La investigación en la Cineteca Nacional del cine mexicano

Por Raúl Miranda

Para Rosario Vidal Bonifaz y Eduardo de la Vega Alfaro

Un inmenso cúmulo de documentos es albergado en las colecciones y fondos del archivo fílmico del país, la Cineteca Nacional, que ha renacido de las llamas provocadas por veranos calurosos y secos. Que se conserva a pesar del oxido que nunca duerme, de la humedad que avanza cual mancha voraz, del polvo vencedor del sol, del síndrome de vinagre y otros síndromes, como los vaivenes políticos, de la degradación natural del paso del tiempo y del maltrato de manos humanas. Una cuadrilla de archivólogos, por así decirlo, sabe cómo proteger los documentos, cómo preservarlos y ubicarlos a disposición de los múltiples viajeros de todo el mundo. Un tipo especial de viajero arriba a la Cineteca, los investigadores, amantes de las imágenes en movimiento, quienes navegan por los mares de la sociología, andan por los caminos de la historia, recorren las rutas de la antropología, el psicoanálisis, los estudios culturales, la filosofía, el análisis narratológico, entre otros dispositivos del pensamiento teórico.

Estos aventureros especializados en el cine como reproducción o substituto de la mirada, en el cine como arte, en el cine como lenguaje, en el cine como escritura, en el cine como modo de pensamiento, en el cine como producción de afectos y simbolización del deseo, gustan de consultar los conjuntos de documentos, obsesivamente catalogados por los alquimistas de los archivos. Los estantes de alta densidad se encuentran plenos de libros maravillosos, antiguas revistas, tesis sorprendentes, folletos de diseño bizarro, catálogos insólitos, soportes digitales novedosos, originales programas de mano, materiales publicitarios de ayeres remotos, expedientes de prensa para la memoria, videos para ser videados, fotografías del instante decisivo, carteles de García Cabral y Josep Renau, aparatos tecnológicos cuales máquinas del tiempo, registros sonoros en antiguos discos de acetato, indumentarias de luminarias y bocetos de escenografías del mundo de la alta sociedad y de los bajos fondos.

Los investigadores desembarcan y demandan servicios expeditos de la Cineteca Nacional, institución a la que llaman, críticamente, “bunker”, por su opacidad sintomática, pero se apaciguan pues casi siempre el acceso a los múltiples documentos se efectúa ipso facto. La fortaleza se orada al instante, con tan sólo requerirlo: lo logran día con día, obtienen reprografía, circunscrita a los derechos de autor, colocan resúmenes y notas valiosas en sus alforjas, en tradicionales cuadernos, mediante esa tecnología de punta, los lápices, o en postmodernas iPads.

Los archivólogos se esmeran en disponer para ellos, los investigadores foráneos, los valores documentales. Las partidas presupuestales eximias no imposibilitan que las colecciones se enriquezcan año tras año. En ocasiones, y son días de festejo, también los demandantes donan bienes documentales (sus tesis, por ejemplo).

En el cuarto de máquinas del Centro de Documentación de la Cineteca Nacional se implementan estrategias para evitar los desencuentros entre investigadores y archivólogos: se anotan las especialísimas recomendaciones bibliográficas, se coleccionan tesis de diversas calidades, provenientes de prestigiosos ámbitos universitarios; se aprende con las reflexivas charlas de cine impartidas por legendarios investigadores; se avanza en el programa de indexación de las publicaciones periódicas mexicanas; se buscan permanentemente los libros sobre cine mexicano, actuales y del pasado, publicados en México y el extranjero; la catalogación se razona con estándares internacionales. Pero cuando cierto visitante solicita un documento que aún no tenemos, el sentimiento provocado es como si Humphrey Bogart no tuviera whisky ni tabaco a mano.

Una cultura se reconoce por la calidad de sus archivos públicos
Docenas de colecciones se preservan en los acervos de la Cineteca Nacional: expedientes de investigación, catálogos de festivales, documentos de la industria, informes institucionales, guiones y argumentos, colecciones de fotografías y de carteles, videos, revistas de cine históricas (raras y antiguas), colecciones de las principales publicaciones periódicas extranjeras de cine, diccionarios y enciclopedias especializadas.
La desaprobación de algunos académicos hacia la “burocracia” del archivo fílmico nacional, es un malentendido. Las desavenencias entre investigadores y archivólogos, son superados cuando el usuario escucha la frase: “pida lo que quiera y en dos minutos lo tendrá”.

Los libros de cine son tan importantes como las películas mismas.

Se dice que el cine mató al libro, pero es este objeto, “demodé”, más o menos de formato rígido, que pesa y ocupa espacio, el que impulsa la reflexión a través de los conceptos creados por los investigadores de la cultura cinematográfica. Pero… como todo lenguaje, el cine se debe aprender, decía André Bazin, y es precisamente la bibliografía cinematográfica, que se incrementa al infinito, la que enseña a leer el lenguaje del cine.

De todos los materiales que componen el acervo para el estudio del cine mexicano, elegimos algunos libros significativos, publicados tanto en México como en el extranjero. Se trata de un primer conjunto del que se deriva un rizoma.

Sólo 24 libros porque queremos ser severos, pero no inflexibles, 24 libros para reencontrar a los otros más de dos mil libros (incluyendo tesis) que se han escrito sobre cine mexicano, por cerca de mil quinientos autores, al punto que hemos puesto a consideración de diversos grupos académicos la lista preliminar, invitando a disentir.

