Por Bernardo Monroy

I

“Llámame por tu nombre”, película dirigida por  Luca Guadagnino, escrita y producida por James Ivory y basada en la novela de André Aciman no deja de causar revuelo.  Se trata de una de las consentidas del 2017, y está entre las perfiladas para ganar el óscar. Pese a su temática, ha sido amada por heterosexuales y homosexuales por igual… aunque se trate de una película carente de conflicto y con un desarrollo nulo de los personajes.

A estas alturas, la trama es de sobra conocida: la familia Perlman vive en una villa en el campo italiano. Todos ellos son judíos y extremadamente cultos. Hablan más de dos idiomas, conocen a fondo temas como filosofía, arqueología y música clásica y como si su perfección no pudiera ser mayor, son pudientes y atractivos. Al lugar llega Oliver, un estudiante del señor Perlman que lo ayudará durante el verano. Con el paso del tiempo, nacerá un romance entre él y Elio, el hijo de diecisiete años del matrimonio Perlman. Todo con la hermosa campiña italiana como telón de fondo.

La fotografía y las actuaciones son perfectas, y eso ha sido innegable y elogiable. Timothée Chalamet demuestra un talento nato y una emotividad de ponerle incienso y hacerle reverencias. Las locaciones y la fotografía son impecables. ¡Hasta envidia te da que los personajes veraneen allí mientras tú estás en la sala de cine con tu combo de palomitas, coca y refresco!

La acción se desarrolla en pleno 1983 y los padres aceptan sin tapujos que su retoño de 17 años salga con un treintañero. No hay un solo antagonista a lo largo de la trama. El mayor conflicto de los personajes se centra en cómo van a aprovechar su tiempo libre y sin duda, en la virtud de la película está su mayor defecto: el que todos acepten el amor de Elio y Oliver, en un mundo tan bonito como falso hace que muchos hallan elogiado “Llámame por tu nombre”… pero también le resta interés a la trama. Se queda en una película hermosa visualmente y de actuaciones impecables, pero con desarrollo de los personajes inexistente.

Eso sí: el discurso final del señor Perlman con Oliver, debería ser escuchado por todo padre homófobo del mundo. Es emotivo y cargado de reflexión… aunque en 1983 resulta inverosímil, por muy culto y exquisito que fuese el señor.

Películas como “La muerte en Venecia”, aunque plantean una relación más lejana entre los personajes, resultan más honestas y creíbles, así como el clásico “Dioses y monstruos”. Claro: no se trata de plasmar una eterna tragedia y victimización de la comunidad LGBT+, pero la película es una idealización de un romance veraniego. Incluso creadores como Ryan Murphy, creador de “Glee” y “American horror story”, plantea mucha más honestidad cuando plasma relaciones entre personas del mismo sexo. Incluso en la segunda temporada, el personaje de Lana Winters, caracterizado por la genial Sarah Paulson, es más creíble: es víctima y sufre discriminación por ser lesbiana, pero con el paso del tiempo evoluciona hasta transformarse en una mujer manipuladora. De momentos sufre, pero también hace sufrir a otros. Es, pues, como muchas personas, es creíble… y eso que la historia se desarrolla entre científicos locos, ánimas en pena, experimentos científicos, aliens y demonios.

II

“Llámame por tu nombre” está basada en la novela de André Aciman. Entre las diferencias principales, destaca que la historia está narrada a manera de diario, brindándole más autenticidad al asunto. Además, la historia original se desarrolla en Bordighera. Otro cambio es que la relación es mucho más directa, y el sexo es explícito, no tan elegante, impoluto y sugerido como en la versión cinematográfica, que no muestra desnudos frontales, algo un poco absurdo tratándose de una relación homosexual.

Un simple ejemplo, la tan mentada escena en la que Elio se masturba con un melocotón:

“Me levanté y agarré uno de los melocotones, le hice un hueco a la mitad con ayuda de los pulgares, dejé el hueso sobre la mesita y con delicadeza acerqué el melocotón velloso y colorado a mi ingle para después comenzar a oprimirlo contra ella hasta que la fruta partida se deslizó por mi verga. Si Anchise supiese lo que estaba haciendo con lo que él cultivaba todos los días con una devoción casi esclava con su enorme sombrero de paja y sus dedos nudosos y callosos que continuamente arrancaban malas hierbas de la tierra reseca. Sus melocotones teman mucho de albaricoque pero eran más jugosos y grandes. Ya había probado con el reino animal. Ahora me estaba acercando al mundo vegetal. Lo siguiente podrían ser los minerales. Al pensarlo casi suelto una carcajada. La fruta estaba goteando sobre mi miembro. Si ahora entrase Oliver, le dejaría que me chupase como hizo esta mañana. Si llegaba Marzia, le dejaría que terminase el trabajo.”

Quizá, el problema de “Llámame por tu nombre” es que no es honesta. Incluso “The Room”, quizá la peor película jamás filmada, tiene alma y sinceridad. Se nota que Wiseau ama lo que hace, aunque lo que hace sea un bodrio. Se puede decir lo mismo de mucho videohome mexicano.

Muchos cinéfilos afirman que “Call me by your name” es perfecta, y tienen razón. Tanto, que la relación entre Oliver y Elio resulta inverosímil.

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