Por Hugo Lara
Con indiscutibles méritos creativos, desde el guion hasta las interpretaciones, se encuentra exhibiéndose en la Cineteca Nacional y otras salas “Los espíritus de la isla” (The Banshees of Inisherin, 2022), la más reciente película del director-guionista británico Martin McDonagh, conocido por “Escondidos en Brujas” (2008), “Siete psicópatas” (2012) y “Tres anuncios en las afueras” (2017). “Los espíritus de la isla” es un intenso y emotivo relato sobre la amistad (y la enemistad), lo que le valió nueve nominaciones al Oscar, incluyendo mejor película, dirección y guion original, además de ya haber ganado muchos premios importantes como los BAFTA británicos.
McDonagh ubica la trama en las primeras décadas del siglo XX, en Inisherin, una apartada isla irlandesa (e inexistente en la vida real) donde hay una pequeña comunidad de granjeros y aldeanos. Uno de ellos, Pádraic (Colin Farrell) entra en crisis cuando su mejor e inseparable amigo, el violinista del pueblo Colm Doherty (Brendan Gleeson), le retira la palabra sin aparente razón alguna. Esto conmociona y entristece profundamente a Pádraic, un tipo simple y de poca inteligencia, que se dedica a cuidar vacas y tiene de mascota una burra miniatura a la que adora. Pádraic vive junto a su hermana y bajo su protección, Siobhán (Kerry Condon), solterona y amante de los libros. Pádraic intenta reiteradamente reconciliarse con su amigo, pero éste lo rechaza porque lo considera aburrido y quiere entregarse sin distracciones a la creación de su música.
A partir de esta premisa, el drama —que corre en forma de tragicomedia— va en ascenso, toda vez que los dos ex amigos comienzan su propia batalla: uno para recuperar la amistad, el otro para enterrarla por siempre, incluso con violentos recursos inimaginables que irá cumpliendo para sorpresa de todos.
El ingenioso guion de McDonagh da vida alrededor de los dos protagonistas a un puñado de personajes coloridos y vivaces: como los tenderos del pub local; la inquietante bruja que todo lo ve; el cruel policía del pueblo y su hijo imbécil Dominic (Barry Keoghan); el cura y otros. Asimismo, la singular música y los impresionantes paisajes de la campiña irlandesa a la orilla del mar, suman en la construcción de un entorno poético y melancólico, con cierta sensación rulfiana y ecos remotos de realismo mágico. Hay varios detalles bien elaborados que afianzan la trama y la idea de lejanía, como los sonidos de disparos y cañonazos que provienen de otro isla, donde ocurre la guerra civil entre el gobierno y el IRA (Ejército Republicano Irlandés). Esa guerra lejana e inexplicable entre hermanos es, a final de cuentas, también la guerra íntima que en la metáfora plantea este brillante filme.
Los personajes resultan magnéticos con sus conflictos existenciales a pesar de su aparente rusticidad. En este sentido, McDonagh consigue un notable desempeño de sus actores, empezando con Collin Farrell, recurrente cómplice del director y que rompe aquí con el canon de su trayectoria; así como el tremendo Brendan Gleeson. Pero los demás tampoco desentonan, con calificación sobresaliente para el inquietante Barry Keoghan y Kerry Condon, bella y empática.
“Los espíritus de la isla” es de lo mejor que se puede ver actualmente en cartelera y, sin duda, es de las obras más logradas que competirán este año por el Oscar.
