Por Ali López

Hace casi 40 años, en las calles londinenses se comenzaba a escuchar un grito pesimista, una sentencia que hacían los jóvenes punk de la época: No Future! El lema hizo eco en el mundo, en los barrios bajos de Latinoamérica, Hong Kong y New York. La juventud apostata, apocalíptica y posmodernista veía su futuro nubloso, y su presente aún más tormentoso. Los baby boombers eran incapaces de comprender el desasosiego de sus hijos, nietos, herederos…

“Hermosa Juventud” (Jaime Rosales, España, Francia-2014) es un film generacional, pero la vez atemporal. Un film simple, y a la vez atípico. Un pareja de adolescentes, de adultos jóvenes, de humanos cerca de los años 20; perdidos en una vorágine de déficit económico, emocional, institucional y moral. Un mundo gris y tembloroso, pequeño, vacío de posibilidades, de esperanza y sobre todo, en picada. Una España afectada por la crisis, un país sin trabajo, sin vivienda, sin solución. Un mundo lleno de problemas, un mundo externo e interno. Ella, Natalia (Ingrid García Jonsson) queda embarazada, y junto con su novio Carlos (Carlos Rodríguez) trataran de sobrepasar la situación, que a final de cuentas, es sólo una de las tantas penurias que les toca vivir.

La cinta de Rosales es casi documental, con una cámara temblorosa, espía; de movimientos turbulentos, pues no se puede retratar el colapso de otra manera. Pero el cuadro no sólo se llena de ésta cámara vibrante, también frente a nuestros ojos desfilan las pantallas comunes, de ordenadores y celulares; avatares visuales que retratan una época, esta época. Junto a la cámara cinematográfica juegan las cámaras caseras, dispuestas a filmar porno, peleas callejeras y conversaciones por vía multimedia. Lo digital juega un papel importante en la trama, como juega un papel importante en la vida moderna. El paso del tiempo es sólo un efecto, pues el tiempo no existe dentro de la pantalla de nuestro teléfono, por lo menos, corre de manera diferente. Ahí, en ese objeto de comunicación, se puede contar todo, se puede ver, oír, interpretar y exponer; no es necesario el contacto físico, no necesitamos ver más que lo que se ve ahí dentro. El director lo entiende, y lo retrata de una manera, cinematográficamente, perfecta; juega con el plano, el tiempo, los efectos y la elipsis narrativa; todo conjugado.

Los preceptos morales aquí son expuestos sin afán de adoctrinar; sólo se entregan al espectador y se deja que cada quien haga conclusiones. El tabú del sexo premarital ya no asusta a nadie, pero, qué pasa con vender su cuerpo, su sexo, su actividad sexual ¿es aceptable? Es aceptable caer al bajo mundo de la exhibición cuando ya no hay otra manera de ganar dinero, o siempre debe uno “respetar su cuerpo”. Y ¿Qué pasa con el mundo que “orilla” a una generación a ser blasfemos, pornógrafos y falsos filósofos? En la Grecia clásica los filósofos eran aristócratas que dedicaban su tiempo libre al pensamiento; ahora lo  jóvenes si quehacer son lo que dedican su vida a pensar, y exponer lo que trabajó su cerebro, a pesar de que sus ideas sólo giren en torno a la tecnología, el sueño de ser ricos y la disputa futbolística del Real Madrid y el Barcelona. En este sentido la cinta es cruda, pesimista y, lamentablemente, realista. No se va por las ramas al momento de exponer lo que está mal, pero tampoco culpa a la juventud, como se suele hacer, de su condición. Los adultos también son letárgicos, zombies, faltos de esperanza y de ambición; causantes y victimas del problema.

“Hermosa Juventud” tiene una trama universal, común, retratada sin melodramatismo, y con bastante crudeza. Una cinta social, de denuncia, que no cae en lo panfletos propagandísticos. Experimenta, pero no se aleja de lo real, de lo perceptible. Emula la sociedad digital y su manera de ver las cosas, a veces desde una posición poco cómoda. El film es indispensable, pues es un retrato histórico valioso; delimita  mucho de lo que ahora somos, pues no sólo los españoles viven esas penas. Hará entender a unos cuantos los porqués de tantas preguntas, y de tantas situaciones cotidianas. Una generación podrá encontrarse con otra y comprenderla, y mirarla sin tanta furia y sin tanta pena.

“Hermosa juventud” es un film generacional, actual, pero que algún día será referente para la época, eso, si el futuro llega. Ya lo dijeron los Sex Pistols hace tiempo, y ahora, el grito sigue siendo real y profético:

Don’t be told what you want
Don’t be told what you need
There’s no future
No future
No future for you