Por Pedro Paunero

En esta tercera lista de las trece películas para Noche de Brujas recordamos y honramos el trabajo y la memoria de Sir Christopher Lee, fallecido en el mes de junio; abordaremos algunos de los títulos de la productora que lo lanzó a la fama, la Hammer, así como otros filmes de productoras que compitieron o medraron a la sombra de la mítica casa británica.

Un número elevado de las películas incluidas aquí basan sus argumentos en la brujería o el satanismo, en alguna otra la temática vampírica es esencial para su desarrollo o la aúna de forma curiosa con la hechicería o se decanta, totalmente, por el vampirismo. En este banquete cinematográfico cabe todo, desde la cinta de Serie B, el corto animado, la leyenda y el mito, hasta las adaptaciones de obras literarias como es el caso de la cinta cuyo guión fue escrito por el maestro Luis Buñuel. Comencemos. 
 

The Dybbuk

(Der Dibuk, Michal Waszynski, 1937)

Un dybbuk, según la mitología hebrea, es el espíritu de un muerto escapado del Gehena y capaz de actos de posesión demoníaca. Esta importante película, un melodrama en toda forma, basada en una obra del teatro hebreo fundacional escrita por S. Ansky, filmada en yiddish y rodada en Polonia, cuenta la historia de dos hombres que prometen en matrimonio a sus hijos. Los niños crecen de manera separada e ignorantes del futuro que sus padres tenían para ellos. Por supuesto, la chica se casará con otro pero su prometido nigromante y celoso empleará sus poderes para cumplir con el destino que se les ha impuesto. La cinta puede leerse de varias formas pero resulta, al final, una metáfora conmovedora del pueblo judío, cuyo futuro se avecinaba oscuro en la Polonia anterior a la invasión alemana.   
 

La noche del demonio

(Night of the Demon, Jacques Tourneur, 1957)

La maldición de las runas, cuento de M. R. James, fue adaptado como guión para esta joya de Jacques Tourneur que, a pesar de los desfasados efectos especiales (las apariciones del demonio del título), aún causa miedo y sobresalto. En la historia del especialista en brujería Henry Harrington (Maurice Denham), asesinado por las fuerzas demoníacas liberadas por el Dr. Karswell (un excelente Niall MacGinnis), caben una investigación por parte del escéptico psicólogo John Holden (Dana Andrews) y un romance hacia la sobrina del difunto profesor (Peggy Cummins). Si Hitchcock la hubiese dirigido no lo hubiera hecho mejor.  
 

Arde, bruja, arde

(Night of the Eagle, Sidney Hayers, 1962)

Conjure Wife, la novela de Fritz Leiber Jr. ha sido adaptada varias veces para el cine pero ninguna en una versión como esta. Su director, hombre de televisión, encontró en la American International Picture, la productora que imitaba las películas de la Hammer en los Estados Unidos, un vehículo para mostrar su virtuosismo (que descansa en la influencia de Night of the Demon de Jacques Tourneur), a través de la historia de la bruja Tansy (Janet Blair) que realiza sus hechizos para que su racionalista esposo Norman Taylor (Peter Wyngarde), triunfe en su carrera como profesor. Una escena en particular es escalofriante y obliga al espectador a revaluar si lo que ha estado viendo es sólo un cúmulo de supersticiones o verdadera brujería: la caída de la fotografía del esposo al fuego y el desesperado intento de su mujer por rescatarla.
 

Los diablos de la oscuridad

(Devils of Darkness, Lance Comfort, 1965)

Planet Films, una humilde productora británica a la sombra de la Hammer, produce esta cinta que mezcla brujería y vampirismo enmarcados en la historia de un par de ingleses que sufren un accidente espeleológico mortal, en algún lugar de la Francia rural, dónde pierden la vida la víspera del Día de los Todos Santos. El superviviente, cuñado de uno de los fallecidos, cuya mujer ha desaparecido, se topará con un misterioso personaje relacionado con el accidente, a su regreso a Inglaterra, el Conde Sinistre, vampiro, brujo y por si fuera poco, artista con quien tendrá que lidiar para resolver el misterio.  
 

Las brujas aka. Bajo la sombra del infierno

(The Witches, Cyril Frankel, 1966)

Película de la Hammer en la que una decadente Jane Fontaine como maestra de primaria en África, acosada por hechiceros de una tribu, tiene que enfrentar, a su vuelta como maestra rural en Inglaterra, a un pueblo de hechiceros blancos. Jean Fontaine compró los derechos de una novela barata (The Devil’s Own) escrita por Norah Lofts con el seudónimo masculino de Peter Curtis en un intento por darle un aire fresco a su carrera. El resultado fue una cinta irregular, con alguna escena excepcional y buena dosis de suspenso. Filme para aquellos que se precien de ser fanáticos de la casa Hammer.
 

El ojo del Diablo

(Eye of the Devil, J. Lee Thompson, 1967)

David Niven, Deborah Kerr, Donald Pleasence y Sharon Tate en su primer papel, en una petición típica a los viejos dioses: el mejoramiento de la cosecha, la vendimia en este caso, a través de la más dolorosa de las ofrendas. Película excelente pero injustamente olvidada cuyo argumento se cruza, en coincidencia escalofriante, con Rosemary’s Baby de Roman Polanski, cinta que se rodaría al año siguiente, cuando Sharon Tate contraería matrimonio con su director. Sharon, durante el rodaje de Eye of the Devil, había sido iniciada en la brujería Wicca hecho que, aunado a su posterior asesinato –con 8 meses de embarazo- por parte de la Familia Manson en una suerte de sacrificio satánico, daría mucho de qué hablar a la prensa y a las teorías de conspiraciones.       
 

