Still de “lorna” (1964)
Por Pedro Paunero
Una definición no canónica del subgénero de “explotación” (exploitation) en el cine podría ser la siguiente: un tipo de películas baratas que explota comercialmente una serie de temas tremendistas con la apariencia de denuncia social. Definición que tanto esclarece como delimita y excluye aquellas cintas que no muestren sexo, violencia y abusos y que incluye películas filmadas, a veces, con un genuino interés educativo y de advertencia. Repasaremos aquí algunos de esos títulos que se enmarcan en el apartado del “Sexploitation”, una de las varias subdivisiones del exploitation.
El cine de explotación, con fronteras difusas, ambiguas, tiene en el equívoco uno de sus orígenes cuando recordamos títulos como “Childe Bride” (Harry Revier, 1938), título fugado del Código Hays (comercializada por el astuto mercader de películas de este tipo Kroger Babb, que adquiriera y editara “Un verano con Mónica” de Bergman, resaltando los aspectos eróticos del filme) que llamaba la atención sobre la falta de regulaciones que pusieran un alto a los matrimonios con menores de edad en varios estados de la América profunda. La película caía en la explotación del tema precisamente porque mostraba gratuitamente a la actriz Shirley Mills, por entonces de unos 12 años, en topless y nadando desnuda. Hoy esta secuencia resulta un tanto candorosa y justificada en parte si atendemos solamente al argumento: Jennie, el personaje de la pequeña Shirley, ya no puede desnudarse ante su puberto amigo debido a que su cuerpo ha cambiado.
La larga secuencia acuática es motivo de que se la reclame para el morbo aun cuando la cinta incluya una escena aún más perturbadora en aquella dónde Bolby, un hombre maduro que pretende como esposa a Jennie, la sorprende lavando ropa y anunciándole que la pedirá para esposa a su madre a la vez que le regala una muñeca. La niña tira la muñeca al suelo pero la recoge luego, demostrando su vivo espíritu infantil. El destino de la cinta fue el de muchas de este tipo de películas de denuncia: su exhibición en circuitos independientes o en las llamadas “sesiones golfas” de medianoche, atrayendo a un público ávido de atestiguar morbosamente las hazañas natatorias de la pequeña Shirley. Ecos pederásticos que se contagian hasta una de las más hermosas películas de Elia Kazan, “Baby Doll” (1956), con Carroll Baker durmiendo con ropas muy ligeras en una cuna de niña.
Aunque existen títulos que pueden situarse en este tipo de cine desde la etapa silente, probablemente el padre del exploitation haya sido Dwain Esper (1892-1982), responsable de que “Freaks” (Tod Browning, 1932) no haya sido destruida cuando la MGM la encontró demasiado perturbadora para su exhibición en cines debido a haberla comprado para exhibirla él mismo en pases de feria ambulante. Esper, autonombrado “rey de los gitanos del celuloide”, compraba ese tipo de material descartado que incluía títulos hoy clásicos y de culto como la moralizante “Reefer Madness” (título con el que Esper rebautizara a “Tell you Children” de Louis J. Gasnier del año 1936), producida por un grupo religioso como medio para alertar sobre los peligros del consumo del Cannabis o dirigía su propio material escandalizador como “Marihuana” (1936), con guion de su esposa, la desnudista Hildegarde Stadie, ambos títulos redescubiertos por los hippies en los años sicodélicos del Siglo XX. Varias de sus películas incluyen escenas de desnudos con adolescentes (en la citada “Marihuana”), los supuestos efectos de la sífilis en una corista adúltera (“Sex Madness”, 1938) o la mejor manera de desnudarse ante el marido (1937). Esper es plenamente consciente del equívoco que provoca escándalo y reditúa económicamente a través del material que adquirió, remontó, editó y exhibió.
Hacia los años cincuenta el sexploitation va llegando a la mayoría de edad, aunque aún aparece bajo la forma de material educativo, ya presenta los elementos que lo caracterizarán durante la década de los sesenta, así “These Girls Are Fools” (aka, Hell is a Place Called Hollywood, Jas F. Smith, 1950), advertía sobre los peligros que corren las chicas ingenuas (o de plano, estúpidas) que abandonan sus hogares para buscar un lugar como modelos en Hollywood. Sheila Anderson es reclutada para hacer escenas de desnudo en su primer papel pero al no poder acceder a otro tipo de películas permite ser fotografiada en revistas baratas como modelo de soft porno y termina siendo azotada con látigo en una sesión fetichista y se la adivina sola, perdida y sin futuro.
