Por Ali López
Desde Los Cabos
Los Cabos Film Festival ha llegado a su fin, y como clausura oficial, presenta uno de los films no sólo más esperado del año, sino de la década; “Boyhood” (Richard Linklater, USA 2014).
Desde su creación, el cine, se ha valido de la experimentación, de la imaginativa de las personas detrás de la cámara. Ha habido una y mil formas de hablarnos, pues no olvidemos que el cine, antes de arte o industria, es un lenguaje. También han existido formulas, recetas, líneas sobre las cuales se trazan una y otra vez las letras del lenguaje cinematográfico. Hace poco lo escuché, pocos son los que realmente han inventado una forma de hacer cine, la mayoría, sólo siguen los moldes ya creados. Con “Boyhood” Linklater intenta experimentar con el lenguaje cinematográfico.
“Boyhood” es una historia simple, la historia del crecimiento de un niño hacia la edad adulta; viviendo los devenires de la adolescencia. ¿Qué hace especial a éste film entonces? Que Linklater decidió dotar de realismo a su historia filmándola durante 12 años, viendo así al actor protagonista y su ficticia familia, crecer durante ésta docena de años. El paso de los años no es arbitrario, y las épocas van cambiando, por lo que “Boyhood” no sólo se convierte en un experimento arriesgado de dirección, sino en un documento histórico, que tal vez sin proponérselo, se baña de elementos propias de la primera década de los 2000 (la cinta fue filmada del 2002 al 2013).
¿Logra Linklater lo prometido? Por supuesto. “Boyhood” es una oda al trabajo digno de la producción cinematográfica. En estos años, donde parece que cualquiera puede hacer cine, Linklater nos demuestra que una planeación certera da resultados esplendidos. El paso de los años es notorio sólo en el sentido que el director lo desea, pues el tono, ritmo y demás elementos que conforman el candor de un film se mantienen a punto; parece que no pasan los años. Y es sorprendente la manera en que se mantiene la esencia de los personajes, sus sentimientos e interacciones. Así parece que los años no pasan, parece que el crecimiento de los actores es un factor secundario, pues la cinta te envuelve tanto, que comienzas a sentirla tuya, y te olvidas de todos esos años, a la vez que no puede evitar sentir la nostalgia pesadez del pasar del tiempo.
“Boyhood” es un filme entrañable, con personajes delineados, exóticos, y completados por actuaciones notables. Un guion que, por su duración, parece tener ciertos huecos narrativos, pero acaba siendo sólido, concreto y bastante acertado. Hay que aclarar que “Boyhood” “peca” de una visión masculina de la vida, no por eso machista o misógina, pero sí es la vida y palabra de un joven que vive los avatares de ser hombre. Tampoco es por eso una visión fría, o muy exclusiva, de los mejores dotes de la cinta es que puede ser vista por toda la familia. Resulta en su contexto tal vez un film arriesgado o experimental, pero termina siendo una historia convencional, plácida, que se concreta en su hechura extraordinaria; 12 años de filmación, no son poca cosa.
¿Linklater creó una forma de hacer cine? Lo dudo bastante pero siguiendo la fórmula de sus congéneres, el cineasta estadounidense ha encontrado una maravillosa forma de inmiscuirnos en su cine. El haber filmado esa historia en particular, de esa manera específica, créanme, no fue arbitrario, pues dota de mucho sentimentalismo y empatía, al público que admira dicho encanto.
“Boyhood” se estrenará pronto en salas comerciales, y sin duda, será uno de los films más mencionados en la próxima estrena del Oscar. Un goce verla en Los Cabos, y una obligación verla en su cine más cercano.