Por Miguel Ravelo
Desde Morelia, Mich.

La XV edición del Festival Internacional de Cine de Morelia cuenta entre sus estrenos internacionales con la más reciente película del director Miguel Arteta, “Beatriz at dinner”, la cual será estrenada en México con el desafortunado título en español “Una cena incómoda”. La película se ha presentado en certámenes como el Festival Internacional de Cine de Melbourne, el Festival Internacional de Cine de Seattle y el Festival de Cine de Sundance, en los que generó comentarios positivos principalmente para la interpretación de su actriz protagónica, la mexicana Salma Hayek.

Miguel Arteta, nacido en Puerto Rico, se reúne por tercera ocasión con el guionista Mike White, junto al que realizara Chuck & Buck (2000) y la muy placentera The good girl (2002). Con “Una cena incómoda”, el asunto era prometedor. Un mancuerna entre director y guionista que había logrado resultados positivos, y una actriz deseosa de afrontar un papel que suponía un reto importante y que, con suerte, la colocaría entre los nombres mencionados en las entregas de premios.

Beatriz es una inmigrante mexicana trabajando en Los Angeles como masajista y sanadora holística. La conocemos un día cualquiera en casa de Kathy (Connie Britton) y Grant (David Warshofsky), los anfitriones de una importante cena que celebrará el inicio de un negocio millonario con el empresario y hotelero Doug Strutt (John Lithgow), que asistirá a la cena con su esposa Jeana (Amy Landecker) y otra joven pareja (Chloë Sevigny y Jay Duplass), que se verá beneficiada con la negociación.

Debido a un desafortunado (aunque conveniente para el guion) problema con su automóvil, Beatriz se ve obligada a quedarse en casa de Kathy, la que al considerarla “casi de la familia”, no duda en invitarla a quedarse a cenar. Y es con dos personajes con los que Mike White comienza a dibujar el que será el conflicto principal de la cena. Por un lado, Beatriz: mujer humilde, sensible y en constante búsqueda de la conexión entre ella y la naturaleza, y que además se encuentra profundamente afectada debido a que su vecino mató a una de sus cabras. Por otra parte, Doug, multimillonario involucrado en escándalos, fraudes y cuyos hoteles al parecer han afectado los ecosistemas y las poblaciones en los que se han construido.

Durante su primera mitad, la película plantea un conflicto atractivo. Beatriz es mostrada como una mujer firme, con una entereza que la hace ignorar los desplantes que tienen los invitados hacia ella. El director consigue varias sorpresas agradables y divertidas en la cena, que además ayudan a desarrollar el carácter de su protagonista. Sin embargo la historia va perdiendo fuerza conforme las carencias en la construcción de sus personajes se hacen más evidentes. Tanto Beatriz como Doug se revelan muy pronto como personajes planos y estereotipados. Ella, mexicana de origen humilde, mujer de familia, que trabaja ayudando en la sanación de enfermos, conectada con la naturaleza, pacífica y de sentimientos loables; él, estadounidense, multimillonario, sin escrúpulos, que disfruta la cacería y es incapaz de pronunciar correctamente una palabra en español o mostrar cualquier tipo de empatía hacia los demás. Los convencionalismos se adueñan muy pronto de una historia que venía desarrollándose con interés, y en la que que sobre todo pudo haberse trabajado de forma más convincente el enfrentamiento de clases e ideologías, sin limitar su personaje principal con detalles tan rústicos como el mostrarla sin maquillaje para subrayar lo alejada que está de las superficialidades del mundo moderno.

En el apartado histriónico, la película funciona. Salma Hayek realiza un buen trabajo, y el experimentado John Lithgow siempre resulta un deleite. Que la actriz mexicana logre mostrar cómo Beatriz afecta a un personaje como Doug, no es poca cosa. John Lithgow puede ser un actor que opaque al resto de los actores que aparecen con él a cuadro; sin embargo, Hayek se sostiene y lo afronta con entereza. El resto del casting cumple, aunque sus personajes son hechos a un lado rápidamente para dar paso al enfrentamiento principal, lo que hace que el guion termine desaprovechando las amplias posibilidades que ofrecía el contar con nombres como el de Chloë Sevigny en su reparto.

Si bien inicialmente el personaje de Beatriz tiene argumentos favorables para enfrentarse al mezquino hotelero, la convicción reflejada antes va diluyéndose; el guion se vuelve poco sutil, inclusive mostrándose aleccionador y por momentos hasta burdo; de ser una mujer comprometida y sensible, se termina mostrando a Beatriz como una persona casi desequilibrada, incapaz de soportar una opinión diferente a la suya y con tendencias peligrosas como para considerarla en pleno uso de sus facultades. Evidentemente el comportamiento y las acciones realizadas por Doug y su empresa son deleznables, pero la actitud de Beatriz termina jugando en su contra. En lugar de hacerla un personaje que conmueva y emocione con su entrega y convicción, termina convirtiéndose en una mujer sin autocontrol, propensa a la violencia y poco capaz de presentar argumentos que sustenten sus creencias. 

Es una lástima que un guion prometedor terminara extraviándose así y desperdiciando argumentos y conflictos interesantes. La película no carece de virtudes, pero con una conclusión floja y decepcionante, “Beatriz at dinner” termina siendo una promesa que no alcanzó a cumplirse.