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Valladolid. El estreno europeo del film del veterano cineasta argentino Héctor
Olivera “El mural” no ha logrado este jueves el mismo eco que la cinta
de su compatriota Miguel Cohan en la sección oficial de la 55 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci).
Esta coproducción con México que trajo a Valladolid al
director y a dos de sus protagonistas, Bruno Bichir y Ana Celentano, se
codeó con la cinta bosnio-austriaca-alemana “En el camino” (“Na putu”),
de la ganadora en Berlín hace cinco años Jasmila Zbanic, sin que
ninguna de las dos convenciera a la mayoría.

Basada en hechos reales, la trama de “El mural” se desarrolla en
los años treinta, cuando llega a la Argentina el renombrado muralista y
pintor mexicano de ideas comunistas David Alfaro Siqueiros. El film
relata las distintas circunstancias que llevaron al artista a realizar
el famoso mural en la quinta Los Granados, propiedad de magnate y
empresario de prensa Natalio Botana, con la colaboración de los
pintores argentinos Lino Enea Spilimbergo, Antonio Berni y Juan Carlos
Castagnino y el uruguayo Enrique Lázaro; más las complicadas y
entrecruzadas relaciones políticas y personales entabladas entre los
personajes de una alta sociedad marcada por la hipocresía y la
corrupción.

A pesar del buen reparto y la riqueza de la ambientación, la ambiciosa
coproducción latinoamericana, que pasó con más pena que gloria por los
cines argentinos, carecía para el público español de una serie de
referencias históricas conocidas especialmente en tierras australes, y
tampoco en este país Siqueiros es un artista excesivamente conocido.
Por todo ello el público no acabó de entrar en lo narrado y hubo
incluso algunas muestras de desaprobación.

En rueda de prensa, Olivera explicó que “El mural” era un proyecto que
empezó a rondarle hace nada menos que seis décadas, cuando trabajaba
como asistente de producción, con 18 años, en unos estudios que eran
precisamente propiedad del poderoso Natalio Botana, y aún resonaban los
ecos de todo lo que rodeó la confección de la controvertida obra en su
casa de campo, hoy fragmentada.

Jasmila Zbanic, autora de la
premiada cinta bosnia “Grbavica”, Oso de Oro en Berlín, participó
también en el apartado oficial de la Seminci con otro film también
mostrado en el mismo certamen alemán, este 2010, cinco años después del
antes citado, “En el camino” (“Na putu”). Narra la degradación de una
pareja cuando el hombre, un musulmán moderado en la antigua Yugoslavia,
pierde el trabajo por beber en su puesto, y acaba siendo contratado por
una pequeña comunidad integrista musulmana, en la que se practica la
ley islámica, y hombres y mujeres viven segregados.

La
protagonista, Luna, se ve confrontada a una nueva realidad que su
pareja parece aceptar de buen grado, él que antes era un musulmán no
prácticamente y respetuoso de las formas de vida occidentales. Esta es
la segunda cinta de la competencia castellana de este año en tocar el
choque cultural y de costumbres (o libertades) entre diferentes formas
de entender las normas del credo musulmán, junto a la alemana “La
extraña”, que vimos la víspera, y que se centraba en una familia de
origen turcó, pero no gustó tanto como la anterior. 

Celentano, Olivera y Bichir