Por Leticia Carrillo


“Las películas mexicanas venden más en México que las americanas en Estados Unidos” dijo Juan Manuel Borbolla, director de Warner Brothers México, al comparar la expectativa de recuperación en cines de los filmes nacionales, mayor al noventa por ciento, contra el cuarenta por ciento de las cintas norteamericanas en su territorio.


Lo anterior sucedió durante la conferencia que ofreció el 4 de diciembre durante el Seminario de Experiencia para Productores en la cual Borbolla también aseguró que si el cine mexicano no cuenta con grandes presupuestos es por el idioma, ya que al no estar hablado en inglés, no viaja al extranjero, por lo tanto no vende en otros países y al no hacerlo, no hay un retorno de la inversión.


Warner Brothers México ha incursionado en la producción de Efectos secundarios (Issa López, 2006), Sultanes del Sur (Alejandro Lozano, 2007), Bajo la sal (Mario Muñoz, 2008) y Cosas Insignificantes (Andrea Martínez, 2008), y tiene planeado hacer cinco películas mexicanas cada año porque “en veinte, el 80% ciento de nuestros ingresos provendrán de otros países fuera de Estados Unidos; ahora estamos aprendiendo del mercado, viendo qué funciona más, qué director conecta más con el público” comentó Juan Manuel Borbolla.


El distribuidor indicó que es comprensible la forma en cómo se comportan las exhibidoras al basar sus acciones en los resultados económicos que obtengan las películas en cartelera, pues, explicó, “Cinépolis tiene dieciséis mil empleados a los que les tiene que pagar”.


Señaló también que a las cintas mexicanas les conviene ser colocadas en las salas pequeñas y medianas de los complejos cinematográficos porque a los grandes estrenos hollywoodenses como Madagascar 2, (Eric Darnell y Tom McGrath, 2008), que se estrenará con ochocientas veinte copias, le interesan las salas grandes, las que actualmente ocupa Crepúsculo (Catherine Hardwicke, 2008) y no va a pedir que Navidad SA (Fernando Rovzar, 2008) salga para entrar en ese espacio.


El ejecutivo expresó que el productor debe saber lo que busca: éxito comercial o renombre. Y si se decide por el primero tiene que hacer películas que combinen la comerciabilidad con un nivel de satisfacción entre la mayor parte del público; como ejemplo puso a Arráncame la vida (Roberto Sneider, 2008) que lleva recaudados alrededor de 98 millones de pesos a casi tres meses de su estreno.


Juan Manuel Borbolla consideró que el público mexicano no le da el beneficio de la duda a su cine ya que en vez de acudir a las salas el primer fin de semana -que es el más importante en tanto que determina la permanencia de una película de acuerdo a los ingresos que haya obtenido en taquilla- espera a que le recomienden una cinta para verla.


Respecto a las estrategias publicitarias dijo que la mitad del éxito de una película depende de la fecha en que se estrene y para determinarla es necesario ver el tema de la cinta para lanzarla en la época más compatible con los asuntos que se traten en ella.


Sin embargo, “contraprogramar” un filme puede ser favorable a la película, ya que se estrena en una fecha en que todos los títulos tienen temáticas “de temporada”.

Borbolla recomendó no mover la fecha de estreno más allá de dos semanas porque resultaría inútil el gasto publicitario realizado que pudo haber ascendido hasta siete millones de pesos si se contrataron espacios en exteriores y en televisión. Asimismo, destacó la importancia de “explotar al máximo” la publicidad gratuita en la prensa.

“Se deben hacer películas que conecten con la mayoría, que tengan buen ritmo y duren poco. Para el cine mexicano resultaría mejor hacer menos copias y realizar estrenos locales”, agregó Borbolla

El directivo expresó su deseo de que el cine mexicano deje de ser visto como un género y destaque por su calidad, y afirmó que algo que los productores mexicanos deben aprender de los estadounidenses es saber vender su cine.