Por Diego Martínez
En “César Chávez” (2014), tercer largometraje dirigido por el actor mexicano Diego Luna; el devenido productor y director decide retratar la vida del líder campesino mexicano-estadounidense, que durante la década de 1960 emprendió la lucha por unificar a los migrantes que laboraban en condiciones deplorables dentro de los campos de cultivo en California. Por varias décadas los intentos de huelga de indocumentados mexicanos, filipinos y de otras nacionalidades habían sido aplastados violentamente.
César Chávez lideró una marcha de 300 millas, desde Delano hasta Sacramento, y encabezó el boicot contra los productores de uva norteamericanos. Abogaba por un movimiento pacifista y hacía un llamado a la no violencia como germen de la organización campesina. En febrero de 1968, ante los diversos intentos de radicalizar las manifestaciones, que comenzaron a dividir a la United Farm Workers (UFW), Chávez se sometió estratégicamente a una huelga de hambre que duró 25 días.
Durante ese período miles de campesinos y migrantes se afiliaron al movimiento, el boicot de la uva continuó y se extendió a lo largo de Estados Unidos y Canadá, donde los migrantes acudieron para informar acerca de las condiciones en las que trabajaban y solicitar a las clases medias de las ciudades que dejaran de consumir las uvas que ellos mismos cultivaban. El mismo César Chávez declaró: “the whole essence of non violent action is getting a lot of people involved, vast numbers doing little things.”
El proceso de boicot fue largo, pero hacia 1970 se transformó en un éxito cuando los dueños de los cultivos decidieron pactar con los campesinos y firmaron el primer contrato colectivo que incluía mejores salarios, beneficios sociales y protección para los trabajadores.
Para la realización de la película, que retrata la vida de este icono de la comunidad latina en Estados Unidos, Diego Luna confiesa haber partido de la vergüenza que le ocasionó desconocer al personaje histórico y emblema de la lucha por los derechos humanos de los inmigrantes en aquel país.
A través de un híbrido entre documental y ficción, que finalmente se decanta por lo segundo, Luna compone esta obra más como una historia de héroes y villanos que como el retrato de un fenómeno o movimiento social, por naturaleza, lleno de contradicciones. No obstante, el empleo de escasas pero elementales imágenes de archivo sobre el personaje, así como de algunas huelgas representativas de su movimiento, dejan entrever las costuras de una investigación exhaustiva como fundamento del filme. Parte de ello es el –también– loable acercamiento que, tanto el director como los actores, tuvieron con la organización de la UFW para interpretar los roles de personajes aún vigentes del activismo latino en norteamérica; verbigracia, el caso de Rosario Dawson quien interpreta a la activista y co-fundadora del movimiento Dolores Huerta.
En el contexto de la puja constante por una reforma migratoria que se ha pospuesto durante los periodos de gobierno del presidente Barack Obama (quien –incluso– adoptó el lema de la UFW, ¡Sí se puede!, durante su campaña electoral), cobra importancia el rescate de una figura tan emblemática como diluida en la memoria colectiva. Y adquiere relevancia también en México, cuyo gobierno ha permanecido ausente en los debates respecto al tema y no ha sido lo suficientemente enfático para que dichas reformas se materialicen.
Actualmente, son alrededor de 11 millones de inmigrantes en Estados Unidos los que se ven afectados por su condición laboral de indocumentados y las consecuentes deportaciones que han fracturado un sinnúmero de familias. En palabras de Diego Luna, la indiferencia es el “gran monstruo en la actualidad”, por lo tanto, la aproximación a la raíz de ese fenómeno aún latente, que se gestó y ha venido creciendo a lo largo de varias décadas, esbozado en la figura de una personalidad como la de César Estrada Chávez, es un acierto oportuno y un ejercicio de fortalecimiento para la memoria e identidad latinoamericana con miras a profundizar sus acciones sociales hacia la demanda de reformas de mayor calado… Yes, we can?