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Dos penúltimas películas se proyectaron este jueves en la recta final del Festival de Berlín, que entregará sus premios el sábado próximo. Se trataba de la coreana “Bamui haebyun-eoseo honja” (que para el extranjero se ha bautizado como “Sola, en la playa de noche”), de Hong Sangsoo, y la biopic de un martir de la independencia brasileña, “Joaquim”, de Marcelo Gomes, que emergió como la más interesante propuesta del día, pese a sus limitaciones.

El prolífico cineasta coreano Hong Sangsoo narra en “Bamui haebyun-eoseo honja” un melodrama romántico que parecer ser bastante autobiográfico, aunque no se elige a sí mismo como protagonista, sino a su amante, una joven actriz (Kim Minhee), lo cual aporta al menos un notable atrevimiento u originalidad, de su parte. La protagonista está inquieta por la superviviencia de la relación que tiene con un director de cine, casado, y así lo transmite a sus amigos, desde Hamburgo, en Alemania, hasta Seúl. Finalmente tendrá la oportunidad de confrontarse con su amante, el cineasta, pasados ya bastantes minutos de metraje, y después de algunas secuencias reflexivas sobre al amor regadas generosamente por licores locales.

Algunos diálogos al respecto de la realidad amorosa, sus dificultades y contradicciones, son lo más sugerente de este nueva película de Sangsoo, que ha sido aplaudida, probablemente por lo que significa de auto-psicoanálisis, y por el deseo de reflexionar sobre los límites del amor, la fidelidad y la lealtad a la pareja y a uno/a mismo.

Los perdedores siempre han sido personajes mimados por los cineastas del mundo. Un perdedor supino fue sin duda “Tiradentes”, Joaquim José da Silva Xavier, un héroe de la independencia brasileña, cuyo adelanto al ritmo de la historia le acabo costando la vida y la desmembración, tracionado incluso por los que le habían espoleado en su rebelión minera. Filmada a modo de western, la vida de “Joaquim” no es narrada en su integridad, ni siquiera en toda la parte álgida de la misma, sino que se detiene antes de su trágica derrota, ejecución y las perrerías que las autoridades coloniales lusas hicieron con su cadáver, lo cual deja al espectador foráneo un tanto sorprendido.

En cualquier caso, y desde la ignorancia sobre el valiente “Tiradentes”, martir de la independencia brasileira “avant la lettre”, “Joaquim” es una película que se ve agradablemente, bien filmada, aunque peque de un final un tanto radical y prematuro, especialmente manifiesto en tierras como ésta donde no conocemos en detalle la vida del personaje histórico protagonista, cuyo desarrollo ha sido tratada e interpretada con algunas libertades por Gomes, tendentes a demostrar que en más de dos siglos el ser humano no ha cambiado tanto.