Por Lorena Loeza

El cine siempre representa una oportunidad valiosa de mirar nuestras problemáticas de modo diferente, favoreciendo el cada vez más necesario ejercicio colectivo de reflexión y autocrítica. Este parece ser el caso de este interesante trabajo, “El monopolio de la violencia” (“Un pays qui se tient sage”, 2020), dirigido por el documentalista David Dufresne, quien se ha especializado en los últimos años en documentar diferentes manifestaciones sociales que ayuden a comprender las formas emergentes de la protesta social en el mundo contemporáneo. Se puede ver gratis dentro de la programación MiFrenchFilmFestival hasta el 14 de febrero.

El documental recoge aportes académicos, testimoniales y de opinión, acerca del actuar del estado francés frente a las protestas de los Chalecos Amarillos, un movimiento social de protesta en contra del sistema capitalista por considerar que perpetúa la desigualdad y la pobreza, además de que ha generado el cambio climático que pone en riesgo a la humanidad entera.

En 2018, los Chalecos Amarillos tuvieron violentos encuentros con la policía en París. Dufresne nos lleva hasta ese momento, comenzando la narración con una reflexión que espera resolver de manera colectiva – incluyendo a las y los espectadores- a lo largo del documental: ¿Sigue siendo válido defender el uso exclusivo de la violencia por parte del Estado? ¿ello se contrapone con el ejercicio de la libertad, los derechos humanos y la democracia? ¿cuándo la violencia es legítima y cuándo no lo es? ¿qué la legitima?

La tentación de inicio es la de responder estas preguntas del modo tradicional: es parte de un pacto social, de aquel contrato al que se refería Rousseau, para asegurar la convivencia social armónica.

Sin embargo, las distintas voces convocadas a participar en el relato muestran las contradicciones de muchos paradigmas que creíamos inamovibles. Lo que vemos en pantalla, se logra gracias a un gran talento narrativo, construido a partir de la muy cuidada curaduría de diferentes testimonios y de imágenes que hoy por hoy, son posibles de obtener gracias a los teléfonos celulares y a su difusión en redes sociales.

“El monopolio de la violencia” termina por ser una interesantísima clase de ciencia política contemporánea a partir de un estudio de caso. Una crítica al papel que juega la policía en las manifestaciones sociales, a la idea de lo que es “el orden”, y la defensa del derecho a la protesta y la libre manifestación.

En no pocos momentos las voces convocadas se cruzan, los argumentos se tocan. Vemos que incluso las visiones contrarias tienen puntos de contacto. Pero la ilusión de una conclusión consensuada se desvanece pronto, cuando entendemos que en medio de la violencia, en realidad no hay triunfo para nadie.

“El monopolio de la violencia” al final, es solo la vía para reflexionar alrededor de cuestiones más profundas: ¿A dónde nos ha llevado esta cultura que segrega y excluye? Es muy impactante encontrar argumentos propios de una guerra en la manera de enfrentar, por parte de la autoridad, una protesta civil: mirar como enemigas a las personas que deben protegernos, y del otro lado, mirar como amenaza a quienes viven excluidas y discriminadas. Un debate que irá ganando terreno, si no llegamos a discusiones más amplias, que incluyan razonamientos que no siempre están en los libros de las universidades.

Recuerda que se puede ver gratis dentro de la programación MiFrenchFilmFestival hasta el 14 de febrero