Por Leticia Carrillo


El cineasta Roberto Gavaldón recibirá un homenaje en la 6ª edición del FICCO con motivo de los 100 años de su nacimiento. El programa estará compuesto por 10 cintas que se exhibirán a nivel nacional en el marco del festival, que se efectuará del lunes 17 de febrero al domingo 1º de marzo en la Ciudad de México.


Los títulos que se proyectarán son La barraca (1944), La otra (1946), Rosauro Castro (1950), El rebozo de Soledad (1952), La noche avanza (1951), El pequeño proscrito (1953), Macario (1959), La Rosa Blanca (1961), Días de otoño (1962) y El gallo de oro (1964).


El rescate de las copias de los diez títulos que se exhibirán en el evento cinematográfico fue una tarea conjunta entre el FICCO, la Filmoteca de la UNAM, la Cineteca Nacional, distribuidores independientes, los herederos de Gavaldón, representantes del Gobierno de Chihuahua, Fundación Televisa y UCLA Archive.


Roberto Gavaldón fue uno de los cineastas más polémicos de la considerada por algunos “Época de Oro del Cine Mexicano” pues mientras unos lo acusaban de tener un estilo frío, academicista y más preocupado por la forma que por el contenido, otros lo elogiaban por hacer películas clásicas, austeras, elegantes y en cierta forma, enparentadas con el cine negro norteamericano.


Después de trabajar en Hollywood y regresar a México donde participó en más de una cincuentena de películas como codirector o asistente de los más renombrados realizadores de su tiempo, Roberto Gavaldón filmó su primer largometraje en 1945, La barraca, basada en una novela de Vicente Blasco Ibánez y que al año siguiente se haría merecedora de 10 premios Arieles, en la entonces pujante industria cinematográfica nacional.


Tres fueron los temas más recurrentes de la filmografía de El ogro -conocido así por su perfeccionismo-: la muerte, la pérdida de la juventud y la otredad. En este sentido, uno de sus más importantes estudiosos, Ariel Zúñiga, afirmó que la obra y los personajes de Gavaldón son espejos, repeticiones de sí mismos.


Después de que su obra cayó prácticamente en un injusto olvido, en 1986 la Cineteca Nacional le entregó la Medalla Salvador Toscano con lo que se inició una revaloración de suobra como director de películas entre las que se cuentan también La diosa arrodillada (1947), En la palma de tu mano (1950) y El niño y la niebla (1953).