Por Eduardo Larrocha
Noticine.com-CorreCamara.com
“12 años de esclavitud” cuenta la historia verdadera de Solomon Northop, autor de un libro de memorias. Por él sabemos de su apacible vida en Saratoga Springs en el Estado de Nueva York hasta su secuestro y viaje al Sur para ser convertido en esclavo. El tono de la obra podría asimilarse –así lo consideró el director de la película al caer en sus manos el libro de Northop- al “Diario de Ana Frank”. Otro horror vivido un siglo más tarde.
Chiwetel Ejiofor, curtido en la escena además del cine, y la televisión, da vida al legendario y casi olvidado Solomon. Interpretación espléndida y contenida la de este actor de origen nigeriano. ¿Se llevará el próximo Oscar?
Steve McQueen, artista plástico y global que en “Shame” penetró en la oscuridad del deseo promiscuo dirige su primera película americana. Es otro posible candidato a los premios de la Academia de Hollywood. De momento, además de aspirar a muchos otros galardones, empezando por los Globos de Oro, ya se ha ganado el de mejor director del Círculo de Críticos de Nueva York. La “crème” de la “crème”.
Steve McQueen ha pasado por Madrid esta semana para presentar “12 años de esclavitud”. Ha comentado que no existen hasta la fecha películas memorables desde el punto de vista de los esclavos negros porque es algo que sigue avergonzando a la sociedad americana. Lo contrario de lo que pasa en el cine alemán con el nazismo. La culpa les lleva a una recurrente flagelación cinematográfica. Contradiciendo a McQueen, no olvidamos “Django desencadenado”, de Quentin Tarantino que encarna al negro vengador de sus hermanos de raza. Una película violenta que consigue que el espectador se identifique con la actuación del justiciero.
Al igual que la historia real y muy fiel –demasiado fiel- a las memorias escritas, “12 años de esclavitud” transcurre antes de la Guerra de Secesión norteamericana cuando todavía había esclavos en el Sur. Siglo y medio ha transcurrido desde aquellos hechos que sucedieron en un país gobernado hoy por Obama. El actual Presidente tenía en aquel tiempo bastantes probabilidades de haber corrido una suerte parecida a la de Solomon a causa del color de su piel. Hay un instante, cuando el protagonista acaba de ser encerrado en el patio estercolero de Washington, que la película hace un guiño mostrándonos al fondo la Casa Blanca. La escena viene a ser una metáfora alentadora de lo mejor del paso del tiempo. El realizador británico, un hombre de color, ha contado que en su película asistimos al camino de una persona libre hacia la opresión y su lucha por recobrar su libertad y no sucumbir a un maltrato que le pone al límite de la supervivencia.
Intensa pero tópica, “12 años de esclavitud” se cimienta en el deseo de volver a ver a la familia como acicate para luchar por la supervivencia. Ya sabemos hasta que punto la crueldad humana no tiene límites a la hora de maltratar a quien se ha convertido primero en escoria animalizada. Los judíos fueron masacrados a millones por los nazis, como los gitanos y otros muchos pueblos, los palestinos son más que ninguneados por el Estado hebreo, los indios lo fueron para los colonizadores en América. Los negros traficados desde África por los blancos hacia el Caribe y los Estados del Sur. Y un suma y sigue de atrocidades que conforman la historia de la Humanidad.
Echamos de menos y no nos lo cuenta “12 años de esclavitud” —por esa excesiva fidelidad al libro— es cómo llegó Solomon a ser un burgués honorable antes de ser capturado por los negreros. Encima era un virtuoso del violín.
“12 años de esclavitud” llega a Espeaña una semana después de la muerte de Nelson Mandela. Junto al asesinado Martin Luther King, ambos han sido los dos grandes líderes mundiales en defensa de los derechos de la población negra de Estados Unidos y Suráfrica. Esta película es un testimonio de esa misma lucha.