Por José de Jesús Chávez Martínez
Primeramente, son diez obras las que están nominadas en la categoría de mejor película. Son muchas y muy diversas, obedeciendo a requerimientos de inclusión de géneros y gustos basados en la popularidad de estos. Sin embargo, casi siempre ganan los dramas (o melodramas). Este año la carrera se centra en dos cintas que han ganado premios previos importantes: “Todo, al mismo tiempo, en todas partes” (el título es muy evidente y poco artístico) que se llevó el Globo de Oro, y “Sin novedad en el frente”, la cual se agenció el BAFTA. Lo anterior sin demeritar a las demás nominadas que en calidad no desmerecen.
Lo que llama la atención es la ausencia de “La ballena”, de Darren Aronofsky, en esa larga lista; una adaptación de una pieza teatral del mismo nombre que tiene valores cinematográficos importantes y sobre todo la interpretación del reconocido comediante Brendan Fraser, quien había tenido un paso por las pantallas grandes con mucha gloria, pero también con mucha pena, participando en historias costosas, algo divertidas, pero a fin de cuentas casi infumables.
Un actor con problemas personales que siempre mostró un semblante facial con cierta tristeza a pesar del jolgorio de las historias en las que participaba, un histrión que en el desempeño de sus papeles siempre parecía compungido, ya sea por el slapstick o por el romance frustrado, aunque al final terminaba con su mujer amada. Fraser era algo así como un Rodney Dangerfield con cuerpo de Tarzán.
Después de sufrir varios problemas personales, como el divorcio de su esposa, un abuso sexual y la muerte de su madre, Fraser vio caer su carrera en un tobogán, aunque siguió desempeñando algunos trabajos más honrosos en el cine a principios del presente siglo, sobre todo aquella “El americano impasible” (“The american quiet”, de Phillip Noyce, 2002).
Su mejor interpretación sin duda llega con “La ballena”, a sus 54 años de edad, en la cual personifica a Charlie, un profesor de inglés (redacción avanzada más bien) que sufre de obesidad mórbida y que además es homosexual, divorciado y con una hija, Ellie (Sadie Sink). Su pareja, un estudiante, se ha suicidado y por ello Charlie comenzó a comer sin medida y dejó de ver a Ellie, que al presente ya tiene 17 años y dice odiar a su padre. A Charlie lo cuida Liz (Hong Chau), la hermana del difunto amante del obeso profesor, una enfermera que lo quiere de verdad y procura su bienestar. Un misionero de la iglesia New Life llamado Thomas (Ty Simpkins) también lo visita e intenta salvarlo.
Son muchas emociones y situaciones adversas para este personaje, mismas que Fraser define brillantemente: su forma de enfrentar con estoicismo los ataques de su hija, de defender su homosexualidad, de confiar en la bondad de los seres queridos (aunque malagradecidos), de soportar serenamente quienes llegan a mirar su estado de gordura, su demostración de conocimientos acerca de la redacción de ensayos, su manera de consolarse comiendo desaforadamente… en fin. Además, esta película tiene valores cinematográficos (luces, sombras, espacios dramáticos, etc.) con el toque polémico, pero inconfundible, de Aronofsky.
Me gustaría ver a Brendan Fraser recibir el Óscar y que los asistentes se pongan de pie y lo ovacionen; me gustaría escuchar su discurso de agradecimiento con esa voz llena de su característico grueso eco, si llora o no qué importa. Me gustaría ver eso y que lo vieran otros que se dicen cómicos y que pueden ser actores dramáticos sin tener madera ni iniciativa, porque no se han preocupado por desarrollar una toma de conciencia y autocrítica para trabajar, pero arduamente (tomar clases, por ejemplo), aquel talento que dicen tener. Que esos que digo vean en Fraser lo que hay que hacer para convertirse en un buen actor.
Sin embargo, su máximo rival es Austin Butler con su papel de Elvis Presley, que le significó dos años o más de ensayos para personificar al “Rey del Rock”, aunque tuvo la ventaja de contar con material audiovisual para inspirarse y referenciar su interpretación. En mi opinión, es algo exagerada este performance del joven Butler y algo más refinada su apariencia con respecto de Presley.
(Si alguien sabe alguna causa técnica sobre la eliminación de “La ballena” de la lista de las nominadas, por favor hágamelo saber. En el plano artístico, ¿tal vez no está a la altura de las demás? Puede ser…). “La ballena” se puede ver en la Cineteca Nacional y otras salas.