La maldición del altar rojo aka Altar de sangre

(Curse of the Crimson Altar, Vernon Sewell, 1968)

Un anticuario, que obtiene pistas seguras del paradero de su hermano perdido, se ve implicado en ceremonias paganas y sueños horribles en la mansión dónde, aparentemente, su hermano se encuentra prisionero. Basada en “Sueños en la casa de la bruja” de H.P. Lovecraft (no acreditado), Boris Karloff, Christopher Lee y Barbara Steele, infaltables en toda producción de terror barato, se ven implicados en el regreso y la venganza de la bruja Lavinia, una Barbara Steele hermosa a pesar de los cuernos de carnero que luce y su piel de color azul en esta cinta de Tigon British Film Productions, una de las productoras que competían con la legendaria casa Hammer en las décadas de los sesenta y setenta.
 

La novia del diablo

(The Devil Rides Out aka The Devil’s Bride, Terence Fisher, 1968)

Terence Fisher, coloso de la productora Hammer, dirige en esta cinta a otro de los grandes de esa casa, Christopher Lee, en la película favorita de la amplia filmografía del actor, según declaró él mismo en alguna ocasión, una de las contadas dónde interpreta al héroe y no al villano. Rituales y contra rituales, control mental a distancia, médiums, demonios desatados, pentagramas, poderosos hechizos y todo este material enmarcado en una película dónde importa más el aspecto metafísico del satanismo que los efectos especiales. 
 

Simón, rey de los brujos

(Simon, King of the Witches, Bruce Kessler, 1971)

Simon es un brujo que habita en las alcantarillas de la ciudad, un “verdadero mago” que vive de hacer encantamientos por encargo pero que comete el error de dejarse seducir por la frivolidad del dinero, las fiestas de la burguesía y sus pretensiones (en una escena se burla de un grupo de wiccanas de la alta burguesía en plena ceremonia) y que nos advierte que la naturaleza y los pactos de la brujería son cosa seria que ningún practicante debería olvidar. Película setentera, hippiosa, psicodélica, de factura barata y asombrosa por momentos, producto de su tiempo que vale la pena ver sólo por esa misma razón.
 

El rojo en los labios aka. Hijas de la oscuridad

(Les lèvres rouges aka. Daughters of Darkness, Harry Kümel, 1971)

Kümel dirige con preciosismo europeo y elegancia la historia y los horrorosos pormenores de un matrimonio que se hospeda en un solitario hotel en la ciudad de Brujas, ocupado ya por la Condesa Bathory (Delphine Seyrig) y su bellísima amante lesbiana Ilona (Andrea Rau). Tanto el varón como su mujer se verán envueltos irremediablemente en un refinado juego erótico y siniestro. Película para paladares exquisitos que exigen lujo y sofisticación más allá de los vampiros pop de los últimos años para la cual el diseñador parisino Bernard Perris se encargó del fino vestuario de la condesa.  
 

El monje

(Le moine, Adonis Kyrou, 1972)

Luis Buñuel y Jean-Claude Carrière adaptaron y escribieron el guión de la mítica novela gótica de Matthew Lewis pero no pudieron filmarla por falta de presupuesto, Adonis Kyrou aprovechó el material y rodó esta versión con Franco Nero en el papel del monje Ambrosio que se debate entre la sensual Matilda, enviada por Satán para tentarlo, y la piedad extrema pero caerá, finalmente, cuando seduzca a la virginal huérfana Antonia y firme con su sangre el célebre pacto satánico. La inquisición española, el satanismo, un macho cabrío en plena iglesia, la transgresión temporal y un final asombroso enriquecen esta notable película oscura y sensualista.
 

Mysterious Encounter aka Arcane Sorcerer

(L’arcano incantatore, Pupi Avati, 1996)

Apartándose deliberadamente del Giallo italiano, Pupi Avati rueda un filme que privilegia la memoria de las leyendas y el folklore italiano sobre el terror efectista. Un proscrito seminarista, Giacomo Vigetti (Stefano Dionisi), que ha sido acusado de embarazar a una tapicera y a quien se obliga a abortar, se ampara como secretario bajo la protección de Achille Ropa Sanuti (Carlo Cecchi), un sacerdote excomulgado y entregado a la lectura de libros prohibidos y ritos iniciáticos en su castillo. Paganismo, esoterismo y vampirismo, demonología, posibles cambios de cuerpo, probables transmigraciones del alma, se dan cita en un marco de belleza natural y bajo un ritmo que logra borrar la frontera entre la realidad y la irrealidad en la mente del protagonista y en la asombrada mirada del espectador. 
 

Akerbeltz, las brujas y el inquisidor

(César Urbina, 2010)

Encantador cortometraje que retoma libremente la historia verdadera de las brujas vascas de Zugarramurdi, en la localidad del Pirineo Navarro, en España, y el Auto de Fe que celebró la Inquisición en Logroño para procesarlas. La versión que da César Urbina se suscribe a las simpatías que el movimiento neo pagano ha logrado transmitir al mundo contemporáneo: las brujas como sacerdotisas incomprendidas de la naturaleza que, en este caso, han cuidado y criado de un niño entregado por el dios cornudo, que apelará a las fuerzas del bosque –las de Akerbeltz, dios de las brujas-, para rescatarlas de la prisión. Más allá de la mera crónica (que sólo sirve de fondo) este cortometraje animado apela a la metáfora: el fin de una era apegada a la tierra y el advenimiento de una edad de hierro desapegada de los ritmos naturales.   

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Por Pedro Paunero

Pedro Paunero. Tuxpan, Veracruz, 1973. Cuentista, novelista, ensayista y crítico de cine. Pionero del Steampunk y Weird West. Colabora con diversos medios nacionales e internacionales. Votante extranjero de los Golden Globe Awards desde 2022.