Por Hugo Lara
El pescador de ilusiones es una variación contemporánea de las avanturas de Perceval, caballero de la mesa redonda del Rey Arturo conocido por su inocencia, y catalogado popularmente como un héroe tonto.
La nueva película del cineasta, Terry Gilliam, sigue en esencia la misma línea de sus tres cintas anteriores, Bandidos del Tiempo (1981), Brasil (1984), y El Barón Munchausen (1988), donde se manifiesta el carácter irreverente y desenfadado del desaparecido y célebre Monty Phyton, grupo al que Gilliam perteneció hasta su desintegración a fines de los 70.
Si la historia conmueve y estremece, teniendo como fondo a una sociedad que acepta como los valores más importantes al poder y al éxito, es porque ofrece la posibilidad de que irrumpa, en ese acartonado esquema, la magia y la fantasía como salvadores de la depredación humana contra sí mismo, y como liberadores ¿porqué no?, del amor y los sentimientos.
El Pescador de Ilusiones (The Fisher King, EU 1991). Dirección: Terry Gilliam. Producción: Debra Hull y Linda Obst. Guión: Richadd LaGravanese. Foto: Roger Pratt. Edición: Losley Walker. Con: Robin Williams, Jeff Bridges, Amanda Plummer, Mercedes Ruehl.