Hoy alguien ha decidido dedicar mucho tiempo de su vida a investigar sobre cine mexicano, le conviene tener en su biblioteca personal, o consultar en el Centro de Documentación de la Cineteca Nacional los 24 libros. Algunos, son laboriosos estudios que llevaron años, otros de escritura tosca, no dejan de ser curiosidades históricas, otros tantos son derivados de sesudas tesis doctorales y otros más son resultado de la inclinación por la colaboración colectiva. Libros académicos, libros de instituciones oficiales, de prestigiosas universidades, de editoriales privadas: profundos, necesarios, insoslayables, los 24 libros clave del cine mexicano, en estricto listado cronológico.

1.- Portas, Rafael y Ricardo Rangel, Enciclopedia cinematográfica mexicana 1897-1955, México, Publicaciones Cinematográficas, S. de R. L., 1955.
La primera gran enciclopedia del cine mexicano. Presentación en un grueso volumen, de color verde. Hoy difícilmente se puede hallar. Se publicó a instancias del STPC. Muestra la urgencia de documentar, aunque de forma simple, el cine mexicano desde sus inicios hasta la primera mitad del siglo XX. Contiene una pionera y valiosa recopilación de información sobre nuestro cine, realizada por el periodista José María Sánchez García.

2.- Contreras Torres, Miguel, El libro negro del cine mexicano, México, Editora Hispano Continental films, 1960.
Curioso líbelo sobre la industria fílmica en México, desde la perspectiva de un polémico director nacionalista. Escrito de manera virulenta contra el monopolista de la exhibición cinematográfica en México, William Jenkins. Se ha convertido en un libro apreciado por bibliófilos del cine mexicano.

3.- Ayala Blanco, Jorge, La aventura del cine mexicano, México, Cine Club ERA, 1968.
El primer libro (de su abecedario) del cine mexicano, del “enfant et ancien terrible” de la crítica cinematográfica. Publicado originalmente en ediciones ERA, dentro de su colección Cine Club, abarca los años de producción 1931 a 1967. El “abecedario” suma nueve volúmenes a lo largo de los años. El último, “La ilusión del cine del cine mexicano” (2013).

4.- García Riera, Emilio, Historia documental del cine mexicano, México, ERA, 1969 – 1978. 9 tomos.
Monumental y titánica doxografía cronológica del cine mexicano, que abarca de 1926 a 1976. Fuente de consulta absoluta. Corregida en una edición posterior en 18 volúmenes (1992). La primera edición de lujo es de pasta gruesa, de color blanco. En esa edición de 9 tomos grandes, que llegaba hasta el año 1966, aparecían transcripciones de diversos críticos, que en la segunda edición, desafortunadamente, fueron eliminados.

5.- Reyes, Aurelio de los, Los orígenes del cine en México, México, UNAM Dirección General de Difusión Cultural, 1973.
Los primeros cuatro años de vida fílmica en México, por quien se convertirá en el tótem de la investigación del periodo mudo del cine mexicano. Es el único libro de cine que mereció pertenecer a las colecciones de “Lecturas mexicanas” del Fondo de Cultura Económica y la SEP. El doctor De los Reyes continua sus investigaciones a lo largo de las décadas y sorprende con sus acuciosos libros, tales como: “Cine y sociedad en México 1896-1930” (1981). “Con Villa en México. Testimonios de camarógrafos norteamericanos en la Revolución, 1911-1916” (1992), “El nacimiento de ¡Que viva México!” (2006).

6.- Meyer, Eugenia, Testimonios para la historia del cine mexicano. Cuadernos de la Cineteca Nacional, México, Cineteca Nacional, 1975-1981. 10 vols.
Recopilación de entrevistas a pioneros del cine mexicano sonoro, efectuadas por antropólogas e historiadoras, coordinadas por Eugenia Meyer. Los testimonios incluyen directores, actores, productores, cinefotógrafos, guionistas, editores. Destacan los primeros 7 volúmenes y el volumen 10, dedicado a la película “El automóvil gris”. Conseguir la colección completa, hoy, es todo un hallazgo.

7.- Mora, Carl J., Mexican Cinema : Reflections of a Society 1896-1980, Berkeley, Los Angles y Londres, University of California Press, 1982.
Reeditado en dos ocasiones (1989 y 2005), es el libro más popular en inglés, casi libro de texto en las universidades estadounidenses, sobre la historia del cine mexicano.

8.- Bustillo Oro, Juan, Vida cinematográfica, México, Cineteca Nacional, 1984.
El primer libro de memorias de un pionero del cine sonoro mexicano. El hombre de leyes y dramaturgo, vasconcelista, en memorioso acopio que nos permite entender de primera mano su obra fílmica y datos relevantes de la Época de oro.

9.- Colina, José de la y Tomás Pérez Turrent, Luis Buñuel: prohibido asomarse al interior, México, Joaquín Mortiz, 1986.
Sin lugar a dudas, el libro de entrevistas más revelador de la personalidad y la obra de Luis Buñuel. Las entrevistas dieron unas cincuenta horas grabadas. “El único libro posible sobre Luis Buñuel sería una entrevista”, a decir de Tomás Pérez Turrent.

10.- Zuñiga, Ariel, Vasos comunicantes en la obra de Roberto Gavaldón, México, El equilibrista, 1990.
Primer libro mexicano de un cineasta acerca otro cineasta. Análisis de la estratificación en planos de: “La otra”, “La diosa arrodillada”, “En la palma de tu mano”, “Rosauro Castro”, “El rebozo de Soledad”, entre otras cintas del director que mejor estructuraba conceptualmente el estilo fílmico de la Época de oro.

Continuará…