Esta publicación tan plena de calidad, recoge la lista de Panchos Villas memorables todos -por buenos o porque estuvieron infames-. Cito algunos: Domingo Soler, Pedro Armendáriz, Víctor Alcocer, David Reynoso, Antonio Aguilar, ‘el Chato’ Padilla -mucho antes de consagrarse en la memoria colectiva como Jaimito el Cartero de El chavo del 8-, el escritor Eraclio Zepeda o Pedro Armendáriz Jr.
El maestro Hugo Lara -a cargo del segmento internacional de este trabajo- da cuenta entre tanto dato preciso, tanto documento y tantos carteles obtenidos, de la interpretación del español Antonio Banderas en la película sobre la película perdida… se descubre a muchos que no los sabrán, que sólo aquel Yul Brynner que hizo a un rey de la dinastía Chakri de Tailandia en El Rey y yo o al faraón egipcio Ramsés II en Los diez mandamientos, alcanzó los méritos para interpretar… a Pancho Villa, con Charles Bronson haciéndola de Rodolfo Fierro, el despiadado Sancho Panza del sanguinario / justiciero caudillo (como lo fue un entrañable Carlos López Moctezuma en las de Armendáriz padre).
Infinidad de curiosidades documentadas… en el libro se hace conciencia de que el director Miguel Contreras Torres, 35 años antes de dirigir a Manuel Medel en La Vida Inútil de Pito Pérez, acordaba directamente con Pancho Villa el guion de su ‘biopic’. O que en los años 10 y 20 del siglo pasado, se estrenaban en México 300, 400, 500 películas extranjeras… contra un puñado de 10 o 20 mexicanas (nada nuevo bajo el sol); que las cintas llevaban 4 lentos créditos que se alcanzaban a leer… y no mil raudos que terminan por ser ninguno… o que Gunther R. Lessing, el abogado de Pancho Villa, con los años fue el abogado de Dolores del Río y de Walt Disney.
En enero de 1977, siendo niño, entró un solitario y avejentado sujeto -vestido de mezclilla negra y paliacate- al Vips de Altavista e Insurgentes donde, niño, estaba yo celebrando mi cumpleaños. De inmediato la gente murmuró: “… sí es un asesino, acaba de salir de la cárcel, mató a un campesino en Coahuila”. ¡Y yo lo tenía enfrente!…para observar, cucharada a cucharada, cómo se comía su sopa de fideos un un maleante de verdad… de los que salen en las películas. Una semana después, mi abuelo me llevó a la televisión de su cuarto: “ése es el señor que viste el otro día en el Vips”: era el Indio Fernández. Lo conocí como un matón… y luego resultó un personaje imprescindible del cine. Después de beberme este libro, lo mismo con Villa.
La espléndida edición financiada por Procine y a cargo de su director, Cristian Calónico, es un trabajo de profunda investigación, simplemente, tan respetable como fascinante. Sin que el par de adjetivos se regalen. Y sin que puedan escatimarse.
Que en la inmensa satisfacción de haber concretado este invaluable trabajo -como antes hicieron el de Zapata-, a sus autores… el maestro Eduardo de la Vega Alfaro y el maestro Hugo Lara, sí les haga justicia la Revolución.
Muchas gracias.
CDB
El próximo miércoles 18 de octubre de 2023 a las 12:00 hrs. se presentará el libro “Pancho Villa en el cine” en el Archivo General de la Nación (Antiguo Palacio de Lecumberri). Salón Mural. Av. Eduardo Molina 113, Col. Penitenciaría, Venustiano Carranza, 15280, Ciudad de México. Presentan: Álvaro Vázquez Mantecón, Elisa Lozano, Gabriela Pulido, Hugo Lara Chávez y Cristian Calónico (moderador).