Por Edurne Sarriegui
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Las sagas cinematográficas nos atacan con multitud de títulos. La entrega número dieciséis del universo cinematográfico Marvel tiene por primera vez como protagonista a Tom Holland como Spider-Man, quien ya hizo su aparición con la misma lycra en la saga en “Capitán América: Civil War” (2016). Dirigida por Jon Wats, supone un soplo de aire fresco para un superhéroe que brilló de la mano de Sam Raimi y Tobey Maguire en su primera trilogía, pero luego se volvió reiterativo en las cintas protagonizadas por Andrew Garfield.
Después de su colaboración con Iron Man (Robert Downey Jr.), Peter Parker (Tom Holland), el adolescente que obtuvo poderes especiales tras ser picado por una araña genéticamente modificada, trata de volver a la normalidad de un muchacho de su edad en Queens (Nueva York). Asiste a la escuela, es un alumno aplicado e inteligente, y vive con su tía May (Marisa Tomei) mientras por la noche actúa como el guardián del barrio, siempre atento a las necesidades de sus vecinos.
Sin embargo, sus deseos de formar parte de los Vengadores / Avengers le hacen dedicarse a pleno al combate del mal ayudado por el traje que fabricó para él Tony Stark-Iron Man. No puede evitar meterse en líos y complicaciones pues todavía no domina completamente ni sus poderes ni su nueva vestimenta.
Cuando descubre que una peligrosa banda liderada por Vulture-Buitre-Adrian Toomes (Michael Keaton) está comercializando armas poderosas basadas en tecnología extraterrestre, desoye los consejos de su mentor Tony Stark de permanecer al margen. Esto le conducirá al enfrentamiento con los bandidos corriendo grave riesgo. Al mismo tiempo se desarrolla en la pantalla la vida del adolescente: va al colegio, está secretamente enamorado de Liz (Laura Harrier), una chica del último año, y no es precisamente uno de los chicos más populares. Afortunadamente cuenta con la lealtad de su amigo Ned (Jacob Batalion), personaje que tiene a su cargo la mayoría de las notas cómicas. En el ámbito escolar aparece también Michelle-MJ (Zendaya), una compañera extraña que, como ellos, también sufre la marginación de sus compañeros y promete una mayor participación en el futuro de la saga.
La cinta, si bien tiene todas las características trilladas de éste tipo de películas, presenta también grandes aciertos. El primero de ellos es la elección del actor Tom Holland, revelado por la película española “Lo imposible”, que acerca el personaje a la edad que originalmente tenía en el comic, cuando se presentaba como un adolescente y no como el “hombre-araña”, más cercano a la adultez, que se popularizó más tarde. Además de la edad y el aspecto físico que aporta el actor, la timidez, responsabilidad y dedicación a su misión –aporte de los guionistas- hacen de este Spider-Man un ser querible. Es imposible no empatizar con este arácnido que siempre toma la decisión correcta aunque sea la más difícil.
El segundo es atribuible al experimentado y numeroso grupo de guionistas –ocho guionistas, ocho- entre los que se encuentra el realizador, que esta vez dan en la diana con una historia que atrapa. Siempre queremos saber qué es lo próximo que le va a ocurrir a Peter / Spider-Man.
“Spider-Man: De regreso a casa” (Spider-Man: Homecoming) es una buena alternativa si se está buscando un rato de esparcimiento. Es alegre, es vivaz, es entretenida. Aunque no es transgresora en su género, supone una revitalización de un esquema manido y sus más de dos horas de horas de metraje transcurren livianas y rápidamente.
Y va una sugerencia: es conveniente permanecer en la butaca hasta que desaparezcan los últimos créditos. Como ya es habitual, los personajes siempre tienen algo que decir en el último momento.