Por Noticine/CorreCamara.com


El realizador mexicano Salvador Aguirre, que el pasado día 22 estrenó su nueva cinta, “Amor en fin”, protagonizada por los consagrados Daniel Giménez Cacho y Adriana Barraza, la estrella televisiva Paola Nuñez y la ascendente Lilia Mendoza, está indignado por el compartamiento que con ella han tenido los exhibidores y la pasividad de su distribuidora, a pesar de los contratos suscritos que le garantizaban 40 copias. Además, acusa al estado mexicano de indiferencia, con el agravante de que fue un organismo de su administración quien financió la mayor parte del presupuesto, de manera que quien ha sufrido en última instancia lo que califica de “fraude” ha sido la propia administración federal.


“La distribuidora Corazón Films no cuidó el circuito -ha declarado el también director de “De ida y vuelta”, premiada en Guadalajara y Mar del Plata, a La Jornada-, y ésa era su responsabilidad. No sólo eso: el fin de semana di una vuelta por los cines, específicamente las salas de Cinemex, donde por decisión de la cadena cancelaron las funciones que habían programado. Eso es contra la ley, porque según la normatividad que regula las cintas producidas por el Foprocine, como ésta, tienen un mínimo garantizado de dos semanas y no se respetaron las funciones al segundo día del estreno. ¡Tengo el testimonio grabado en video!”.


“Desde mi punto de vista -añade- la estrenaron en un circuito fatal, porque no hubo ni una sola sala en la zona del centro de la ciudad. La confinaron a la periferia, a espacios del centro comercial Mundo E y Cuatitlán Izcalli… qué bueno que se estrene allí, pero para el tema de la cinta era básico que estuviera en salas cerca de la Condesa, Roma y Centro Histórico, donde el cine mexicano cuenta con buena clientela. A pesar de todo estas irregularidades, en los primeros dos días habían asistido 5 mil personas a verla”.


En su punto de mira, Aguirre, pone especialmente a la cadena Cinemex, que en su opinión ha incumplido su contrato y está toreando la ley: “Ellos, los exhibidores, son los responsables de pasar las películas. Es una vergüenza que no respeten la ley, por un lado, y por otro, que las autoridades no los obligan a respetar esa legislación; eso se llama impunidad. Además, el socio mayoritario de mi película es el Estado mexicano, que participa por medio del Foprocine. No veo la diferencia entre robar al Estado de esta manera o ir a ordeñar los oleoductos de Pemex. Otro de los responsables es la distribuidora, porque es la encargada de exigirle a los exhibidores y reclamarles por qué no están pasando su producto, para eso los contrató para exhibir su película”.


No cree el cineasta y profesor de cine que sean él y “Amor en fin” víctimas únicas. “Esto no es nuevo, se lo han hecho a otras cintas mexicanas, se lo están haciendo a la mía y el próximo viernes seguramente se lo harán a otra. No hay que quedarnos sentados en la banqueta sin hacer nada. Hay que exigir que los exhibidores cumplan la ley, porque hacer una película cuesta mucho trabajo, hay que invertirle mucho dinero”.


Para Salvador Aguirre es precisa una movilización de los profesionales del cine en defensa de un mejor posicionamiento y respeto de la normativa en cuanto a la exhibición del cine nacional: “Toda la comunidad cinematográfica de este país debe expresar su indignación, porque eso sí, cuando los exhibidores quieren que actores, cineastas, guionistas y demás asistamos a los festivales que organizan para engalanar sus alfombras rojas, entonces sí nos tratan bien. Pues deberían de corresponder con la eficiente exhibición de nuestras películas en sus complejos, por ley y reciprocidad; a ver qué hacen cuando ningún integrante de la comunidad cinematográfica mexicana se pare en sus festivales… Esta situación es recurrente, pero hay que hacer algo… por lo pronto Daniel Giménez Cacho me va ayudar a que esta situación se conozca, a ver si alguna autoridad toma cartas en el asunto”.


El director de “Amor en fin” añade que el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) es quien está intentando aclarar el tema con los exhibidores, pero sin resultados: “La distribuidora se lava las manos y echa la culpa a los exhibidores, quienes no contestan las llamadas del IMCINE”.


Sobre esta polémica flota un elemento extracinematográfico, y es el contenido en sí de la película, por lo demás con suficientes elementos comerciales como para encontrar su público. La historia se desarrolla en el fin de semana de la pasada elección presidencial, que dio el poder al candidato del derechista PAN Felipe Calderón, algo que se sugiere tuvo que ver con manejos de círculos de poder económico. Sin embargo, Aguirre prefiere no hablar directamente de censura: “La película puede gustar o no, lo importante es que crea polémica. Nunca pensé en hacer una que gustara a todos, sino en hacer pensar a los espectadores. Lo que está pasando en la realidad es que nos están viendo la cara de pendejos”.