Por Leticia Carrillo
El aclamado director Arturo Ripstein estuvo en la Cineteca Nacional el jueves 16 de abril para presentar su película Carnaval de Sodoma. Durante el inusual encuentro que sostuvo con los medios, el director hizo polémicas declaraciones en torno a la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas y Gabriel y Rodrigo García Márquez.
Con un humor ácido se refirió a la situación de la industria fílmica nacional y de sus nuevos proyectos. Asimismo, señaló a Carlos Reygadas, Fernando Eimbcke, Marcel Sisniega y Juan Carlos Rulfo como los directores que “llevarán el estandarte de la cinematografía mexicana en el mundo”.
“Yo soy enemigo personal de la Academia, no guardo ningún Ariel, no tenemos nada más que decirnos más que mentarnos la madre mutuamente. A la Academia no le presto atención, es una pústula en el cine nacional, eso no debería de existir o debería hacerlo muy de otro modo” dijo Ripstein cuando se le preguntó acerca de su postura sobre la polémica que se desató en la pasada entrega de los Arieles en la que parte de la comunidad cinematográfica del país pidió a la Institución refundarse.
El director de La virgen de la lujuria agregó enfáticamente: “primero tiene que definir que es Academia, no un club que hace fiestas porque para hacerlas hay otros que las organizan y mucho mejores. Una Academia debe tener la obligación ineludible del rescate y preservación de los materiales, debe tener investigación y publicaciones y no un pinche premiecito, eso no es una Academia”.
Por otra parte, el cineasta desestimó la posibilidad de hacer el remake de su ópera prima Tiempo de morir (1965), cuyo guión fue escrito por Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, pues comentó que hace muchos años platicó con el también realizador Rodrigo García -hijo del Premio Nobel de Literatura- para decirle que tenía la intención de volver a filmar la película “con la que no quedé exactamente en la satisfacción total”, a lo que García respondió que el guión lo estaba guardando para él ya que quería hacer un western clásico.
“Lo curioso es que esa película se escribió para ser exactamente lo contrario, Rodrigo no lo entendió así y lo que siempre se les olvidó a los García fue que yo también colaboré con ese guión, también era en parte mío, nunca me avisaron cuando hicieron la segunda versión, ni la telenovela, ni esta tercera”.
Ripstein Rosen recordó que cuando trabajó con “aquel joven García Márquez que todavía no era García Márquez”, el escritor fue a la filmación y estuvo presente en la postproducción de Tiempo de morir y cuando vio que casi al acabar de realizar las mezclas el director no quedaba conforme con ellas y proponía volver a hacer el trabajo dijo: “es escalofriante el cine porque no terminas de escribirlo nunca”.
El cineasta consideró que lo mismo pasa con los guiones: “hay que guardarlos, dejarlos reposar y luego retomarlos, ver qué cosas se les puede mejorar para que queden exactamente como uno quisiera”.
Este proceso lo pasó Razones del corazón, original de su compañera Paz Alicia Garciadiego, y que es su siguiente proyecto de filmación. El director describió a la historia como una producción pequeña, que requiere una locación en un departamento, seis personajes y la acción sucede en tres días.
“Es un guión original muy bonito, realmente muy hermoso, es de los inspirados de Paz Alicia, no todos los días se despierta uno inspirado y como siempre, es sobre amor y desamor” refirió Arturo Ripstein quien aseguró que sólo espera que el IMCINE le de recursos para empezar la filmación.
El realizador dijo sentir “muchísimo miedo” frente al reto que implica rodar un nuevo filme: narrar con coherencia la historia, tener al mejor reparto y equipo posible con los recursos limitados con los que cuenta. Sin embargo, indicó: “una vez que se subsanan todos estos detalles, hacer una película es uno de los trabajos más divertidos”.
En este sentido subrayó que, aunque su responsabilidad como director acaba cuando entrega la cinta terminada a los productores, en la actualidad estrenar comercialmente una película como las suyas es cada vez más difícil y consideró que uno de los factores que han abonado a esta situación es la competencia existente en el cine mexicano: “cada quien tiene que rascarse con sus propias uñas, cada vez uno es más enemigo de los otros porque el pastel cada vez es más pequeñito y las rebanadas cada vez son menos”.
A pesar de que el año pasado en Méxicco se registró una cifra récord de 70 películas producidas, opinó que “las que tienen una cierta ambición son pocas y es sumamente satisfactorio verlas” de autores como Carlos Reygadas, Fernando Eimbcke y Marcel Sisiniega, a quienes definió como “de los pocos que portarán el estandarte del cine nacional en el futuro”. A estos nombres sumó el de Juan Carlos Rulfo de quien dijo “ha hecho algo asombroso por el documental mexicano”.
Del pobre resultado que muchos filmes nacionales tienen en taquilla responsabilizó en parte al público “que no quiere ver este tipo de cosas” y a “los gringos absolutamente geniales, porque han convencido al mundo entero de que el cine solamente es en inglés, que ellos hacen las mejores películas, y no solamente son las mejores, sino las únicas”.
El realizador se definió como un “vergonzante hijo de productor” ya que externó que a pesar de desear que sus películas sean taquilleras y las vea mucha gente, nunca aprendió cómo lograrlo y su padre, Alfredo Ripstein, uno de los productores más importantes del cine mexicano, no le heredó el conocimiento.
Respecto a la inclusión de la canción “Él me mintió”, interpretada por la cantante argentina Amanda Miguel y que es pieza importante en Carnaval de Sodoma, el director señaló que se debió a que aparece en la novela homónima de Pedro Antonio Valdés.
Ripstein afirmó en tono jocoso: “Adivinó que él es un gran fan de Él me mintió” y agregó que habló con la intérprete para que cediera los derechos de la canción “incluso estuvimos a punto de hacer una grabación nueva”.
Por último comentó que por cuestiones de agenda no pudo contar con la participación de Rafael Inclán en la película, pero que le “encantaría” trabajar nuevamente con él ya que “los cómicos de ese momento eran de una versatilidad asombrosa y gente como Inclán hacen que el trabajo sea formidable, es un actor admirable”.