Por: Norma Lorena Loeza Cortés
“Que se mantengan unidos los que son diferentes“.
Poster promocional de X Men 2.
El pasado 12 de noviembre el mundo entero se cimbró con la noticia de que Stanley Martin Lieber – el verdadero nombre de Stan Lee- había fallecido a los 95 años en un hospital de Los Ángeles California, donde había sido internado de emergencia.
Stan Lee es una figura indispensable para entender la cultura pop de la segunda mitad del siglo XX e inicios del XXI. Se prevé que esta influencia quede para la memoria de la humanidad por mucho más tiempo del que le tocó vivir. No es exageración decir que este hombre ya es un mito moderno y todo un ícono de la cultura popular a nivel mundial.
Han sido muchos los intentos de explicar las razones que hacen de Lee, a la compañía Marvel y a sus numerosos personajes, en algo tan entrañable y querido para personas de diferentes edades y pertenecientes a distintas generaciones. Supongo que de eso se seguirá hablando por mucho más tiempo más a partir de ahora, principalmente porque con su muerte daremos paso a la construcción de la leyenda.
Pero hay elementos que es preciso destacar en la comprensión de esta nueva mitología para las masas, una suerte de nueva simbología del imaginario colectivo que le hace sentido de manera universal prácticamente a todo el mundo.
En esta construcción, juegan un papel crucial la ciencia, las habilidades, los valores, los conflictos internos, el mundo desacralizado. Dichos elementos están presentes desde el principio. El primer gran éxito editorial de Stan Lee, Los 4 fantásticos, ya contenía el sello que lo volvería característico: personas comunes convertidas en super héroes debido a un accidente científico, con explicación no sobrenatural e insertos de pronto en la encrucijada de hacer siempre lo correcto.
Son muchas las cosas que se pueden decir de los personajes creados por Lee, Ditko y Kirby, pero en especial me parece relevante resaltar una que parece la clave de su éxito arrollador: el aprecio por la diversidad. Todo inicia con la pregunta inicial que el Universo Marvel implantó en numerosas personas: ¿qué haría yo con superpoderes?
Para responder eso Lee se los otorgó en sus historias a personas muy diversas: jóvenes de secundaria, millonarias y magnates, personas excluidas, realeza de regiones exóticas, dioses, científicos, mutantes y un largo etcétera. A unas personas las puso en el bando de los buenos y a otras las hizo villanas malvadas. Pero nunca se olvidó de que todas/os encontráramos alguien con quien identificarnos en este expandido universo.
La diversidad está presente de muchas maneras, en todas las historias, pero quizá encuentra en los X Men su mejor grado de expresión. Personas mutantes señaladas por ser diferentes, agrupándose en contra de otros igual que ellos/as y políticos y congresistas que les temen por ser diferentes, por pensarlos ajenos y peligrosos.
Es así que esta nueva mitología del pop, no pondera el super poder, sino la capacidad humana de empatía, la sabiduría, la prudencia y la conciencia ética de hacer de este un mundo mejor, echando mano de lo que se tiene al alcance. Esos son los verdaderos poderes que tienen todas las personas y que pueden usar – pensando en el Tío Ben de Peter Parker- siempre asumiendo la responsabilidad que ello implica.
Un mensaje tan poderoso no podría haber pasado desapercibido, y es por eso que pasar del comic, a la serie animada, la serie de televisión y finalmente al cine, era su camino natural. La compra de Marvel Studios por el poderoso consorcio Disney, ha significado el despegue definitivo de las historias que nacieron en una hoja de papel. Mucho se ha dicho a favor y en contra de este fenómeno. pero lo que nadie pude negar, es que modificó para siempre muchos aspectos de la industria del entretenimiento, y que todavía veremos esa evolución en este siglo XXI y más allá.
A muchos /as de nosotros, no nos queda más que agradecimiento a quien llenó nuestras fantasías de superpoderes, que nos proporcionó un pasatiempo intelectualmente complejo, lleno de escenarios y universos infinitos, en donde nadie es raro ni diferente. Y sí lo es, quizás sea porque tiene el potencial de hacer de este un mundo mejor. Gracias por esa esperanza y hasta siempre, Stan Lee.