Por Leticia Carrillo


Alamar, ópera prima de ficción de Pedro González Rubio (Toro negro) fue seleccionada en los festivales de Toronto y Morelia. En el certamen canadiense, que se llevará a cabo del 10 al 19 de septiembre, se encuentra junto a filmes de Pablo Stoll (25 watts) y Harmony Korine (Mr. Lonely).


En entrevista con Correcamara.com Pedro González Rubio comparó a Toro negro –codirigida por Carlos Armella- y a Alamar con el ying y el yang, al negro y el blanco, respectivamente: “Yo quería explorar lo opuesto a lo que vimos en Toro negro; quise alejarme de la falta de amor y la crudeza de esa película y hablar en esta ocasión del amor, la ternura y la pureza en la relación entre un padre y un hijo” explicó el director.


González Rubio mencionó que la Reserva de la Biósfera Banco Chinchorro, Quintana Roo -donde se filmó Alamar- es una especie de la Tierra de Nunca Jamás, y por sus “características de fantasía”, el único lugar en donde se pudo “desarrollar esta historia de amor, tan precisa, tan delicada, tan liviana”.


El cineasta, quien también codirigió el making off de Babel, de Alejandro González Iñárritu, relató que durante un mes y medio estuvo viviendo, junto con el sonidista y los tres protagonistas de Alamar, en un palafito enclavado en medio del mar: “una vivienda que tiene casi la misma energía de un templo”, aseguró.


En Alamar, Pedro González Rubio cruzó la historias de “Matraca”, un experimentado pescador de Chinchorro; y Jorge y Natan, padre e hijo en la vida real y en el filme. Natan, de cinco años está a punto de irse a vivir a Italia con su madre pero antes de que eso suceda, Jorge, quien es guía de ornitólogos la Reserva, hace un viaje con él para enseñarle acerca de sus orígenes en México.


González Rubio dijo que al hacer Alamar buscó “con una historia de ficción, un acercamiento documental a esa realidad” por lo que consideró que realizarla con actores “hubiera sido imposible”, además de que se sintió “encantado” con los protagonistas: Jorge tiene “una personalidad muy particular, con mucha fuerza” mientras que “Matraca” “posee una energía paternal y tierna”, afirmó.


El director expresó que otros de los temas de los que habla su película son la “migración y la impermanencia de las cosas”. Del primero opinó que está abordado desde la perspectiva de la naturaleza y no “como una decisión forzada o trágica”, en tanto que el segundo “tiene que ver con la simplicidad y lo efímero de la felicidad; con los encuentros y las despedidas”.


Para el cineasta es importante que Alamar pueda ser visto por los niños. Por esta razón decidió hacer algo con un ritmo y una duración (73 min) que fueran “digeribles” para ellos.


Pedro González Rubio contó que llamó a David Torres y a Alexis Zahbé para que hicieran la fotografía submarina del filme porque “David es un ambientalista muy activo, ama a Banco Chinchorro y es de lo mejor que tiene México en cuanto a fotografía submarina” mientras que de Zahbé le pareció “inspirador lo que hizo en Luz silenciosa”.


Asimismo, se consideró cercano al “cine contemplativo, en donde “el entorno refleja el interior de los personajes”, que promueve Mantarraya Producciones –distribuidora de Alamar-.


Finalmente, González Rubio dijo que su ópera prima de ficción no fue concebida como una producción de cine sino como una experiencia de “viajeros” en la que como realizador se involucra en la dinámica de los personajes: “en donde al hacer cine formas parte de la ficción y realmente nunca cortas la historia porque eres parte de ella”.