Por Hugo Lara
Uno de los cineastas contemporáneos de Italia más fecundo y talentoso, es Ettore Scola. Con una amplia filmografía que ha abordado diversos temas (“Y nos amábamos tanto”, “El Baile”, “Pasión de amor”, “Splendor”, entre otras muchas), la mayoría de las veces ha mantenido una mirada escudriñadora de la sociedad italiana , de sus costumbres y su historia. En el caso de “Feos, sucios y malos”, Scola se interna en el sórdido ambiente de una familia de pepenadores, habitantes de un miserable suburbio italiano. Con un tono mordaz, el cineasta desarrolla una comedia que se centra en los incidentes sucitados por un viejo avaro obsesionado en esconder su pequeña fortuna.
El ambiente desagradable y la vida promiscua es aprovechada felizmente por Scola. Alejado de las características estéticas advertidas en otras cintas, debido a las implicaciones ambientales del propio guión, Scola no se distancia de su narrativa, de su ritmo que construye a sus personajes complejos, estudiando sus obsesiones, sus costumbres y su particular mundo.
“Feos, sucios y malos” (Brutti sporachi e cattivi”, Italia 1976) Dirección: Ettore Scola. Producción: Carlo Ponti. Foto: Dario Di Palma. Edición: Raimondo Crociani. Múisica: Armando Trovaioli. Con: Francesco Anniballi, María Bosco, Griselda Castrini, Alfredo D’Ippolito.

