Por Javier Tapia Sierra.
El realizador oriundo de Quebec, Philippe Lesage, construye “Los demonios” (Les Démons), su ópera prima, alrededor de las angustias y temores de un pre-adolescente que comienza a comprender qué papel juega en este mundo. Y es que con un estilo sobrio y claridad argumental Lesage, logra adentrarnos en la parte oculta y tenebrosa de lo que en apariencia es una tranquila e idílica comunidad canadiense. Los jóvenes se divierten sanamente y pasean con calma a altas horas de la noche, conversan sobre su futuro, sus dudas y hasta de cómo enamorarse, en resumen es un lugar idóneo para desarrollarse y crecer como persona sin ningún contratiempo…a menos que sea Felix. “Los demonios” está disponible de forma gratuita por Internet, en My French Film Festival.
Felix (Édouard Tremblay-Grenier) es un chico de diez años, sensible y nervioso que no comprende lo que sucede a su alrededor. Las continuas peleas de las que es testigo a lo largo del día, desde las que ocurren en la escuela hasta las que molestan su sueño por las noches al intentar dormir mientras sus padres discuten, le exasperan a tal punto que vive con un estrés continuo y casi crónico. En medio de ese estrés el chico comienza a descubrir su propia identidad y durante este proceso algo terrible lo golpea para hacerlo sentir la sucia realidad. Una ola de secuestros de niños, que es el tema de chismorreo en la localidad, convierte al pequeño Felix en un manojo de nervios y es entonces, cuando la sutil perversidad que se esconde en lo que apariencia es lo más ingenuo, comienza a salir a la superficie de forma controlada pero violenta.
Y es que en el fondo “Les démons” es una meditación sobre el origen del mal, o sería más atinado decir sobre el descubrimiento del mal, en un momento donde se supone sólo debe existir inocencia y pureza. Esta meditación es un debut prometedor de un joven director que no se ha soltado del todo. Por momentos existe la sensación de que la narrativa no termina por cuajar del todo, el ritmo de la película tiene sus altibajos que pueden llegar a distraer la atención del espectador, por fortuna para el realizador canadiense cuenta con una manufactura visual cercana a lo impecable, solidez actoral, lo cual ya es un logro por si solo considerando la edad del protagonista y sobre todo, cuenta con un muy buen oído, pues el diseño sonoro de la película es excelente y logra sumergir de lleno al espectador en la experiencia audiovisual.
Lesage es un director que piensa con el estómago y de forma más emocional que intelectual parece decirnos que en realidad la perversión y la inocencia conviven en el mismo plano, escondidas y hambrientas, esperando el tiempo adecuado para presentarse con una fuerza sobrecogedora a la cual terminamos por ceder sea de la forma que sea. Es en ese momento cuando los demonios dejan de ser mitos y se convierten en sensaciones e ideas que nos consumen, nos muerden y si presentamos resistencia, nos dejan escapar hasta que el ciclo se repita de nuevo, pues los demonios no mueren, sólo duermen y muchas veces con un ojo abierto.