Cinecrítica: REC 3, ni secuela, ni precuela

Por Juan Vázquez

Uno no puede dejarse asustar por algo inverosímil. Las virtudes del ‘found footage’ son la construcción del suspenso y el rompimiento con las viejas lecciones del cine, es innovador… puede ser creíble. Cuando “[REC]” (Paco Plaza y Jaume Balagueró, 2007) llegó a los cines del mundo, éste se estremeció por un escalofriante renacimiento de una fórmula mi veces antes empleada. Pero para “[REC] 3: El Comienzo” su director, Paco Plaza, decidió matar su propia creación. Intervino con otros aparatos quirúrjicos totalmente diferentes para dejar un Frankenstein fílmico que no merece ni su nombre ni apellido.

La historia comienza mucho antes de los sucesos de la película original, en la boda de dos jóvenes, Clara (Leticia Dolera) y Koldo (Diego Martín). La locación es un bello palacio en las praderas españolas. La celebración transcurre de manera normal, bastante ‘guay’ dirán, y usando el buen pretexto de las grabaciones caseras de los familiares recibimos el contexto en un formato multicámara. La naturalidad de los actores nos lleva hasta presenciar el obligado “génesis” del caos. Casual coincidencia que la internacional figura del típico tío borracho sea la del caso cero. El veterinario que atendió al perro de la niña Jennifer, referenciado en la primer parte de esta saga zombie. Borbotones de sangre salpican la cámara en medio de la pista de baile. Al sonido de canciones pop españolas de mal gusto -y de las bodas en general-, ésta es víctima de uno de los golpes secos de tensión más lamentables desde eñ final de “Actividad Paranormal” (Paranormal Activity, Oren Peli, 2007).

El primo de Koldo, Adrián (Àlex Monner) en un “hay que grabarlo todo, (…) que la gente tiene que saberlo”, ve su espìritu novedoso y arriesgado ser aplastado por el novio al tiempo que este destruye la cámara que nos dio el testimonio anterior. A partir de ese momento todo es diferente.

La luz roja parpadea cada vez más despacio hasta extinguirse. La de “hd con muchos megapíxels” (como la describe Adrián) está hecha de añicos.

Plaza cambia instantáneamente a un lenguaje cinematográfico tradicional, con ángulos, tomas, planos, música incidental, demás artelugios para contarnos SU historia. Es aquí cuando todo deja de tener sentido y comienza la visión del director, que parece verse visto sobrepasado por su propia creación. En pocas paabras aquí acaba “[REC] 3”.

“[REC] 3” no es una película de horror. La supuesta precuela deja a un lado sus objetivos principales. Intenta explicar en farsa floja cómo diablos salió esa infección para dejar sin saber el por qué de su existencia. Lo demás parece haberse visto antes en “Shaun y los Muertos” (Shaun of the Dead, Edgard Wright, 2007) o “Dead Snow” (Tommy Wirkola, 2009). Ante una tésis poco creíble viene lo risible, una divertida comedia de zombies. Los clichés son la materia prima de su comicidad, la novia con una motosierra, el novio buscándola con armadura y espada en mano, la religión, los familiares, etc. El humor que maneja Plaza es negro, violento e irónico, algo que había dejado ver en su colaboración para la televisión española: “Cuentos para No Dormir: Un Cuento de Navidad” (TVE, 2005). No faltan los personajes secundarios que terminan siendo carne devorada, pero que con su picardía e hilarante crítica -sobre todo a la Ley Sinde en Esoaña- no abandonan al espectador después de que este lo hace de la sala.

Con todas las virtudes y defectos de esta cinta, los 80 minutos bastan para vaciar un bote de palomitas. Sin embargo, Plaza pudo haberse ahorrado este truco para otra ocasión y habernos presentado algo acorde a los lineamientos de “[REC]”. Algo en verdad terrorífico y no una contradicción de autor. Habrá que esperar la “visión” de Jaume Balagueró -la otra parte creadora de “[REC]”- que hará lo suyo el siguiente año con la conclusión de esta sangrienta historia en “[REC] 4: Apocalípsis”. 

Con todas las virtudes y defectos de esta cinta, los 80 minutos bastan para vaciar un bote de palomitas