Redacción. Los premios del Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse
fueron dados a conocer en esa ciudad del sur de Francia, donde el jurado
internacional otorgó el gran premio “Coup de cœur” (Flechazo) a la
película mexicana “Los últimos cristeros” de Matías Meyer, un western
sobre esa rebelión con fondo religioso sucedida en México de 1926.
Una mención especial ha correspondido a la película chilena “Sentados frente al fuego” de Alejandro Fernández Almendras. Dos premios que no figuraban en nuestra quiniela de pronósticos. Premios que han provocado sorpresa y división de opiniones en el tendido. La opción del jurado ha valorado en todo caso dos películas con apuestas cinematográficas radicales. El jurado estuvo compuesto por el productor brasileno Rafael Sampaio, la directora argentina Albertina Carri y el director del festival de Marsella Jean Pierre Rehm.
El premio de la Fipresci, crítica internacional, ha sido para la película brasileña “Sudoeste” de Eduardo Nunes, y el de la crítica francesa para “El último Elvis” del argentino Armando Bo. El premio del público fue en cambio para “Violeta se fue a los cielos” del chileno Andrés Wood.
La asociación de ferroviarios de Toulouse, que dan así mismo un premio en este festival, ha galardonado la película brasileña “Historias que solo existen cuando son recordadas” de Julia Murat.
“Los últimos cristeros” es una ópera prima del director mexicano Matías Meyer, hijo de un conocido historiador mexicano que ha investigado precisamente el tema de esa controvertida rebelión en el México de fines de los años veinte. Sus actores, no profesionales, son descendientes de ese movimiento de cristeros, a los que busca rendir homenaje, con un relato que busca salir del mero cuadro de la película de época, proyectándolo con su reflexión en nuestra época actual.
Además, la víspera se dieron a conocer otros premios como el de la categoría de documentales, en el que la obra “Una vida sin palabras”, de Adam Isenberg, obtuvo el primer lugar, así como un premio especial otorgado por los institutos de enseñanza media.
Se trata de una coproducción turco-nicaragüense sobre la historia de dos hermanos sordomudos que ya adultos aprenden el lenguaje de señas para comunicarse con el mundo exterior.
El documental mexicano “Canícula”, de José Álvarez, se alzó con el premio de la Asociación Católica Mundial para la Comunicación.
También se anunció la película seleccionada en la categoría “Cine en Construcción”, destinada a apoyar obras ya filmadas por cineastas independientes que tienen dificultades para su postproducción y distribución.
Este año fue escogida “La Sirga”, de William Andrés Vega, coproducida por México, Colombia y Francia.
La cinta cuenta la historia de Alicia, una joven colombiana desamparada que huye del conflicto armado y trata de rehacer su vida con un pariente lejano, propietario de un hotel en decadencia ubicado en la orilla de un lago en la región andina.
El galardón otorgado por los distribuidores de películas europeos recayó en “Tanta Agua”, de las uruguayas Ana Guevara y Leticia Jorge, sobre unas vacaciones en familia en un balneario termal, donde nada ocurre como estaba previsto.
La categoría Cine en Desarrollo seleccionó el proyecto fílmico “Camino de Campaña”, del argentino Nicolás Grosso.
El documental mexicano “Canícula”, de José Álvarez, se alzó con el premio de la Asociación Católica Mundial para la Comunicación