“Liane, Jungle Goddess” (Eduard von Borsody, 1956) es protagonizada por Marion Michael, quien encarna a esta «diosa de la jungla», actriz alemana de 16 años de edad, que pasa la mitad del filme en un controvertido topless que, en los segundos finales del mismo, se convierte un desnudo total (de lejos y de espaldas). Liane es uno de los tantos personajes que integran la lista de «diosas» de raza blanca y rubias entre tribus “primitivas” que tienen un lejano antecedente en “She”, secuela de la novela “Las minas del rey Salomón” de Henry Rider Haggard, pasando por la Ann Darrow original (Fay Wray) como la novia de “King Kong” en la cinta de 1933, es decir, un sueño húmedo masculino que descansa sobre los deseos eróticos de ver una mujer blanca, desnuda (o casi) entre «salvajes», ni más ni menos.
La historia es simple, un grupo de cazadores encuentra a Liane, cuya característica más extraña (que la diferencia de otras féminas blancas, selváticas y, hoy diríamos «feministas») es su debilidad. La rescatan, la llevan a la civilización, se enamora, conoce a su familia biológica, regresa a la selva. Fin. Tarzán revisited. Lo que todos los espectadores (masculinos obviamente), buscaron durante décadas, fue mirar a esta pequeña belleza selvática inútil en Topless o, en buen castellano, mirarle las tetas. “Revenge of the Virgins” (Peter Perry Jr. 1959) comienza con un plano medio de una chica en topless disparando una flecha. Y de eso va esta cinta Western-Sexploitation, una fantasía seudo antropológica que aborda la historia de una ficticia tribu de amazonas indias que custodia un río que arrastra pepitas de oro y lo defiende de los invasores tan avariciosos como estúpidos o ciegos que se dejan matar inmisericordemente por estas vírgenes cuyo mayor atributo -además de disparar muy bien sus flechas- es, por supuesto, ir en topless y ser lideradas por una hermosa «india» rubia y semidivina a la que veneran ciegamente. La película es del dominio público y es una verdadera rareza que vale la pena ver.
Arribamos ya la década prodigiosa del cine, los años sesenta, con Harrison Marks, director británico que comenzó dirigiendo “Nudie Cuties” en los años ‘60s, siguió con porno softcore en la década siguiente y terminó en los 80’s y 90’s con material fetish y spanking para el mercado del vídeo y como fotógrafo para revistas; lo cito aquí por haber sido el responsable de descubrir a las bellísimas gemelas maltesas Collinson –Madeleine y Mary- en un corto en 8 mm: “Halfway Inn” (1970), de 14 minutos de duración, con el que entra en la era del cine porno y abandona los cortos glamour loops en los que una sola actriz aparecía desnudándose ante la cámara en escenarios más bien caseros. Las Collinson fueron las primeras gemelas en aparecer en Playboy (Octubre de 1970) y tuvieron un papel relevante en uno de los más calientes y deliciosos títulos vampíricos de la legendaria casa Hammer: “Twins of Evil” (John Hough, 1971), al lado de Peter Cushing; una de las revisitaciones que el cine ha hecho sobre el clásico “Carmilla” (1872) de Sheridan Le Fanu.
Con “Orgy Of The Dead” (Ed Wood, 1965) el imperdible Ed Wodd en su etapa sexploitation es recordado por este filme nudie que produce y escribe. Está basada en una de sus -también- baratas novelas. Contiene todo lo que puede esperarse del «sello» Ed Wood: fallas de raccord, un Criswell que lee descaradamente su parlamento, una historia absurda (un accidente de auto con dos víctimas llevadas a un cementerio en el cuál el Emperador de las Sombras, léase Criswell, es celebrado con 10 bailes de hermosas chicas en topless, una de las cuáles -a imitación del filme del año anterior, “Goldfinger” de James Bond-, es bañada en «oro»), las peores actuaciones, los más ingenuos decorados y, en fin, todo aquello por lo cual amamos a Ed. ¿Erotismo? Sí, naif y placentero, con ribetes necrófilos, que anunciaba el próximo paso de Wood en el franco cine pornográfico que vendría después con su “Excited” y “Necromania”. “All The Sins Of Sodom” de Joe Sarno, (1968), pionero del verdadero sexploitation sesentero, cuando ya existe un término que lo define, dirigió películas más importantes que esta pero cuando fue editada en DVD se recubrió de una especie de leyenda under que la ha situado en el cielo de las cintas de culto. De Sarno se decía que ponía a sus actores a tener relaciones sexuales reales y luego editaba el metraje para hacerlas menos explícitas. Esa joya imperfecta que es “All the sins…” denota tales cortes, medios planos que parecen forzados, evitando que la cámara se libere. Sin embargo la película sirve como un ejercicio Soft Porno en la cual un fotógrafo de desnudo artístico con ansias de grandeza se ve envuelto en la red que teje Joyce, una pequeña demonio de la libido que…. bueno, basta con decir que o uno es Joyce o es un perdedor.
