Por Sergio Huidobro
@sergiohuidobro

Tenemos dos datos oficiales: en el México de esta década, el 23.3% de la población sufre algún grado de pobreza alimentaria (por las razones que se quieran; insuficiencia económica, casi siempre), al tiempo que el 32.8% registra algún grado de sobrepeso. En suma, algo así como el 57% del país sobrevive con uno u otro trastorno alimenticio: comer, sin medida o en ausencia, nos define; dependiendo el entorno, “gordo” puede ser el insulto más bajo o un apodo de cariño marital.

Una comedia como “Paraíso” (2014) debería caer entonces en terreno abonado para el éxito; pocos escenarios tan propicios para la comedia negra, punzante, inteligente y fresca que como un espejo deformante nos haga reír de cosas que, dichas en otro tono, nos tendrían que dar vergüenza. No es el caso.

Si en su premiado primer largo —la comedia de costumbres “Cinco días sin Nora”, de 2008— la mexicana Mariana Chenillo se dio vuelo con una anécdota bien puesta, un arco narrativo muy sólido, un humor suficientemente negro y personajes bien dibujados, la más débil “Paraíso”, que se estrena esta semana, adolece precisamente de todo eso. Chenillo, más conocida por su co-dirección de la comedia adolescente “Soy tu fan” de OnceTV, eligió como segunda carta de presentación una comedia fallida y destartalada.

“Paraíso” comienza con una mudanza curiosa: es un traslado del suburbio metropolitano de Ciudad Satélite a la céntrica colonia Del Valle, pero que genera en el matrimonio protagónico la misma angustia de quien se mudara de costa a costa: son “satelucos” de corazón; su educación sentimental está contenida entre Mundo E y el Parque Naucalli. El cambio de residencia lo motiva un atractivo ascenso del esposo en la compañía para la que trabaja. Una vez ahí, una cadena de circunstancias conduce a la pareja a la conclusión de que bajar de peso es la única ruta directa para encajar en un nuevo entorno. Olvidamos decirlo: ambos tienen sobrepeso, aunque no lo “sufren” hasta que se ven empujados a ello.

El argumento avanza a partir de los repetidos esfuerzos de ambos por tener una figura más torneada: nunca por razones de salud, sino por mero empuje de autoestima. Los problemas comienzan cuando es él quien pierde peso a una velocidad inusitada, mientras ella fracasa en el camino entre dietas, aeróbicos y grupos de terapia, lo que acarrea una serie de complicaciones maritales, gags más o menos afortunados, una cadena de mentiras mutuas, asomos de infidelidad, malentendidos, celos y distanciamiento.

Uno de los problemas más graves de “Paraíso” es su indecisión para encontrar un tono adecuado: navega entre la comedia romántica, la sátira, el humor tímidamente negro, el melodrama, la comedia de enredos y el relato moralista sin llegar a ser una cosa ni la otra. El título elegido es un primer síntoma: a nadie parece quedarle claro por qué se llama así, ni a la propia directora, lo que ya es de preocupar. Es de notar su semejanza nominal con la excelente “Paraíso: Esperanza” (2013) de Ulrich Seidl, que aborda una temática similar en un campamento de pérdida de peso, pero con resultados diametralmente opuestos.

Uno de sus aciertos está, eso si, en la química natural entre la pareja protagónica, un Andrés Almedia que subió y bajó seis kilos en pocas semanas (el resto son prótesis de maquillaje)  y una bellísima Daniela Rincón que lleva en la actitud todo lo que la película pretende decir: la belleza pesa lo que tiene que pesar.

Es una pena que el guión esté deshilachado y se entretenga tanto en mezclar una serie de elementos inconexos, destinados a provocar risas aisladas aunque estériles: la película se ve como quien va a una fiesta y termina por escuchar diez anécdotas en diez grupos de amigos sin poder recordar quién contó cuál ni por qué venía al caso cada una. Hacia el último tercio de la cinta, los cabos sueltos intentan resolverse a la fuerza, pero ya es tarde: el conflicto central ya no tiene interés y los personajes han dejado de sernos cercanos para convertirse en caricaturas.

Destinada a una clase media tibia, de risa fácil e indulgente consigo misma, “Paraíso” seguramente encontrará sonrisas entre los visitantes dominicales de centros comerciales, pero difícilmente quedará en la memoria de nadie. Dadas las condiciones socioculturales que numeramos más arriba, en el primer párrafo, es una lástima que una temática semejante no haya encontrado una veta de exploración más inteligente, más valiente o más sutil que se atreviera a actuar como revulsivo, que nos enfrentara a nuestros fardos y nos forzara a reírnos de ellos. La oportunidad quedó desaprovechada: “Paraíso” se niega, en todo momento, a nombrar a las cosas por su nombre.

“Paraíso”
México, 2013
Dirigida y escrita por Mariana Chenillo
Basada en un cuento de Julieta Arévalo
Fotografía de Yaron Orbach
Edición de Mariana Chenillo
Reparto: Andrés Almeida, Daniela Rincón, Luis Gerardo Méndez

Si te gustó, puedes ver:

“Cinco días sin Nora” (2008) de Mariana Chenillo
“Las mujeres verdaderas tienen curvas” (2002) de Patricia Cardoso
“Malos hábitos” (2006) de Simón Bross
“Precious” (2009) de Lee Daniels