Por Pedro Paunero

Al comienzo de “Street Girls” (Michael Miller, 1975), película cuyo guion coescribió Barry Levinson con su director, vemos en un billar a Sven Anderson (Art Burke), conversando con un amigo sobre la propensión a contraer enfermedades venéreas por parte de las chicas en edad escolar, y la inutilidad de enviarlas al colegio. “¿Qué podrían aprender las jóvenes en la escuela?” Se cuestiona el amigo. “No sé. ¿Cosas?”, responde Sven. El amigo se ríe. Las escuelas no son sino “zonas de infestación de enfermedades”. “Eso no le pasaría a mi Angel”, objeta Sven. “Lo que importa -agrega el otro-, es que Angel está en el área de concentración de las ETS”. Hay varios cortes rápidos, y aparece el título de la película sobre el cuerpo de Angel (Christine Souder), bailando en topless, a ritmo de funk, frente a un espejo que constituye todo el fondo, ante una multitud de hombres rijosos que aplauden, gritan y silban, en el club masculino “Go Go”.

La cámara hace un paneo general y asistimos al caos, con las chicas diseminadas por el local, semidesnudas, bailando entre el humo y los clientes, inmersas en una atmosfera roja. Después vamos a la calle. Sally (Carol Case), amiga de Angel, se encuentra con un conocido de nombre Rico (Frank May), un gánster de pequeña estatura, con un chofer de estatura normal, que conduce para él un auto enorme, en un atisbo de la variedad de clientes de la muchacha. Cuando llega al bar, antes de salir al escenario, le pregunta a Angel cuál es su interés en Mario (Jay Derringer), el socio del club. Angel le responde que, quizá, desea “tener un hombre de verdad”. Sally, frustrada, sólo desea, “cuidar de ella”, y la ve alejarse. En el escenario desfilan distintas chicas (bajo ridículos seudónimos, como “Darling Clementine” o “Dixie Chicken”), bastante hermosas, y muy jóvenes, todas bailando de manera improvisada, no profesional, para advertirnos que cada una ha llegado ahí recientemente, a esa “otra” forma de vida, durante lo que se denomina como “Domingo Amateur”, en busca de una oportunidad.

Sven -de quien no se nos explica cómo ha pasado de padre protector e incrédulo sobre las ETS, a padre angustiado y buscador-, va de aquí para allá, preguntando por el paradero de su hija. Un sujeto que responde al nombre de Bob (Saul. B. Vincent), en algún tipo de albergue, valiéndose de un argot callejero, le espeta que su hija “es una lesbiana”, que ya no vive ahí, y que se ha mudado a vivir con una tal Sally Kendall, en el Hotel Smeade, un lugar de mala muerte. Mientras Sven busca, suena en la banda sonora una canción del compositor Terry Smith, que describe las acciones del padre y, en alguna escena posterior, un sentido blues de Muddy Waters. Para esto, en una escena anterior, hemos visto a Angel dejándose inyectar heroína en el muslo de mano de Mario, por lo que tenemos claro que su descenso al infierno no ha hecho sino comenzar.

En el camino, Sven conoce a Albert Michael (Michael Albert Weber), un tipo raro, que con breves trazos nos da a entender que se trata de un nerd o un filósofo (va al cine a ver “WR: los misterios del organismo”, la extraña película comunista de  Dušan Makavejev, del año 1971 que, en tono de comedia, le dedicara este director a la obra de Wilherlm Reich, padre de la “Revolución sexual”), situado a las afueras del Smeade con su bicicleta, que resulta ser hermano de Sally, y lo acompaña al club, donde Sven demuestra una disposición al disfrute del decadente espectáculo sabiendo, para entonces, que su hija se dedica a ello, precisamente. La cámara se aparta de estos personajes, para mostrar un diálogo entre una chica de nombre Adelle (Linda Reynolds) y el barman, en el que ella le pregunta si tiene una vacante para bailarina, y que su currículum incluye el haber interpretado el rol protagónico de Sharon, en “Finian´s Rainbow”, la película de Francis Ford Coppola de 1968. Estamos, pues, ante un guiño irónico, y bastante desagradable, hacia el papel de Petula Clark en dicho filme, y el destino de muchas actrices que jamás tuvieron una segunda oportunidad y terminaron en la industria del porno. O en un espectáculo de Lapdance.  

