Por Arturo Garmendia

“Probablemente, además del lenguaje creado por Griffith y Eisenstein, el cine mundial no ha descubierto nada nuevo y revolucionario hasta El color de las granadas, de Paradjanov”.

Mijail Vartanov

Sergei Paradjanov es uno de los grandes maestros del cine, gracias a dos obras maestras consecutivas, La sombra de los antepasados olvidados (1964) y El color de la granada (1969). Destacó con igual fuerza en el campo de las artes visuales. Tuvo admiradores legendarios como Fellini, Godard y Tarkovski; no obstante, fue encarcelado tres veces. Al menos cuatro países –Armenia, Georgia, Ucrania y Rusia– lo consideran suyo. Aunque igualmente importante, Sergei Parajanov es significativamente menos conocido que sus pares: Fellini, Tarkovski, Antonioni, Godard, aunque, en varias ocasiones, estos grandes cineastas han llamado a Paradjanov un “genio”, un “maestro” y un “mago”. Sin embargo, sus películas rara vez se exhiben. Intentaremos explicar porqué.

Nació el 9 de enero de 1924 en la República de Georgia, Unión Soviética, de padres armenios. Estudió violín, voz y ballet y luego, en 1951, se graduó en la escuela de cine más antigua del mundo, el Instituto de Cine de Moscú, donde recibió clases de cineastas como Dovzhenko el más lírico y emotivo cineasta del cine soviético clásico.

Un inicio sombrío

En 1948, fue acusado de haber tenido relaciones homosexuales (que eran ilegales en la URSS) con un agente de la KGB. Fue sentenciado a cinco años de cárcel, aunque sería amnistiado tres meses después. En 1950, Paradjanov se casó con su primera mujer, Nigyar Kerímova, en Moscú. Ella provenía de una familia musulmana tártara y se convirtió a la iglesia ortodoxa para casarse, lo que le traería fatales consecuencias, al ser asesinada por sus parientes poco después a causa de esta conversión.

A raíz de este trágico acontecimiento, Paradjanov se trasladaría a Kiev, Ucrania. Allí produjo varios documentales y filmes narrativos. Se volvió a casar en 1956 y tuvieron un hijo, Surén, en 1958.

Paradjanov creó su primera obra maestra, Sombras de los ancestros olvidados (1964) que cuenta la historia de un hombre perseguido y obsesionado por la muerte de su amada, filme cuya originalidad consistía en la cantidad de técnicas modernistas empleadas: el uso incesante de la cámara en mano, los larguísimos planos en movimiento a lo largo de los paisajes, las tomas estático-rituales, primorosamente compuestas, alternando con imágenes fuertemente subjetivas, incluso surrealistas. En el cine soviético del momento no había nada igual. El filme le dio fama mundial, pero las autoridades soviéticas lo pusieron en la lista negra por su apoyo a los disidentes y nacionalistas ucranianos que pedían la separación de Rusia; y todos sus proyectos en Ucrania se vieron amenazados, en particular los inacabados Frescos de Kiev (1966). Entonces Paradjanov renegó de todo su trabajo anterior a 1964, diciendo que era basura.

Convertido en una celebridad internacional, así como en objeto de los ataques del sistema, se encontró con que casi todos sus proyectos entre 1965 y 1973 fueron prohibidos, desechados o cerrados, porque se aferraba a sus raíces autóctonas, y poque se negaba a delatar a sus amigos separatistas.

El color de la granada

Sólo hemos tenido acceso a esta cinta, por lo que desconocemos cuáles habrán sido las alteraciones introducidas por la censura soviética en la primera versión. Lo importante es que ésta es la versión del director. Y bien, se trata de una biografía del trovador y poeta armenio del siglo XVIII, Sayat Nova; sólo que, en lugar de hacer una narración lineal, el director plasma la historia en una serie de cuadros de enorme belleza plástica. A lo largo de la cinta conoceremos los episodios importantes de la vida del poeta, en clave simbólica. Su infancia, su juventud, su vida en la corte de un príncipe donde se enamora de una zarina, su rechazo al mundo para entrar a un monasterio, sus sueños, su vejez, un enfrentamiento con el ángel de la muerte y su deceso. Pero no hay intención de reconstruir dichos episodios como eventos de la vida cotidiana: Paradjanov recrea más bien el mundo interno del poeta: los miedos o dudas  de su alma, sus pasiones y tormentos, remitiéndonos a simbolismo y alegorías características de la tradición de trovadores armenios medievales. Cada capítulo es precedido por fragmentos de las obras del poeta mediante intertítulos o se escuchan en una voz en off.

Un momento simbólico en El color de la granada.

En cuanto al estilo, debe decirse que está inspirado en las miniaturas armenias, iraníes o persas, lo que quiere decir que más bien se trata de cuadros estáticos, de rigurosa construcción. Se le reprochaba que usara ese estilo, alegando que el cine es movimiento. Sí, respondía, pero para abordar un tema fechado en el siglo XVIII conviene no abusar de los movimientos de cámara, y ponía como ejemplo el cine arqueológico de Pasolini, por quien profesaba gran admiración.

Como ese autor mezclaba actores profesionales con personas común y corrientes, pero en esta cinta su gran descubrimiento es la actriz Sofikó Chiaureli, cuya belleza andrógina le permite incorporar seis personajes distintos, tanto masculinos como femeninos. Ella es, a la vez, el poeta y su amada.

