Por Lorena Loeza

El que no
sabe de amores, Llorona, no sabe lo que es martirio

La
Llorona. Son Itsmeño. Anónimo

Vale la pena fijarse en la curiosa mezcla cultural en que se ha convertido en nuestro país el
Halloween y el Día de muertos. Y aunque el debate sobre el predominio de un
festejo por sobre del otro es largo y no concluyente en su análisis, lo que sí
es posible afirmar es que a no querer, ambas expresiones fueron encontrando la
manera de coexistir sin estorbarse.

La temporada
es además un tiempo feliz para los amantes del terror y lo creepie, ya que la programación televisiva, cinematográfica y
teatral, está dominada por el mundo de los sobrenatural. Es por ello que se
hace interesante hacer un análisis de cómo esta asimilación cultural se expresa
de diferentes formas.

A diferencia
de otras figuras asociadas al terror en diferentes partes del mundo, la Llorona
no es un personaje de novela (como Frankestein o Drácula). Esta primera
característica es quizás lo que la distingue de los monstruos clásicos de
terror. El mito contado de boca en boca va añadiendo elementos diferentes, a
diferencia de historias literarias que admiten adaptaciones pero no
modificaciones sustanciales. En términos de lo que será la adaptación de los
personajes en la pantalla, este elemento será un diferenciador muy marcado,
porque el público demandará al Drácula que describe el libro y no quedará
conforme con adaptaciones que se aparten mucho de la creación original. El caso
de la Llorona, en este sentido es distinto, porque Lloronas hay muchas y muchas
formas de representarlas.

La historia
parte de una leyenda precolombina asociada a los signos de la profecíadel fin
del Imperio Azteca. Posteriormente, en la época colonial se fundió en la
tradición oral agregando otros elementos de carácter moral, contenidos en la trágica
historia de la mujer que asesinó a sus propios hijos  y se suicidó después enloquecida por el desamor de un
hombre, siendo esa la razón por la que su alma está maldita condenada al
sufrimiento eterno de vagar buscándolos.

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Y es que la
Llorona es de verdad una mala mujer que no encuentra redención y que deberá
sufrir su castigo eterno, por lo que no evita ocasión de desquitar su desdicha
con los mortales -especialmente con las madres descuidadas- quienes muertos de
miedo, entienden la terrible enseñanza, quizás en el último instante de su vida:
no se puede contravenir un mandato natural – expresado en el instinto maternal-
y las leyes de Dios. El castigo a quienes lo infringen será terrible, tanto en
esta vida como en la otra.

Con el
tiempo, la Llorona resultó ser un interesante material fílmico. Es esa la
manera en que nuevas generaciones conocieron al personaje, cuando gracias a la
irrupción de los medios en nuestras vidas, la recuperación oral de las
historias populares fue cayendo en el desuso.

El primer corto mexicano que
abordó el tema fue “La Chillona” de Guillermo “el Indio” Calles, rodado en
1933.

A partir de ahí la filmografía en
México alrededor del tema es la siguiente:

  • La herencia de la Llorona (1947) Dir. Mauricio
    Magdaleno
  • La llorona (1959) Dir. René Cardona
  • La Maldición de la Llorona (1961) de Rafael
    Baledón
  • La venganza de la Llorona (1974) Dir. Miguel M.
    Delgado

Después de
estas – no se tiene una clara razón de la falta de interés- pasaron cerca de
veinte años para que el tema regresara al cine. Fue entonces que se filmaron
algunas películas en Estados Unidos,  producidas totalmente por estudios
norteamericanos.

  • Las
    lloronas (2004)
  • Kilómetro
    31 (2005)
  • Haunted
    from within (2005) USA
  • Llorona
    the Wailer (2006)USA
  • J-ok’el:La
    Leyenda de La Llorona (2007)
  • The cry
    (2007)USA

La Llorona
cinematográfica de los años recientes, se aparta de las leyendas tradicionales
y se vuelve más diabólica, encarnando más bien espíritus malignos o vengativos.
Es decir que se aparta de la enseñanza moral para tomar un cariz más parecido
al de las películas de horror modernas.

Es de llamar
la atención en todo este recorrido, que en realidad la Llorona no tenga una
representación cinematográfica sólida. La mayoría de las películas que aquí
hemos mencionado no pueden considerarse como muy buenas o excepcionales. Y la
verdad es que un país como el nuestro, con tanta tradición oral y mística en
sus relatos populares, merecería la construcción de un mejor relato para uno de
los miembros destacados de su mitología popular.

Y como de
todo este tipo de historias en realidad lo que encontramos es una reflexión más
sobre la vida que sobra la propia muerte, valdría la pena en un día de muertos
preguntarse, si solamente se es espíritu atormentado por las culpas después de
morir. ¿A cuántas personas conoces que viven su vida como fantasmas hambrientos
de redención?… piénsalo. De verdad te sorprenderías. 

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