Por Juan Pablo Russo
Escribiendocine.com-CorreCamara.com
Luego de su estreno en el 27 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y tras un año de recorrido y premios por los más diversos certámenes nacionales e internacionales, “María” (2012), de la actriz y directora Mónica Lairana, cuyo foco está puesto en la trata de personas a través de un relato crudo y descarnado, se consagró como el mejor corto argentino del año en la X Noche del Cortometraje. “Siento que el arte es una manera muy directa de comunicar. Pensamientos, sentimientos, de conducir a la reflexión, y también a la lucha”, dice en una charla exclusiva con EscribiendoCine.
¿Cómo surge la idea de hacer un corto vinculado a la trata de personas?
Mi primer acercamiento al tema fueron la noticias, esas malas noticias que uno puede encontrar el cualquier diario. Así me fue interesando en entender qué era una red de trata, un tratante, un entregador, un método de captación, y a lo que esas mujeres y niñas eran obligadas a soportar para conservar sus vidas. A medida que me iba interiorizando el horror se hacía cada vez más presente y mi desesperación y angustia iban creciendo. Me helaba la sangre pensar que eso ocurría en ese preciso momento, en cada rincón del país, casi a la vista de todos.
Me daba mucha impotencia que los noticieros de algún modo alivianaran el tema cuando les tocaba comentar algún caso. Estaba cansada de escucharles decir…“las chicas eran obligadas a ejercer la prostitución…”, que no es lo mismo que decir que eran violadas 20, 30 veces por día. Porque digámoslo, la trata es violación. Pero nadie lo decía así. No había problema para ellos en decir de manera escabrosa que habían descuartizado a una persona, contar cada detalle, mostrar imágenes de choques, cosas tremendas, pero cuando había que hablar de trata de mujeres con fines de explotación sexual pasaba algo que aún no logro comprender, se usaban palabras suaves, livianas, se mezclaba la palabra prostitución en el medio que es algo que la sociedad tiene aceptado, nunca escuche decir en un noticiero que las chicas secuestradas eran golpeadas brutalmente, o advertir a los consumidores de sexo pago que quizás estaban violando a una chica.
Recuerdo como algo muy determinante una campaña del gobierno de la ciudad que me crispaba, y haber increpado a algunos funcionarios durante un evento del festival de Derechos Humanos de hace como 3 años. La campaña consistía en unos señaladores y postales color amarillo, donde había unos dibujitos como del contorno de una mujer esposada con cadenas, y la leyenda decía “No elige su propia ropa, no elige donde vive, no elige a donde va”. Aquello era una burla, una falta de respeto. ¿Es que acaso el problema de la trata es que las chicas no eligen la remera que se ponen? Y otra postal decía “Quiere escapar” ¿Entonces el problema de la trata es que las chicas se quieren escapar? Estaba realmente indignada, me preguntaba quién y con qué propósito elegía comunicar masivamente un tema tan indignante como es la esclavitud sexual de una manera tan banal y tan perversa. Casi burlándose. Me negué a pensar ingenuamente. Sentí una vez más que el objetivo era restarle importancia y urgencia a tan macabro negocio.
Tuve entonces una necesidad muy visceral de filmar un corto. Volcar ahí todo mi dolor, mi indignación, mi furia, mi impotencia. Mostrar lo que yo sentía que a nadie le convenía mostrar, y decir, lo que yo sentía que nadie quería decir. Retratar el horror, posar la mirada sobre las chicas, las víctimas de todo.
¿Qué planteamientos estéticos te propusiste a la hora de la puesta en escena?
Yo quería hacer un retrato crudo, directo. Tener una cámara testigo, casi como si estuviera filmando un documental. Me propuse entonces partir del plano secuencia, y también de planos fijos de larga duración, interferir lo menos posible con cortes la observación de “María”. Optar por una iluminación sencilla, casi natural. Despejar a los actores de cualquier histrionismo que me hiciera sentir que estaba viendo actores en escena y no a personas. Trabajé en todas las áreas con el concepto de sobriedad. Y también con el concepto de lo desagradable e incómodo. Escogí cada sonido que debía incorporar que fuera molesto al oído humano. Cada objeto, que no fuera amable a la vista.
¿Cómo fue el proceso de investigación para llegar a ese realismo?
Vi muchos videos de allanamientos en internet, vi fotos, documentales, películas, y también estuve en un lugar muy escabroso donde trabajaban algunas chicas, en una ruta de la provincia de Buenos Aires. Aquello no era trata, pero las condiciones de aquel prostíbulo eran infrahumanas.
Uno de los puntos fuertes del film es la crudeza visual y narrativa. ¿Pensaste alguna vez en que esa forma de contar la historia podía ejercer un efecto de rechazo sobre el público?
