Por Domingo Rojo

Ya desde el título se adivina su tono de farsa, pues alude inequívocamente al filme de Steven Spielberg, Saving Private Ryan (1998). Pero la trama de Salvando al soldado Pérez
no está ambientada en la Segunda Guerra Mundial, sino en la Guerra de
Irak, cuando un grupo de pistoleros y narcotraficantes mexicanos va en
búsqueda de un paisano que ha ido a pelear con el ejército de Estados
Unidos y que se ha perdido en esas tierras lejanas.

La última producción de Lemon Films (Matando cabos, Kilómetro 31),
finalmente llegará esta semana a las salas de cine con 250 copias,
después de cinco largos años de preparación y dos de producción que
parecían interminable. También llega con el sello de ser una de las
películas mexicanas más cara de la historia, cercana a los 5 millones
de dólares (algunos han manejado la cifra de 10 millones). 

Pero quizás la pelea más fuerte que aun le espera al Soldado Pérez
es el momento en que llega, cuando el país  vive el momento más cruento
de la guerra contra el narcotráfico y, difícilmente, los
narcotraficantes como héroes de ficción despiertan simpatía entre
la gente común. Puede pensarse que muy pocas personas estarán con ganas
de reírse de las hazañas  de estos criminales aunque sea en clave
cómica, menos aún después de tanta sangre, decapitados, extorsiones,
secuestros. Tal vez si se hubiera estrenado hace cinco años…

Sin
embargo, los productores han intentado eludir este espinoso ángulo y
reorinetar el filme hacia el público familiar. Apenas el viernes pasado
fue su premiere en Torreón, en cuyas
inmediaciones fue rodada la película. Salvando al soldado Pérez dirigida por el sinaloense Beto Gómez (Puños rosas), fue
escrita él mismo al alimón con Francisco Payó. 

A la
premiere en la Comarca Lagunera (al norte de México) acudieron los
actores Miguel Rodarte, quien lleva el papel protagónico, así como
Rodrigo “Roca” Oviedo, Gerardo Taracena, Marius Bega, Juan Carlos
Flores, así como el director Beto Gómez, el productor Billy Rovzar y
Pato Safa, de Terregal Films. Además, en la película participan los comediantes de televisión Adal Ramones y Jaime Camil.

“Es
una película para toda la familia, cuidamos mucho que no hubiera
groserías, que no hubiera drogas… aquí vamos a divertirnos y es
aventura, comedia y acción”, dijo Rovzar al diario Vanguardia durante
la alfombra roja de la cinta rodada en las Dunas de Bilbao de Viesca en
2008, con el apoyo de la productora lagunera Terregal Films y el
Gobierno de Coahuila.

“El hecho de hacer una parodia al respecto,
ilustra lo absurdo que es la guerra”, comentó Rodarte. “En la película
no es el tema (el narcotráfico), simplemente es circunstancial, para
darle credibilidad”, puntualizó.

“Cuando nosotros filmamos, la situación comenzaba apenas a ponerse desagradable”, dijo Beto Gómez.

Por otro lado, es cierto que el mismo tono de farsa funcionó con la película más taquillera de 2010, El Infierno,
de Luis Estrada, que también se asomó al mundo violento y cínico del narcotráfico. Quizás
estas películas sean una forma de exorcismo que necesita el público mexicano.