Hugo Lara Chávez
Desde Londres

Los Thunderbirds era una serie de televisión que se disfrutaba mucho porque se sentía el nervio de un artesano que se había puesto a imaginar como niño para darle vida a unos monigotes en una fantasía futurista. En su clase y generación (los años sesentas) quizás sólo sea comparable con Ultraman, esa mítica serie japonesa de superhéroes y supervillanos que parecían fabricados por el ingenio de un maestro del origami y unos envases de tetra-pak. Con toda su inocencia, los Thunderbirds eran asombrosos pues su hechura era muy novedosa y su origen orgullosamente británico, en plena época de la Guerra Fría cuando el control remoto era aún una promesa de la tecnología. Por eso no extraña que muchos de los creativos ingleses que pasan de los 30 años y que participan en la producción de la película —cuyo rodaje se llevó a cabo este año en los Estudios Pinewood de Londres— se declaren fanáticos de la vieja serie televisiva, compuesta por sólo 32 capítulos.

El que esto escribe fue invitado a los foros donde se filmó Thunderbirds, en esos legendarios estudios. Dirigida por Johnatan Frakes (Star Trek: First Contact, Clockstoppers) y producida por Working Title Films, el estreno mundial de Thunderbirds ha sido fechado para el verano de 2004. “Por alguna razón, Tim Beavan (el productor) quiso a un director norteamericano y me contactaron a mí. Supongo que por la dosis de acción y el estilo ágil que requiere una historia como ésta”, nos comenta Frakes, durante un breve receso durante la filmación.

Muñecos poseídos

Lo que hacía diferente a los Thunderbirds eran sus personajes, unas marionetas de aspecto muy realista y un gesto hipnótico que desconcertaban y atraían a todo aquel que los sintonizaba por la tele. Eran animados —o manipulados— bajo una técnica conocida como “supermarionation”, cuyo inventor, Gerry Anderson, fue responsable también de inaugurar toda una corriente dentro del género. Había detalles que llamaban mucho la atención, por ejemplo, el hecho de que en pantalla los planos de los muñecos se alternaban con auténticas partes humanas (por ejemplo, cada vez que se encuadraban las manos). El efecto global era inquietante: el propio de los muñecos poseídos que cobran vida para hacer de las suyas.

Thunderbirds, la película, es una apuesta para poner al día esta saga mediante el uso de la tecnología digital, los efectos especiales, las naves y vehículos súper sofisticados y demás parafernalia que acompañan ya no a las marionetas de la serie original, sino a un elenco que encabezan Sir Ben Kingsley (The Hood) y Bill Paxton (Jeff Tracy), secundados por un grupo de jóvenes actores como Sophia Myles (Lady Penélope), Brady Corbet (Alan), Anthony Edwards (Brains), Phillip Winchester (Scott), Lex Shrapnel (John), Dominic Colenso (Virgil), Ben Torgston (Gordon), Soren Fulton (Fermat) y Vanessa Anne Hudgens (Tintin), entre otros.

“Estamos haciendo un filme de gran calidad y distinción. Esas es la razón por la que decidí participar en este proyecto”, afirma Kingsley, quien encarna al villano de la historia. “No creo que hacerlo vaya en contra de mi reputación como actor. Además, tengo tres hijos adolescentes y uno de ellos fue el que me convenció para participar”, confiesa finalmente.

Según los productores, la adaptación actual al cine se ha tomado algunas licencias con respecto a la serie original, pero se ha procurado todo el tiempo respetar el espíritu primigenio que le confirió Anderson.

La familia Tracy y sus fabulosas naves

Los Thunderbirds son las naves de los protagonistas de la serie, los miembros de la familia Tracy: Jeff, el padre, y sus cinco hijos, Virgin, John, Gordon, Scott y Alan, el menor. Los Tracy forman una organización secreta llamada Rescate Internacional, cuyo cuartel opera desde una hermosa isla solitaria y cuya misión es proteger al mundo de cualquier amenaza. Un científico estrafalario llamado Brains –y su hijo hiperactivo Fermat—es quien desarrolla la magnífica tecnología que tienen a su disposición para cumplir con sus nobles propósitos. Además, son ayudados por Lady Penélope, una hermosa espía que sirve de su único enlace con el mundo exterior.

