Por Sergio Bárcenas Huidobro
Desde San Cristóbal de las Casas

Thule y Tuvalu, cada una a su manera, se parecen a eso que el imaginario colectivo podría llamar “el fin del mundo”. El primero es un poblado –“poblado” es un decir– en la costa norte de Groenlandia, y es el punto habitado por humanos que está más al norte en el globo; Tuvalu es una isla del Pacífico en el hemisferio sur, cercana a Nueva Zelanda y a cientos de otras islas, aunque ninguna de ellas comparte su condición trágica: si el calentamiento global incrementara unos pocos metros el nivel de agua de los océanos, Tuvalu sería el primer punto del planeta en desaparecer bajo el agua.

En “ThuleTuvalu”, sexto documental del suizo Matthias Von Gunten, se asiste a un vaivén insólito entre dos paisajes entrelazados y dialogantes: Thule y Tuvalu están hermanados pese a la obviedad de sus diferencias: uno está hecho enteramente de hielo y en el otro se come pescado frito con agua de coco, pero los dos subsisten con base en estructuras familiares férreas y con tradiciones culturales inamovibles.

Con el correr de la cinta, conocemos el lazo más íntimo de esta relación: si en el futuro se incrementa el derretimiento de los polos, el deshielo de Thule provocará, literalmente, el hundimiento de Tuvalu. Al final, ambas formas de vida desaparecerán por fenómenos opuestos. Von Gunten, documentalista fascinado por esta ambivalencia, construye un retrato que en su primera mitad es íntimo y en la segunda se decanta por lo didáctico, aunque sin llegar nunca a abusar de los lugares más comunes del tema.

Aunque su lirismo y la destreza de su banda sonora no tienen fallas, “ThuleTuvalu”, que inauguró el Primer FIC de San Cristóbal de las Casas, destaca por una omisión que no es menor: agota su metraje en detallar y describir con buen oficio las consecuencias humanas del calentamiento global, pero se olvida de acercarnos a sus causas. El resultado, crepuscular y en tono trágico, da la impresión de que el efecto invernadero es un proceso fatal y tan inevitable como el diluvio del arca de Noé (con el que se tiende una analogía en un momento de la cinta), más que una consecuencia directa de la actividad humana.

“ThuleTuvalu” vale por su asombroso y clínico acercamiento a dos formas de vida en vías de desaparición. En medio de un mar de hielo o de una isla en el Pacífico, su capacidad para recrear la experiencia de la soledad es más que notable. Da la sensación de que hace mucho tiempo que no estábamos solos, y quizá sea cierto.