De otra parte, es significativo el título del filme y la recurrente imagen de lienzos manchados por el jugo de esta fruta, que dejan en la tela una mancha similar al mapa de Ucrania. Evidentemente su simbolismo fue bien comprendido por las autoriades.

La actriz Sofikó Chiaureli, como el poeta y su amada.

Sin embargo, además de su triunfo en festivales internacionales, El color de la granada fue bastante bien recibida por las autoridades soviéticas. El Consejo editorial de Goskinó de Ucrania la alabó por “haber sabido plasmar en el lenguaje cinematográfico la calidad poética y la profundidad filosófica la vida de “, llamando a la película “un brillante éxito creativo de los Estudios cinematográficos Dovzhenko.”

Persecución

En diciembre de 1973 las autoridades soviéticas incrementaron sus sospechas acerca de las inclinaciones subversivas de Pardjanov (particularmente, su bisexualidad) y lo sentenciaron a cinco años de prisión en un campo de trabajo en Siberia por “la violación de un miembro del Partido Comunista, y la propagación de pornografía”.

Tres días antes de que fuera sentenciado Andrei Tarkovsky escribió una carta al Comité central del Partido Comunista de Ucrania, afirmando: “En los diez últimos años Serguéi Paradjanov sólo ha realizado dos películas, En diciembre de 1973, las autoridades soviéticas lo sentenciaron a cinco años en un campo de trabajo en Siberia por “la violación de un miembro del Partido Comunista, y la propagación de pornografía”.6​ Tres días antes de que fuera sentenciado, Andréi Tarkovski escribió una carta al Comité central del Partido Comunista de Ucrania, afirmando: “En los diez últimos años Serguéi Paradjanov solo ha realizado dos películas, Sombras de los ancestros olvidado y El color de las granadas. Han influido primero en el cine de Ucrania, segundo en el del país entero, y tercero, en el del mundo. Artísticamente, hay poca gente pudiese reemplazar a Paradjanov. Él es culpable, culpable de su singularidad. Nosotros somos culpables de no pensar en él a diario y de alcanzar a comprender el significado de un maestro.”

No obstante, estuvo en prisión hasta 1977, año en que fue liberado gracias a una ola de protestas internacionales de personalidades como Truffaut, Buñuel, Pasolini y Antonioni, en Europa y Estados Unidos, pero también en la propia Unión Soviética, donde era considerado realmente peligroso, e incluso después de su puesta en libertad (aunque sería encarcelado otra vez en 1982) era mal visto en el cine soviético. No sería hasta mediados de la década de 1980, cuando el clima político se hizo más suave, que Paradanov pudo volver a dirigir.

Al interrogársele sobre su encarcelamiento Paradjsnov sólo comentó: “Mi venganza será amar”.

Últimos esfuerzos

Paradjanov regresó a su ciudad natal, Tbilisi, en la República de Georgia, pero permaneció desempleado. Durante este tiempo, como cuando estaba en prisión, se dedicó a la pintura, llegando a crear más de 800 collages, hasta que por fin, 15 años después de El color de las granadas, y gracias a los esfuerzos de la intelectualidad georgiana, se le permitió dirigir creando una nueva obra maestra, La leyenda de la fortaleza de Suram, en 1984. Sobre la que volveremos en otra ocasión.

Las reformas de Gorbachov permitieron a Paradjanov abandonar por primera vez la Cortina de Hierro y asistir al prestigioso Festival Internacional de Cine de Rotterdam, donde La leyenda de la fortaleza de Suram ganó el premio a la mejor película innovadora. El siguiente largometraje que dirigió Paradjanov fue Ashik Kerib  (1988), que dedicó a su amigo Andrei Tarkovsky, muerto en 1986, y cuya Infancia de Iván había inspirado a Paradjanov a liberarse del realismo socialista en 1964.

En 1989 comenzó el rodaje de La confesión, una película autobiográfica, pero quedó inacabada debido a su hospitalización. Poco después de recibir los títulos honorarios de Artista del Pueblo de Ucrania y Artista del Pueblo de Armenia, Parajanov falleció el 20 de julio de 1990. Su salud había empeorado tras los cuatro años en el campo de prisioneros. Murió a causa de un cáncer de pulmón.

 «El cine perdió a uno de sus magos», escribieron Fellini, Tonino Guerra, Moravia, Rosi, Giulieta Masina, Mastroianni y Bertollucci, quienes, junto con el resto del mundo, lamentaron la prematura muerte de Parajanov a los 66 años.

Ahora nosotros debemos hacerle justicia.

Sergei Parajanov con su hijo Suren y su esposa Svetlana en Ucrania

Por Arturo Garmendia

Arturo Garmendia se inició como crítico cinematográfico en 1967. Es pues uno de los decanos del ramo, pero además es cineasta y escritor. Sus tres cortometrajes (Horizonte, Chiapas, Junio 10, testimonio y reflexiones y Vendedore ambulantes) fueron incluidos en el coloquio Descongelar la revolución, organizado por el Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, en 2021 y pueden verse en la plataforma You tube con el link  https://www.esteticas.unam.mx/coloquio-descongelar-la-revolucion Además es autor, entre otros libros, de las colecciones de cuentos El niño y La Bestia y Las dos Fridas, a la venta en Amazon.com.