Por Davo Valdés de la Campa
Para el crítico, José Antonio Valdés Peña, la trayectoria del cineasta Manoel de Oliveira, es la historia del cine. Desde muy joven incursionó en el teatro y tuvo una aparición como actor en una película muda de los albores del cine portugués. Filmó en 1942 su primera película, Aniki Bobó, relato en blanco y negro de una pandilla de niños de las calles de su notal Oporto. Para algunos, este filme es el precursor del neorrealismo italiano -curioso caso el de Oliveira que a veces iba adelantado a su época y otras veces simplemente no iba con la corriente sino en la búsqueda de su muy particular estilo-. Más de 80 años después, a los 106 años de vida, Manoel de Oliveira murió filmando una película más, cuando parecía que el director luso iba a vivir por siempre.
La obra de Manoel de Oliveira tiene un valor incalculable, similar a la presencia un tanto icómoda de Saramago en términos de influencia artística, pero más querido y admirado ya que a su muerte era uno de los íconos indiscutibles de la cultura portuguesa. Quizá por eso y por su importante legado, Eliseo de Pablos, director del Festival de Cine Europeo en Guanajuato (GUCE) decidió homenajearlo postmortem en su edición 2015, que además tuvo como país invitado a Portugal.
El Festival de Cine Europeo en Guanajuato, que este año se llevó a cabo del 1 al 7 de junio, es un festival universitario anual realizado en Guanajuato capital, que oferta y posibilita el disfrute de lo mejor del cine europeo, además de promover la sinergia entre las industrias cinematográficas de Europa y México. Entre sus programación se encuentran realizaciones de cine europeo que han constituido grandes éxitos de crítica y público, por ejemplo, ganadores del Premio Lux, otorgado por el Parlamento Europeo a lo más trascendente del séptimo arte, año con año, también incluye películas que han sido premiadas por las academias de cine de sus respectivos países y que representan ejemplos relevantes de la realidad cinematográfica de las naciones europeas.
A la par brinda espacios para el análisis de la realidad cinematográfica europea y mexicana, a través de exposiciones artísticas, conferencias, talleres, conciertos y pláticas en torno al cine, la obra de algún autor o la reflexión del papel de la crítica cinematográfica.
En la quinta edición del GUCE fui como invitado para impartir una conferencia sobre mi enfoque multidisciplinario en torno a la crítica de cine. Además pude quedarme en la ciudad varios días para acudir a otras conferencias, como la que impartió José Antonio Valdés Peña sobre la carrera de Manoel de Oliveira, además de acercarme a producciones portuguesas que dificilmente podrían verse en cines mexicanos. Algunas de las películas portuguesas que pudimos ver fueron En la habitación de Vanda de Pedro Costas, Va y viene de João César Monteiro, Arte de robar de Leonel Vieira, Ilusao de Sofia Marques, cineasta joven que además fue una de las invitadas de honor de este año, Sangre de mi sangre de João Canijo, entre otras. De Manoel de Oliveira, El extraño caso de Angélica, Belle toujours, La carta, Una película hablada, Vuelvo a casa y Los caníbales. Otra de las secciones interesantes fue Saramago en el cine, que incluía películas de adaptaciones de la obra del Premio Nobel de Literatura y además un par de títulos que formaban parte de las cintas favoritas del autor de Ensayo sobre la ceguera.
La curaduría de filmes y eventos que estructuran Eliseo de Pablos, Montserrat Alejandri Oyanguren (pilar de la difusión cultural universitaria en Guanajuato) y Miguel Mata Castro es muy completa e incluyente. Hubo filmes para todos los públicos, desde la nueva película de Godard, hasta cintas de animación para niños, todo enmarcado por un centro histórico hermoso y un programa culinario paralelo que incluyó menús inspirados por el séptimo arte.
El GUCE me parece que acerca al público a un cine que tiene usualmente corta vida en nuestro país. Además de que conforma toda su programación en torno al país invitado, sin sacrificar la calidad cinematográfica y sin cerrar sus propuestas a una sola estética sino que realmente ofrece una visión amplia de lo que se produce en el viejo continente.