Hay cinco Thunderbirds que tripulan los Tracy: tres de ellos son naves voladoras, incluyendo un cohete; otro más es acuático y el último es una estación espacial. En general, todos son vehículos sofisticados, poderosos, y eficaces. Cada uno tiene atributos e instrumentos que los hacen únicos e inigualables. En nuestro recorrido por los foros, fue posible visitar el silo de despegue de T1 y abordar el T3 para conocer su formidable cabina. Uno de los vehículos más llamativos es el FAB 1, en el que viaja Lady Penélope, se trata de un versátil trasporte de seis ruedas capaz de transformarse en un Cadillac, en una avioneta o en una lancha.

Además, se han diseñado otros impresionantes vehículos de acción, algunos de los cuales inspeccionamos en los talleres del estudio: la Mole, una enorme máquina destructora; el Firefly, un bulldozer de combate a fuego, que pesa unas ocho toneladas; o el Thunderiser, un cañón láser de poder masivo de diez toneladas capaz de moverse a 20 millas por hora.

Una ambientación retro-futurista

 “Se ha trabajado con la idea de dotar con cierto aire retro a la ambientación futurista, con base en diseños originales y vanguardistas pero con un sabor sesentero”, según nos explica John Beard, responsables del diseño de la producción, durante una presentación audiovisual donde pudimos ver algunos de sus bocetos.

Ese mismo estilo es el que domina a los vestuarios. En el taller respectivo, la variedad de atuendos que se puede apreciar es obra de Marit Allen, responsable del diseño de vestuarios. Sin duda, el más llamativo de todos es el guardarropa de Lady Penélope, formado por variados trajes de distinta ocasión (la playa, la ciudad, la gala), todos invariablemente de color rosa. Un libro sobre una de las mesas de trabajo revela en el título la clave de este glamuroso personaje: “Lady Penélope’s Secrets” (y el subtítulo: “The secret agent of chic’s tips of beauty fashion and lifestyle”), editado por Carlton, para a quien le interese.

La isla de los Tracy

El escenario más espléndido en los Estudios Pinewood es donde se ha construido el cuartel de los Tracy. Conocida como “The Tracy Island”, destaca el trabajo para simular el ambiente de una isla en este inmenso espacio interior —de unos 15 metros de alto y 250 metros cuadrados— para que en pantalla pueda lucir con verosimilitud como un exterior y sea posible empatarlo en postproducción con el pietaje de una hermosa isla de las costas de África, cuyas locaciones fueron filmadas semanas antes. “Se trata de una gran producción para los estándares británicos”, asegura Tim Bevan, el productor, “si bien, comparada con los presupuestos de Hollywood, se catalogaría como una película de mediana escala”, en alusión al presupuesto que ronda los 80 millones de dólares.

El foro es ocupado casi a la mitad por una gran estructura de cemento, yeso y vidrios, que forman la fachada principal del cuartel de los Tracy, de estilo funcionalista. Una piscina y sus  tumbonas, junto a algunas plantas tropicales que decoran el amplio acceso principal, completan el escenario. Johnatan Frakes da instrucciones a su equipo cuando nuestro recorrido nos conduce hasta ahí. Sir Ben Kingsley actúa una escena muy sencilla: el momento en que el villano, The Hood, entra al cuartel de los Tracy junto con su escolta de malhechores. Es apenas un segmento de la película que aspira a convertirse en un éxito de taquilla el año entrante. Frakes lo sabe bien. Por eso responde sin pensarlo que le encantaría dirigir las secuelas que pudieran seguir.

Por Hugo Lara Chávez

Investigador, escritor y cineasta, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Artes (2023). Egresado de la Licenciatura en Comunicación por la Universidad Iberoamericana. Ha producido el largometraje Ojos que no ven (2022), además de dirigir, escribir y producir el largometraje Cuando los hijos regresan (2017) y el cortometraje Cuatro minutos (2021). Fue productor de la serie televisiva La calle, el aula y la pantalla (2012), entre otros. Como autor y coautor ha publicado los libros Pancho Villa en el cine (2023), Zapata en el cine (2019) en calidad de coordinador, Dos amantes furtivos: cine y teatro mexicanos (2016), Ciudad de cine (2011), *Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-2011* (2011), Cine y revolución (2010) como editor, y Cine antropológico mexicano (2009). En el ámbito curatorial, fue curador de la exposición La Ciudad del Cine (2008) y co-curadór de Cine y Revolución presentada en el Antiguo Colegio de San Ildefonso (2010).En el ámbito periodístico, ha desarrollado crítica de cine, investigación y difusión cinematográfica en diferentes espacios. Desde 2002 dirige el portal de cine CorreCamara.com. Es votante invitado para The Golden Globes 2025.