Y llegamos ahora al gran Russ Meyer y su “Lorna” (1964), primera cinta “roughie” (una serie de películas que nacen como respuesta al cierto candor de las Nudie Cuties) que comienzan cómo subgénero incluyendo escenas de fetichismo y spanking (el azote erótico y de aquí el término “roughie”) y terminan mostrando un abanico de violencia in crescendo hasta desembocar en asesinato. Aparte de la citada película de Meyer debemos destacar “Olga’s House of Shame” (Joseph P. Mawra, 1964) con sus falsas escenas de chicas atadas a árboles y azotadas inmisericordemente en un cóctel dónde se mezclan el fetish, el bondage y mujeres como ponygirls. Y si Dwain Esper o Russ Meyer o Joe Sarno o algún otro son recordados como los padres del exploitation, corresponde a Doris Wishman el honor de ser la madre de dicho género. Recordada por “Bad Girls Go to Hell” (1965) o “Deadly Weapons” (1974) la historia de una asesina cuyas armas mortales son sus enormes senos, yo prefiero “Diary of a Nudist” (1961) que no es una Nudie Cutie sino un Nudist Film en toda regla. Casi un documental –por momentos aburrido-, sobre un campo nudista aborda la intromisión de un reportero enviado para exponer la inmoralidad de dicho campo. Mirón caliente y curioso terminará seducido por dicho estilo de vida. “A Taste of Hot Lead” (William Rotsler, 1969) una burda combinación de Cine Noir con alta desnudez y violencia se sitúa en la frontera de las últimas Roughie-Sexploitations exhibidas en las Grindhouse y las primeras películas porno chic abiertamente exhibidas en los circuitos comerciales. La edad dorada del prono arribaba con “Deep Throat” (Gerard Damiano, 1972), “Behind the Green Door” (Artie Mitchell, 1972) y “Devil in Miss Jones” (Gerard Damiano, 1973).
“Thriller: A Cruel Picture” (aka. The Girl with One Eye, Alex Fridolinsky, 1973), mientras Ingmar Bergman dirigía sus ensayos existencialistas, en Suecia existía otro cine con menos pretensiones (por supuesto, sin intenciones artísticas pero mucho menos pesado), violento y con sexo explícito en algunas escenas. Este es el clásico del sexploitation en su vertiente como película de violación y venganza, producido por Vo A Bivenius, aclamado por Quentin Tarantino. En la historia de esta chica, que desde niña es violada por un anciano pederasta, encontramos todos los tópicos del subgénero: secuestros, esclavitud sexual inducida por la adicción forzada a las drogas, tortura y finalmente venganza por parte de la víctima. Christina Lindberg, la hermosa actriz que interpreta a la chica tuerta del título, fue sustituida por una doble de cuerpo en las escenas de penetraciones reales que se rodaron posteriormente y se insertaron en el metraje original.
Con “Pickup” (Bernard Hirschenson, 1975) el exploitation se recubre de un barniz artístico, o por lo menos es lo que cierto sector de la crítica alega en torno a esta desfachatada fantasía hippie psicodélica con un par de hermosas chicas que se topan con un chico en las Everglades y tienen acceso a experiencias y visiones trascendentales, amor libre incluido. A partir de 2007, fecha en que fue lanzada en DVD se la ha comparado exageradamente con el cine de Antonioni y Jodorowski, accediendo a un segundo aliento de vida.
Con el advenimiento de los años ochenta empieza el declive de la edad dorada del porno que poco a poco fuera sustituyendo a la etapa anterior del cine sexploitation y comienza la edad del vídeo. Adaptarse o morir parecía ser el lema de los directores y productores de estos subgéneros del cine e incluso una buena cinta retrata la transición de manera divertida primero y trágica después, “Boogie Nights” (Paul Thomas Anderson, 1997). Posteriormente, durante la edad de la televisión por cable de los años noventa, las tramas ceden al sexo duro y descarnado dónde lo que importa es la rápida penetración y las eyaculaciones aparentemente satisfactorias y, hasta ahora, con eso nos hemos quedado.