Todo mundo tiene un pasado, y el cineasta Fernando Sariñana mostrará el suyo en la nueva película que comenzará a rodar en abril próximo, para recordar su paso como trovador por ferias y parques de la Ciudad de México, bajo el título “Los siete magníficos”.


Este nuevo proyecto, constituye una idea original del mismo realizador, con argumento de su esposa Carolina Rivera.


“Empezamos a filmar a mediados de abril, todavía no tengo elenco, pero sí les puedo decir que el rodaje será en Oaxaca y la Ciudad de México.


Es la historia de un grupo que toca en bodas reuniones y bautizos, bajo el género de comedia dramática”, indicó. Antes de estudiar economía, Sariñana tenía un gran apego por las artes y la música, además del cine, aficiones que lo condujeron a estudiar Comunicación en la UAM-Xochimilco y a realizar la Maestría en Cine y Televisión en la Universidad de California en Los Angeles.


Cuando regresó a México, tras dirigir y producir “Roxanne”, corto en 16 mm, Sariñana se involucró en el medio cinematográfico mexicano a través de la producción.


Así, a principios de los años 90 produjo “Modelo antiguo” (1992) de Raúl Araiza; “La vida conyugal” (1993), de Carlos Carrera y “Miroslava” (1993), de Alejandro Pelayo. Actualmente, su propuesta cinematográfica está apuntada a los adolescentes y muestra de ello es su más reciente estreno en cartelera “Niñas mal”, estelarizada por Martha Higareda y Camila Sodi.


“Fui músico, me dediqué a tocar la guitarra durante tres años en ferias, con temas folclóricos y canto nuevo; reconozco que ya estaba grande cuando empecé, y sé que no eran mis rollos, después estudié economía”, manifestó.


Asimismo, relató que no se quedó en ese “rollo”, pero tiene muchos amigos que se quedaron a seguir probando suerte, “sé lo dificil y lo tremendamente cañón que es sobrevivir en este país de la música”.


Cuando vas a una fiesta, dijo, nadie se imagina las historias que hay detrás como decepciones, trabajo, y sueños, por lo que “Los siete magníficos” aborda precisamente estos últimos.


“Quise mostrar una pequeña parte de esos deseos y rescatar la dignidad de estos trabajadores del mundo musical; quienes no deben sentirse rebajados el decir `soy músico de bodas”, y confío en que lo podré hacer porque conozco bien el ambiente, es una idea que tenía ahí guardada”, puntualizó.


Al concluir, señaló que “mis amigos de los que hablo son los del grupo “Mexicanto”, así como de Enrique Quezada, con quienes andaba por los jardines de la Ciudad de México, y ahora cada uno ha trazado su propio camino, será como un homenaje”.