No, no lo pensé, pero fue lo primero que me dijeron mis productores. Yo siempre confié en que además de esa crudeza, el corto podía tener la virtud de atravesarlos desde lo emocional. Yo quería que mi corto sobre la trata no fuera para el espectador un trabajo intelectual, de reflexión, sino que les atravesara el cuerpo. Que le dolieran las tripas como a mi duelen cuando hablo del tema. Que sintiera en su propio cuerpo al menos un instante lo que padecen esas chicas. No quería expulsarlo del film, sino involucrarlo.
¿Un año después de su estreno en el 27 Festival de Mar del Plata pensabas que María iba a tener todo el recorrido que tuvo?
Nunca lo imaginé. Sobre todo porque los primeros 10 festivales donde lo envié, no quedó y algunos amigos me decían que era un poco improyectable…Temí incluso que no se llegara a proyectar en ningún lugar….Pero por suerte un festival se animó, y luego entonces se dio un efecto rebote y se animaron pronto otros a programarlo.
¿Cómo actriz y directora ves en el cine una forma de combatir la trata de personas?
Siento que el arte es una manera muy directa de comunicar. Pensamientos, sentimientos, de conducir a la reflexión, y también a la lucha. Tanto el teatro como el cine son un arma muy poderosa. Yo me formé como actriz en una vieja escuela de actuación donde no se concebía el teatro desprendido de su función social. Ese teatro se diversificó y está buenísimo. Pero a mí me gusta conservar ese espíritu con mis proyectos de cine.
¿Sentiste temor a la hora de meterte con un tema donde hay tantos intereses en juego?
No y sí. Recibí consejos para no hacerlo también. Pero por suerte ya está hecho, y eso no cambia.
“María” estuvo en varios festivales del mundo donde la idiosincrasia cultural varía. ¿La reacción del público es la misma o difiere mucho en cuanto al tema?
Lo que ocurrió en otros países para mi sorpresa fue la negación, el no querer hacerse cargo de que la trata es una problemática mundial. En Holanda, por ejemplo, durante el festival de Rotterdam en el debate post función, la gente muy conmovida me decía que no sabía que eso pasaba “en Argentina” o “en Latinoamérica”. Y yo les contestaba que la trata de mujeres rumanas en Holanda tenia cifras escalofriantes. Me lo acababa de comentar la gente de la embajada argentina en su país que estaba colaborando en una campaña para la desarticulación de esas redes de trata.
¿En qué momento te picó el bichito de la dirección?
Hace más de diez años. Pero yo estaba empecinada en tener una educación formal. Di dos veces el ingreso al ENERC y quedé fuera, y dos veces también quedé junto a otra persona por una beca total en el Cievyc y quedaron las otras personas. Fue la directora María Victoria Menis quien me sacudió un día y con una firmeza muy amorosa me dijo que la cortara, que yo trabajaba en cine, que sabía más de lo que me imaginaba, que probara, que filmara cortos, que experimentara. Ella no se debe ni acordar…y para mí fue tan fundamental su consejo.
¿Sentís que al ser también actriz tu vínculo con los actores difiere con respeto a la de otros realizadores?
No lo sé. Quizás sí con respecto a los directores que no saben cómo encarar el trabajo con un actor. Siento que puedo comunicarme bien, ser clara, darles tranquilidad sobre el trabajo, lo que necesito de ellos, soy muy directa, no hay conducción engañosa hacia ningún lugar donde ellos no saben de antemano que voy a ir. En mis dos cortometrajes, el trabajo actoral era de mucha exposición física. En los ensayos, yo saqué fotos, filmé videos caseros, y les expliqué exactamente de donde a donde la cámara iba a mostrar sus cuerpos. Yo valoro mucho a los actores, me siento muy agradecida de su generosidad y en ese sentido, es una prioridad para mí decirles siempre la verdad.
“María” es parte de una trilogía que empezó con “Rosa”. ¿Cómo sigue ahora?
Ojalá siga con el cortometraje “Anita” -que espero poder filmar durante este 2014- y con el cual cerraría la trilogía de mis mujeres. “Anita” cuenta la historia de una nena de 8 años que lleva una vida de adulta por diversas circunstancias. Es un intento de reflexión acerca de la perdida de la inocencia. Es de las 3 historias la que tiene más locaciones, más decorados, mas desarrollo, más personajes, y más producción, claro. Si consigo el dinero para hacerlo, será un desafío muy grande para mí encarar este proyecto.
LEE TAMBIÉN:
“El trabajo de escritor de cine es enajenante”: Paula Markovitch
Presencias insólitas en el cine mexicano: 10 figuras del cine mundial
Ramona y los escarabajos”: Una visita a la filmación
Masacre en Xoco rinde tributo al horror coreano en Cineteca Nacional
El cine de Iberoamérica se queda sin candidata al Oscar