Mexicanos por el mundo. “La libertad del diablo” de Everardo González en la 67 edición de la Berlinale.
Por Fernando Moreno “El More”
Desde Berlín
Durante el año más mexicano que se recuerde en el Festival de cine de Berlín —además de otras 4 cintas en concurso está la invitación a nuestro país para inaugurar el Focus a una industria nacional en el mercado europeo y la participación en el jurado de Diego Luna y Daniela Michel— hoy se proyectó la que parece la carta más fuerte de nuestra representación en las secciones competitivas de este año. Me refiero al documental “La libertad del diablo” dirigido por Everardo González y producido por Inna Payán y Roberto Garza.
La cita tuvo lugar en el complejo Cubix de la mítica Alexanderplatz y, lejos de las funciones de prensa o pases especiales, esta proyección estaba dedicada al público berlinés que asiste consistentemente a su festival.
Una sala completamente llena observó con atención la imperdible película que retrata uno de los más graves problemas que aquejan los convulsos tiempos que se viven en México. Una realidad que, a través de personajes enmascarados que resultan protagonistas —víctimas y verdugos— de la espiral de violencia que se sufre en nuestro país y termina por ser insultante.
Dura y necesaria, directa y poderosa, la película de González es sin duda la más cruda de todas las cintas de su exitosa carrera que alcanza con este trabajo una madurez y un poder extraordinarios. Muestra de ello se refleja en la selección de sus colaboradores en “La libertad del diablo” entre los que destacan la sobria fotografía de María José Secco y la colaboración en el guión e investigación de Diego Osorno y Daniela Rea.
Detrás de las máscaras que usan quienes dan testimonio descansan una serie de heridas sin cicatrizar y de preguntas que, al no encontrar respuestas a lo largo del metraje, apelan a que el espectador se las lleve a casa para que él termine la película.
Así de poderoso puede llegar a ser el cine.
Al final de la proyección, y tras un absoluto silencio durante todos el roler de créditos, en la sala estalló un minuto de aplausos de esos que son difíciles de describir. Emocionados e incrédulos al mismo tiempo frente a un documental que convence e incomoda al mismo tiempo.
El More