Adelle obtiene el trabajo, desnudándose ante Mario, el supuesto novio de Angel e Irv (Paul Pompian), el propietario del club, a la vez que convienen en vender a Angel como esclava sexual, durante el casting de la ex actriz de Coppola. Sally lleva a Sven a su casa, donde conoce a los amigos con quienes comparte la renta en una suerte de “comuna”, entre estos a Madeleine Sabina, el alter ego travestido de su hermano Albert Michael, a quien un sorprendido Sven duda en estrechar la mano. Después que una chica (Jeannie Mitchell) se coma un plátano delante de él, y le suelte espontáneamente cómo perdió su virginidad con un hombre mayor -como Sven mismo-, este le cuenta a Sally sobre el tipo del albergue, que las acusara de practicar el lesbianismo. Ella le confiesa que, en efecto, ama a su hija, lo que obliga a Sven a llamarla “perra sucia” y, apartándola de su camino, huye de la comuna.

Mario lleva a Angel con su primer cliente de paga, prometiendo verla en una hora. En un cuarto de hotel, un mecánico, todavía con su uniforme, le reprocha que ha llegado tarde, y que sólo tiene ese tiempo, tomado de su descanso para comer. Angel comienza a desnudarse y el cliente le entrega unos goggles. Pasa al baño para prepararse y, al salir, sólo con las pantaletas puestas, en la escena más cruda de la película, el tipo le pide que regresen a la regadera, para practicar con ella un “Golden Shower”. Angel se encierra ahí, con el decepcionado sujeto golpeando la puerta. Por fin, tras algunas otras vicisitudes -que incluyen una golpiza de Mario a Sven, y el asesinato de Sally-, padre e hija se encuentran, en una escena sumamente conmovedora.    

Tanto Carol Case, como la dulce Christine Souder, actuaron solo en esta película, y desaparecieron de escena, como casi todo el resto del elenco. Art Burke, en cambio, tuvo un pequeño papel como el director Wiggins, en el cortometraje del vomitadero, insertado en el clásico juvenil “Cuenta conmigo” (Stand by Me, 1987), que se corresponde a la historia que Gordie (el excepcional actor infantil Wil Wheaton), el futuro escritor, les narra a sus amigos, en la adaptación que, de la novela “El cuerpo”, de Stephen King, hiciera Rob Reiner.

“Street Girls” -en la mayoría de cuyo metraje deambulan chicas semidesnudas- no sólo anuncia “Hardcore” (Paul Schrader, 1979), película con la cual, inevitablemente se la compara, y en la que un desesperado padre de familia, interpretado por George C. Scott, busca, rastrea y localiza a su hija trabajando, voluntariamente, en un espectáculo pornográfico, sino a “Angel” (aka. Ángel, una colegiala diferente; Robert Vincent O´Neil, 1984), con Donna Wilkes como una chica que se dedica a estudiar por las mañanas, y se prostituye por las noches, haciendo de ella una especie de “princesa del teensploitation”, con este papel (1), y a esa gema anómala y asiática que es “Por amor o por deseo” (aka. Samaritan Girl; Samarian, 2004), de Kim Ki-duk, con sus adolescentes atrapadas en el submundo de la prostitución, y sus padres buscándolas desesperadamente.

Ganador del Óscar a Mejor director por “Cuando los hermanos se encuentran” (Rain Man, 1988), con el impecable Dustin Hoffman, igualmente ganador por el papel del savant Raymond Babbitt (una transposición ficticia del savant Kim Peek, de la vida real), Levinson borró “Street Girls” de su carrera como guionista, haciendo que esta comenzara con “La última locura de Mel Brooks” (Silent Movie, 1976), que tiene como particularidad ser una película silente en la cual, el único personaje que habla, es el gran mimo Marcel Marceau, y no “Street Girls”, como una mancha de sordidez en su filmografía, y apenas se la menciona a la hora de enlistar su obra.   

Para saber más:

  • Donna Wilkes, princesa del «Teensploitation» en «Angel» por Pedro Paunero.

https://www.correcamara.com.mx/donna-wilkes-princesa-del-teensploitation-en-angel

Por Pedro Paunero

Pedro Paunero. Tuxpan, Veracruz, 1973. Cuentista, novelista, ensayista y crítico de cine. Pionero del Steampunk y Weird West. Colabora con diversos medios nacionales e internacionales. Votante extranjero de los Golden Globe Awards desde 2022.